El estafador que le robó 24 millones a McDonald's con el Monopoly
El jefe de seguridad de la empresa encargada de gestionar la promoción robaba boletos premiados que después vendía a familiares y amigos a cambio de una comisión
Iratxe Bernal
Lunes, 14 de agosto 2023, 00:21
Este verano, McDonald's ha vuelto a lanzar en sus establecimientos de España una nueva versión de su juego de Monopoly. Se trata de una ... variación de la colaboración entre la cadena de restaurantes y la juguetera Hasbro, que, entre muchas alegrías, también propició a la cadena de restaurantes uno de sus mayores disgustos; ser víctima de un fraude de 24 millones de dólares.
En 1985, la firma pidió a los creadores de su exitosa Happy Meal que crearan una nueva campaña promocional de impacto. A la empresa, Simon Marketing, se le ocurrió entonces una idea brillante: unir la marca al popular Monopoly, una iniciativa que fue bien recibida tanto por la propia McDonald's como por la juguetera Parker Brothers, después adquirida por Hasbro. Como en el juego de mesa, los clientes deberían ir sumando propiedades para conseguir premios que iban desde un menú gratis a un millón de euros pasando por videojuegos, viajes, coches… Para 'adquirirlos' sólo había que fijarse bien en los envoltorios de las hamburguesas e ir sumando cupones hasta completar series de colores con la esperanza de que alguno de ellos escondiera uno de los premios gordos.
Dado que por Ley no puede gestionar sus propias promociones, McDonald's encarga esta tarea a Simon Marketing, que inventa todo un protocolo de seguridad para controlar la impresión y distribución de los boletos premiados. La promoción tiene tanto éxito que las ventas se incrementan en 40%, por lo que se exporta a varios países y se mantiene activa desde su lanzamiento, en 1987, hasta 2001. Hasta el 3 de agosto de 2001, concretamente. Ese día, Michael Hoover espera en su casa de Westerly, Rhode Island, a los representantes de McDonald's que, con un equipo de televisión y un inmenso cheque de cartón, vienen a hacerle entrega de uno de los premios de un millón de euros. Ante las cámaras cuenta cuánto le ha emocionado ganar, como ya lo han hecho antes otros muchos de los ganadores de otros premios. Su suerte serviría para animar a la gente a seguir soñando con hacerse millonario de pronto con tan sólo acercarse a un restaurante de la cadena de comida rápida.
No tiene ni idea, aunque se lo dirán enseguida, que el equipo de filmación está en realidad compuesto por agentes del FBI que, con la complicidad de la McDonald's, está recopilando testimonios de ganadores para destapar un inmenso fraude. Hay una red mafiosa repartiendo, a cambio de un suculento porcentaje, los boletos premiados y ha estafado ya 24 millones de dólares a la compañía sin que ésta tuviera la más mínima sospecha.
Jerome Jacobson, jefe de seguridad de Simon Marketing, había visto hacía años cómo saltarse los controles para sustraer boletos. Como él no podía cobrarlos, empezó a ofrecérselos a familiares y amigos a cambio de una comisión, en ocasiones de hasta 50.000 euros. Pero empezó a tener problemas para gestionar el negocio y optó por asociarse con Gennaro Colombo, miembro de una histórica familia de la mafia de Nueva York. Para convencerle de su poderío le dio el boleto que le hacía ganador de un Chrysler Dodge Viper.
Con la entrada del mafioso, el fraude empezó a adoptar la fórmula de una estafa piramidal en la que siempre hacía falta savia nueva, por lo que adquirió unas dimensiones difíciles de controlar y ocultar. Así, catorce años después del inicio del juego, en 2001 una llamada anónima alertaba a las autoridades de la «proximidad» de algunos de los afortunados y el FBI se puso a tirar del hilo. Pidió a McDonald's los datos de los premiados y que siguiera con la promoción mientras realizaba escuchas y filmaba los falsos anuncios en los que esperaba que los testimonios de los implicados se contradijeran. Al final, pudieron detener a Jacobson junto ocho colaboradores (Colombo falleció en un accidente de tráfico en 1998) y acusar de fraude a más de 50 'ganadores', mientras McDonald's trataba de desligarse del escándalo repartiendo otros 25 millones en premios y Simon Marketing iba a la quiebra.
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