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Jorge Murcia
Jueves, 8 de mayo 2025, 00:15
Justine Wilson (Peterborough, Canadá, 1972) conoció a Elon Musk a principios de la década de 1990, cuando ambos estudiaban en la Queen's University del Ontario. No tardaría en sentirse atraída por aquel joven que ambicionaba hacerse un nombre en el mundo de los negocios, al que llegaría a considerar su «alma gemela». Que fue esposo durante ocho años, padre de seis hijos en común, y protagonista de una gran historia de desengaño que acabó de mala manera en los tribunales.
El flechazo inicial se vio interrumpido cuando Musk cambió la Queen's University por la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, aunque ambos se reencontraron a mediados de los 90: Justine se mudó al piso que el fundador Tesla compartía por entonces con unos compañeros en Silicon Valley.
Unos pocos años después, en 1999, Musk daba su primer gran pelotazo: vendió Zip2 -una empresa fundada con otros compañeros que proporcionaba software de guías urbanas para periódicos en internet- por más de 300 millones de dólares. A partir de ese momento la joven Justine pudo hacerse una idea del talante exhibicionista, ostentoso y extravagante que gastaba su prometido.
Con el dinero ganado por aquella venta -unos 20 millones de dólares- Musk compró un piso de 1.800 metros cuadrados en Palo Alto y un coche deportivo McLaren F1 por un millón de euros. Musk hizo que la CNN grabara el momento de la entrega, en su propia mansión, posando junto a su novia.
«Es un millón de dólares por un coche. Es decadente», se sinceró Justine ante la propia CNN, según cuenta la revista Forbes. Y añadió: «Mi miedo es que nos convirtamos en mocosos mimados, que perdamos el sentido del aprecio y la perspectiva».
Esas dudas no fueron obstáculo para que un año más tarde la pareja contrajera matrimonio. En 2002 se trasladó a vivir a Los Ángeles, y comenzaría para Justine una etapa vital dedicada en buena parte a engendrar hijos. Entre ese año y 2006 dio a luz a seis bebés.
El primero, llamado Nevada, nació en 2002 y murió de síndrome de muerte súbita con sólo 10 semanas de vida. Dos años más tarde alumbró a los gemelos Griffin y Vivian, y en 2006 a los trillizos Damian, Saxon y Kai. Todos ellos concebidos mediante fecundación 'in vitro'.
Pese a esa azarosa vida marital, tuvo tiempo de escribir tres libros de ficción entre 2005 y 2008. Primero una novela fantástica titulada Blood Angel, que tuvo su secuela (titulada Lord of Bones) en 2008. Entre medias se publicó otra obra, Uninvited.
Todo saltó por los aires ese 2008, cuando poco antes de convertirse en consejero delegado de Tesla -y de comprometerse con su segunda esposa, la actriz británica Talulah Riley- Musk le pidió el divorcio a Justine. Pero ella no se lo iba a poner fácil: quería la casa, la manutención de sus hijos, el 10% de acciones de Tesla, el 5% de las de SpaceX, 6 millones de dólares y un Tesla Roadster.
Todo eso, según Forbes, valdría hoy 17.300 millones de dólares… si lo hubiera conseguido. Musk le había ofrecido un acuerdo de 80 millones de dólares, que Justine rechazó. Finalmente, no logró ni lo uno ni lo otro. Terminaría conformándose con 20 millones de dólares después de impuestos.
La mitad de esa cantidad se correspondía con el valor de su casa en Bel Air. El resto debía pagarse en cuotas mensuales de 20.000 dólares para ropa, zapatos y otros artículos. Además de otros pagos para cubrir «todos sus gastos domésticos y todo lo relacionado con los niños», según dijo Musk.
Justine siempre se arrepentirá de haber firmado, antes de casare, un acuerdo postnupcial, mediante el que renunciaba a todos sus derechos como cónyuge, incluida cualquier reclamación sobre bienes gananciales excepto la casa familiar, que quedaría a su nombre en cuanto tuvieran un hijo.
En 2010 declaró a la revista Marie Claire: «Confiaba en mi marido -¿por qué si no me habría casado con él?- y me dije que no importaba. Éramos almas gemelas. Nunca nos divorciaríamos».
Al conocer que Musk quería el divorcio, Justine interpuso una demanda en los tribunales impugnando la validez de ese acuerdo postnupcial, con el argumento de que él no había revelado una fusión inminente entre su empresa de pagos X.com y otra compañía del sector, Confinity -que daría lugar a lo que hoy se conoce como PayPal- vendida dos años después a eBay por 1.500 millones de dólares en acciones.
Justine, que desde el divorcio mantuvo un perfil bajo tanto personal como profesional -publicó un relato corto en 2016- guarda entre sus muchos reproches a Musk el de no haber respaldado a Vivian, la gemela de Griffin, nacida en 2004.
Vivian es ahora una mujer transgénero, ridiculizada por su propio padre, y que sí cuenta con el apoyo de su madre. «Cuando salí del armario, fingió estar ligeramente sorprendida durante 30 segundos y luego dijo: 'Sí, cariño. Vale'», dijo Vivian en una entrevista a Teen Vogue.
Durante sus años de relación con Musk, Justine publicaba regularmente en un blog, en el que llegó a decir de su marido: «Una figura pública no es una persona equilibrada. Si fuera una persona equilibrada, no trataría de ser una figura pública». A tenor del camino que ha seguido posteriormente el dueño de Tesla, no parecía andar muy desencaminada.
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