Una mampara, otro bien escaso

Esta pandemia ha demostrado lo débiles que somos en el suministro de algunas cosas que no son precisamente de alta tecnología. Primero fueron las mascarillas, también los geles hidroalcohólicos, las máscaras, los trajes desechables y ahora las mamparas. Tampoco hemos superado, por ejemplo, la ruptura de stocks de termómetros a distancia. La demanda de geles y también de guantes de plástico y mascarillas va a experimentar otro tirón, ya que las empresas están obligadas a proporcionar estos elementos a sus empleados en la vuelta al trabajo. Algo que en sectores como la restauración o el comercio va a producirse en las próximas semanas, dentro del alambicado proceso de fases que ha diseñado el Gobierno. Algo similar va a suceder con las oficinas de la Administración pública, que hasta ahora han estado cerradas pero que también se abrirán de forma gradual. Es probable que eso suceda a partir de principios de junio.

Tras un tirón inicial de pedidos, los suministradores están dando plazos de hasta un mes para poder atender la demanda. Una mampara de metacrilato se ha convertido en la clave para poner en marcha bares, restaurantes y cualquier servicio que exija un contacto cercano con el público. También en muchas empresas, sobre todo en oficinas, para establecer una separación artificial entre puestos de trabajo que no guardan la distancia mínima de seguridad, que se ha establecido en 2 metros.

También se espera un repunte de precios, que es algo habitual cuando la demanda rebasa con creces la capacidad de la oferta. Y van….