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Jorge Murcia
Martes, 20 de mayo 2025, 00:07
Al Tottenham le sobresalen los billetes de la cartera, pero sus vitrinas crían telarañas. Uno de los clubes más ricos de Europa -con unos ingresos anuales estimados de 500 millones de euros- languidece en el verde. Es muy probable que, a falta de una jornada para que acabe el campeonato, el club del norte de Londres acabe en decimoséptima posición, sólo por delante de los ya descendidos Leicester, Ipswich y Southampton. La final de la Europa League en Bilbao es la oportunidad de maquillar su decepcionante campaña. Y será precisamente ante otro club inglés en horas bajas, el Manchester United, que marcha tan solo un puesto por encima en la Premier.
Los aficionados del Tottenhan dirigen su frustración hacia el palco, presidido desde hace 24 años por Daniel Philip Levy (Essex, Inglaterra, 1962). Y cantan: «No me importa Levy, a él no le importo, lo único que me importa es Kulusevski», el talentoso mediocampista sueco que se perderá la final de la segunda máxima competición continental por lesión.
Le acusan de fijarse demasiado en la cuenta de resultados y de sus pocos reflejos a la hora de contratar jugadores. Desde que llegara al palco de White Hart Lane, Levy ha exprimido al máximo su política de fichajes: sacar todo lo que se pueda en las ventas y apostar por jugadores jóvenes con el que sacar tajada con una potencial transferencia en el futuro.
En parte, esta estrategia le ha funcionado. Al menos, durante los años más efervescentes del club, en el periodo 2007-2020. En esas temporadas supo negociar sonadas y multimillonarias ventas, como las de Gareth Bale al Real Madrid o Harry Kane al Bayern (101 y 95 millones de euros respectivamente).
Quienes se las han tenido que ver con él (lleva personalmente los traspasos) destaca su carácter frío, implacable y paciente a la hora de negociar, compatible con un correcto y educado trato personal. Estira las conversaciones hasta un límite en el que casi siempre acaba ganando por agotamiento. «Lidiar con él fue más doloroso que mi operación de cadera», confesó la leyenda del Manchester United Álex Ferguson al negociar el traspaso de Berbatov en 2008.
Tampoco lo puso fácil al Dinamo de Zagreb cuando fichó al ahora madridista Luka Modric por 21 millones de euros. «Le pedí a Levy cinco camisetas del equipo. Me dijo que me las daría, pero que descontaría su precio al del traspaso», ha contado Zdravkok Mamic, antiguo director ejecutivo del club croata.
Años después, en 2013, el propio Modric se negó a seguir entrenando para forzar su traspaso al Madrid, después de una interminable negociación en la que, esta vez y a tenor del rendimiento posterior del jugador, Levy no anduvo demasiado fino (sólo ingresó 35 millones de euros).
El Madrid, que tampoco está gobernado precisamente por una monja ursulina, se volvió a topar con el muro de Levy en 2018, cuando echó el anzuelo al entrenador de moda por aquel entonces, Mauricio Pochettino. «Cuidado que muerde», advirtió entonces el argentino a los negociadores del club blanco.
Levy es el ejecutivo mejor pagado de la Premier League. Y eso ya es decir mucho. Se estima que en sus 24 años de mandato se ha embolsado más de 50 millones de libras. Durante su etapa al frente, el club londinense ha elevado su valoración hasta la horquilla de los 3.500-4.000 millones de libras.
Según el experto en finanzas futbolítsicas Kieran Maguire, el Tottenhan está convirtiéndose en el club «más rentable en la historia» de la Premier League, debido a los ingresos que genera su nuevo estadio (inaugurado en 2019), una estructura salarial relativamente baja, y a la cautela a la hora de fichar. Eso sí, los aficionados pagan unos abonos que están entre los más caros de la máxima categoría del fútbol inglés.
En lo deportivo el club ha dado un salto importante, pese a que los títulos siguen brillando por su ausencia. En las vitrinas de White Hart Lane sólo figuran dos campeonatos de Liga, ocho de Copa, cuatro Copas de la Liga (EFL Cup), y siete Community Shield (Supercopas). Sólo una de esas conquistas (la EFL Cup de 2007-2008) se ha materializado durante su mandato.
En el plano internacional, sus tres trofeos pertenecen al siglo pasado. Fue el primer club inglés en ganar una competición oficial del fútbol europeo (la Recopa, en 1963), y también ha ganado dos Copas de la UEFA, reconvertida ahora a la actual Europa League. En 2019 estuvo a punto de hacer historia en la final de la Champions, donde fue derrotado por el Liverpool. Desde entonces no rascan nada reseñable, y los aficionados se han impacientado. Dicen que Levy aguanta las protestas con estoicismo, pero le afectan. Porque, más allá de un tiburón de los negocios, es un forofo del Tottenham desde bien pequeño.
Procedente de una familia judía -su padre era propietario de Mr Byrite, una marca de ropa-, Levy cursó estudios de Economía en el Sidney Sussex College de Cambridge, donde se graduó con honores en 1985. Dedicado profesionalmente a la banca de inversión, en la década de los 90 entró junto a su familia en el capital de ENIC International (poseen el 29,4%), una empresa de deportes, entretenimiento y medios de comunicación propiedad de Joe Lewis. Y en 1995 se convirtió en su director general.
ENIC apostó fuerte por el fútbol en un momento de despegue económico de los clubes ingleses. Compró acciones en varios. Uno de ellos, el Tottenham, que no era precisamente el más boyante de la Premier League. Tras dos intentos fallidos de comprar el club, en 2020 la empresa de entretenimiento consiguió hacerse con el 29,9% del capital, y sentar un año más tarde en el palco a Levy. En 2007 la participación de ENIC en el Tottenham subió hasta el 85,5% tras una compra de acciones a su por aquel entonces propietario, Alan Sugar.
Ahora, el londinense es un club rico. Aún así, Levy cree que necesita «un aumento significativo de capital». Desde hace años se habla del interés de varios inversores, de Estados Unidos y Oriente medio, en comprar el Tottenham. Según 'The Guardian', el interés más real lo ha mostrado hasta ahora un consorcio catarí que incluso estaría dispuesto a ofrecer a Levy un contrato a largo plazo para seguir a los mandos del club y hacer lo que mejor sabe: ingresar mucho, y gastar no una libra más de lo necesario.
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