El extraño comportamiento de Rolls Royce en ITP
Econfidencial ·
¿Se han vuelto locos los británicos de Rolls Royce, uno de los principales fabricantes mundiales de motores para aviación? ¿Por qué quieren ... vender ahora la empresa vasca ITP, o al menos una parte de ella, cuando apenas hace unos meses que la habían comprado? ¿Tiene alguna explicación? Pues la verdad es que sí, porque el mundo de las empresas, en especial el de las corporaciones que ya alcanzan un tamaño considerable, está repleto de complejos recovecos. La razón, o al menos el contexto, de esta fiebre vendedora tiene un condicionante bastante claro: Rolls compró la empresa a regañadientes, con desgana, a la fuerza se puede decir. Aunque una fuerza generada por un contrato firmado libremente muchos años atrás y que obligaba a ello.
Rolls Royce anunció en el verano de 2016 que había alcanzado un acuerdo con Sener para hacerse con el 100% de las acciones de la empresa vasca ITP, fabricante de componentes para motores aeronáuticos. Ambas compañías habían participado junto a otros accionistas -el Gobierno español entre ellos- en la fundación de la sociedad en 1989. Tras varios movimientos accionariales, Sener se había mantenido con el 53% del capital y Rolls con el resto, unidos por un contrato que era desconocido para 'el gran público'. Así, Rolls se reservaba el derecho preferente a adquirir las acciones que no controlaba y Sener, con lo que técnicamente se conoce como una opción 'put', el derecho a vendérselas en el momento en que quisiera. La compañía británica quería tener en su mano el control ante la hipotética llegada de un accionista 'incontrolado'.
Ese derecho, incluso, se había perfeccionado con una valoración independiente de ITP, que unos consultores realizaban religiosamente cada año. Esa valoración debía servir para establecer el precio de venta en el momento en que Sener decidiese vender. Y lo decidió en el verano de 2016, aunque la transmisión no se pudo realizar hasta diciembre de 2017. Un mal momento para Rolls Royce, que atraviesa unos ejercicios complicados. Pero no le quedaba otro remedio que hacer frente al compromiso que había firmado.
«Era un proyecto atractivo, que se asumió cuando nosotros estábamos en minoría, que nos obligaba a inversiones de 150 millones de euros en cada nuevo motor. Además, las exigencias de Rolls cada vez eran mayores y limitaban la capacidad de ITP de trabajar para otros competidores. Llegamos a la conclusión de que cada vez pintábamos menos y de que estábamos muy cerca de ser un mero socio financiero. Habíamos impulsado la creación de la empresa, la habíamos acompañado en su crecimiento... Habíamos cumplido nuestra misión de prestar un servicio y poco más podíamos aportar ya», señaló el presidente de Sener, Jorge Sendagorta, en una entrevista concedida a EL CORREO.
Hace ya meses que los directivos de un banco de negocios no paran de dar vueltas intentando vender de nuevo ese 53% de ITP a algún comprador interesado porque Rolls Royce no está cómoda en su nuevo papel. Aparte de haber complicado aún mas su compleja situación de endeudamiento -en torno a los 5.000 millones-, ITP también fabrica para competidores de la firma británica y eso les incomoda. Claro que, también en este caso, es una incomodidad impuesta, porque la Comisión Europea les obligó a mantener esta característica de la empresa vasca antes de autorizar la transmisión de las acciones.
Con limitado éxito, al parecer, ya que nadie parece dispuesto a pagar una cifra que se aproxime a los 720 millones de euros pagados por estas acciones. Si algo valía 720 millones en diciembre, ¿por qué no lo vale ahora? Primero, porque en una economía capitalista las cosas valen lo que alguien esté dispuesto a pagar por ellas. Segundo porque, como bien explicaba Mario Fernández cuando trataba de convencer al PNV para dar entrada a inversores en Kutxabank, en la venta de una empresa «tan importante como el cómo es el cuándo». Que, explicado de forma más o menos simple, significa que cuando nada te aprieta en el zapato puedes vender con tranquilidad y a buen precio. Al contrario, cuando estás incómodo y todo el mundo se da cuenta de ello, los potenciales compradores se aprovechan y te castigan con un bajonazo en la oferta. Vamos, de primero de economía de mercado.
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