Jeff Bezos: de hacer hamburguesas en el McDonald's a ser el segundo hombre más rico del mundo
El creador de Amazon reconoce que aprendió en los fogones de una hamburguesería los fundamentos logísticos del gigante tecnológico
jorge murcia
Sábado, 10 de septiembre 2022, 00:33
Creada en 1995 como una página web de venta de libros, Amazon se ha expandido hasta límites insospechados y hoy en día es una de esas compañías que, se puede decir, dominan el mundo y nuestras vidas. El autor de semejante obra es Jeff Bezos, la segunda fortuna más grande del planeta: aproximadamente 163.000 millones de euros, según la revista Forbes.
La trayectoria empresarial de Bezos responde más o menos a la manoseada etiqueta de 'self made man', el hombre hecho a sí mismo. No es heredero de ninguna gran fortuna, como tampoco tuvo una vida distinta a la de cualquier chaval normal en el Nuevo México de los años 70.
Bezos nació el 12 de enero de 1964 en la capital del estado, Alburquerque. Hijo de una madre adolescente, acabó tomando el apellido de su padre adoptivo, un cubano de origen español llamado Miguel Bezos. A su progenitor biológico nunca lo conoció.
Hacer hamburguesas para pagarse los estudios
Sus primeros pasos en el mundo de la empresa los dio cuando no era más que un chico de 16 años que trabajaba en un McDonalds para pagarse los estudios en la Miami Palmetto Senior High School de la localidad de Florida, adonde la familia Bezos se mudó después de una breve estancia en Houston.
Bezos no tenía ninguna responsabilidad de gestión en aquella hamburguesería. Pero entre los fogones de la cocina aprendió los fundamentos logísticos y empresariales que han hecho, con sus luces y sus no pocas sombras, de Amazon un engranaje de producción casi perfecto. El propio Bezos recordaba, en una entrevista al magacine Fast Company, cómo su trabajo en la parrilla consistía en «mantener todo en marcha al ritmo adecuado durante las prisas de los turnos de más despacho de comidas».
Aquel verano, mientras sudaba la gota gorda entre fogones, lo aprovechó no sólo para sacarse unos dólares, sino para algo que acabaría siendo mucho más útil: estudiar las mejoras de automatización de la empresa. Por ejemplo, los pitidos y las señales para saber en qué momento «dar la vuelta a las hamburguesas y sacar las patatas fritas del aceite hirviendo».
Fue, como admite, la manera de conocer en qué consiste realmente un servicio al cliente. Algo que resulta, asegura en la entrevista, «muy difícil». Pero la principal conclusión que sacó en aquel verano entre fogones es que las lecciones «se pueden aprender en cualquier trabajo», incluso si este se basa en dar la vuelta a las hamburguesas y sacar las patatas fritas del aceite.
«Mi primer trabajo»
El pasado día 28 de agosto Bezos evocaba aquellos tiempos mientras se zampaba una hamburguesa de McDonalds. Un momento captado por una fotografía que compartió en su cuenta de Twitter con el siguiente mensaje: «Mi primer trabajo. Y aún es la misma gran hamburguesa. ¡Feliz domingo!».
El camino de Bezos transcurrió desde ese verano de 1980 por otro derroteros distintos al de la hostelería. Estudió ciencias de la computación e ingeniería eléctrica en la Universidad de Princeton. Y después de trabajar en diversos puestos relacionados con su formación académica, fundó cadabra.com, una librería en línea embrión de lo que poco después sería Amazon.
Alan Dumaine, en su libro 'Bezonomics', sostienen sin embargo que es un error considerar que Amazón se creó como una página web en la que comprar libros. El periodista estadounidense opina que siempre ha sido lo que es hoy en día, una compañía tecnológica.
Un engranaje casi perfecto
La razón de su éxito es construir un engranaje casi perfecto cuyo motor es la inteligencia artificial. Un lugar en el que se mezclan la obsesión por los clientes, una «impresionante innovación» y el pensamiento a largo plazo. Según Dumaine, la mecánica de Amazon se asemeja a «una rueda dentada de piedra de dos toneladas que está sobre un eje suspendido».
El secreto para hacerla mover es aplicar «suficiente energía día y noche para que el engranaje se mueva cada vez más rápido hasta que lo haga solo». Un concepto de trabajo que no comenzó a interiorizar en las lustrosas aulas de Princeton, sino en los pringosos fogones de aquel McDonalds.