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Seis de cada diez empresas vascas encaran «en buenas condiciones» financieras los primeros asaltos de la lucha contra la crisis del coronavirus. Se trata de firmas que necesitarán liquidez y que «en algunos casos» podrán ver comprometida su solvencia., pero son las mejor situadas para afrontar el repentino hundimiento de la oferta y la demanda que sufre la economía. Sin embargo un 15% -vinculado sobre todo a sectores como el comercio y la hostelería- necesitará todo tipo de apoyos en forma de préstamos, avales o garantías para sobrevivir.
Son algunas de la conclusiones del informe 'Posición de partida de las empresas vascas ante el Covid-19: análisis de su situación financiera', elaborado por el Instituto Vasco de Competitividad (Orkestra). El estudio, obra de un equipo de trabajo coordinado por Ibon Gil de San Vicente, mide la vulnerabilidad de las empresas en dos términos. Uno, el económico, que se detiene en la capacidad de la empresa para ser rentable. En segundo término, analiza la vulnerabilidad de crédito que mide la solvencia de la compañía, entendida como el equilibrio de su estructura financiera.
El informe revela que la debilidad económica y de crédito de las empresas vascas «ha disminuido sensiblemente en los últimos años», y las encuadra en cuatro tipologías de «situaciones previas» a la crisis de la Covid-19. En primer lugar están las firmas «sin patologías», con «buenas condiciones» financieras. A este grupo pertenecen 16.317 empresas (el 60% del total), que trabajan en sectores como el inmobiliario, la fabricación de metales básicos y productos, las actividades sanitarias, jurídicas y de contabilidad, o la industria química y de refino.
En un segundo grupo se sitúan las firmas con «patologías económicas», con necesidades de liquidez y dificultades de rentabilidad que les pueden acarrear «problemas de solvencia». Son aproximadamente el 13% de las empresas vascas, pertenecientes a sectores como la educación, transporte y almacenamiento, actividades artísticas, programación o informática. Respecto al sector del transporte -que representa el 5% del empleo y el 5% del Valor Añadido Bruto (VAB)-, el estudio subraya que, por su alta necesidad de inversión y endeudamiento, «puede ver reducida aún más su rentabilidad».
En un escalón superior de vulnerabilidad están las empresas con «patologías financieras», aquejadas de una «débil solvencia» y necesitadas de «un mayor nivel de liquidez». En este grupo se encuadra el 12% de las firmas vascas (3.430) de actividades como la construcción, la industria de la madera y el papel, la fabricación de muebles o las artes gráficas.
Las que peor lo tienen son las que presentan «patologías severas», lastradas por su «débil rentabilidad y solvencia financiera». Constituyen el 15% del tejido empresarial vasco (4.108 firmas) y necesitarán, además del acceso a los programas de liquidez impulsados por las administraciones públicas otro tipo de apoyos (avales, carencias o procesos de reestructuración) «dado el previsible deterioro de su solvencia».
Dos de los sectores con una alta concentración de patologías severas con un mayor peso en la economía vasca son el comercio (representa el 14% del empleo y el 11% del VAB) y la hostelería (6% del empleo y 6% del VAB). Estas actividades, subraya el estudio, «se ven especialmente afectadas por la crisis debido a los efectos del confinamiento, caída del consumo y posterior disminución de la renta disponible».
El informe aplaude la «ágil» reacción de las administraciones con competencias en Euskadi a la hora de poner en marcha líneas de apoyo y programas «con una dotación presupuestaria importante» para mantener el tejido empresarial. Los expertos de Orkestra recomiendan «dar continuidad o profundizar» a una serie de medidas. En primer lugar, seguir proporcionando liquidez a las empresas «a través de mecanismos de financiación directa en colaboración con instituciones financieras» como las líneas especiales impulsadas por el Instituto Vasco de Financas y Elkargi.
También recomiendan impulsar líneas de actuación y seguimiento «por sectores» para priorizar y adaptarse a las necesidades de las patologías detectadas en las empresas, «más allá de la liquidez». Por ejemplo, los avales públicos ante entidades financieras para empresas en apuros «con dificultades para devolver sus compromisos» como consecuencia de la crisis.
En tercer lugar, incorporar «criterios económicos» a la hora de evaluar la concesión de los programas de apoyo «y condicionar su acceso a compromisos por parte de los beneficiarios». Las empresas deberían tener, subraya el informe, «una mínima solvencia para poder devolver» la financiación recibida. Además, recomienda «definir compromisos» por parte de esas firmas «para la correcta utilización de los fondos».
Los autores del informe aconsejan «acompañar» a las empresas, «especialmente las de menor tamaño», en la identificación y gestión para el acceso a las líneas de apoyo. Por último, instan a «definir metodologías» para el seguimiento de la situación de los sectores «y la eficiencia» de las medidas impulsadas.
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