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Soziedad Alkohólika, en una foto de mediados de los 90. Javier MArtín
De Chico Buarque a Soziedad Alkohólika: dos maneras de contar un accidente laboral
Música económica

De Chico Buarque a Soziedad Alkohólika: dos maneras de contar un accidente laboral

Poética la una y descarnada la otra, tanto 'Construção' como 'Perra vida' relatan el último día de un albañil que muere al caerse de un edificio en construcción

Domingo, 7 de marzo 2021, 07:27

En muchos aspectos, nuestras dos canciones de hoy no podrían estar más alejadas: bastaría escuchar cinco segundos de cada una de ellas para darse cuenta del abismo que las separa en lo musical, ya que una se instala en una sofisticada sutileza y la otra en la más cruda brutalidad, mientras que en lo lírico sus estrategias poéticas también resultan similarmente contrapuestas. Pero, a la vez, resulta evidente que existe un hermanamiento de fondo, ya que el hecho que relatan ambas bien podría ser el mismo: estamos ante dos crónicas de un accidente laboral, dos relatos paralelos que conducen al momento dramático en el que un albañil pierde pie, cae al vacío y se mata al estrellarse contra el suelo. La narrativa y la música arropan en distintos envoltorios ese trágico sinsentido.

'Construção', la canción editada en 1971 por Chico Buarque, elegida en varias ocasiones como una de las mejores composiciones de la música brasileña, presenta ese suceso terrible mediante un asombroso artificio poético: son versos dodecasílabos que terminan siempre en una palabra esdrújula, con la peculiaridad de que se repiten después intercambiando esos términos que rematan cada frase, de manera que el texto va adquiriendo una consistencia cada vez más irreal. Así, la estrofa que dice «subió a la construcción como si fuese máquina, / alzó en el balcón cuatro paredes sólidas, / ladrillo con ladrillo en un diseño mágico, / sus ojos embotados de cemento y lágrima» se transforma después en «subió a la construcción como si fuese sólida, / alzó en el balcón cuatro paredes mágicas, / ladrillo con ladrillo en un diseño lógico, / sus ojos embotados de cemento y tráfico». El protagonista sin nombre se despide de su mujer y sus hijos, acude al trabajo, se come su almuerzo «cual si fuese un príncipe», bebe y solloza «como si fuese un náufrago» y, al final, tropieza «en el cielo», flota en el aire «cual si fuese un pájaro» y cae «como un bulto fláccido». Asistimos, así, a su final: «Agonizó en el medio del paseo público, / murió a contramano entorpeciendo el tráfico». O, como lo plantean las dos mutaciones de ese último verso, entorpeciendo al público y entorpeciendo el sábado. He aquí la versión en castellano que grabó el propio Buarque.

Luciano Marcos Dias Cavalcanti, de la universidad brasileña Vale do Rio Verde, sostiene que la singular estructura de la canción «representa formalmente la circularidad de la vida del operario, en su eterno retorno, mecanizado y aprisionado en un ambiente sin salida». El acompañamiento instrumental, repetitivo, disonante a veces y agobiante por momentos, refuerza ese efecto inquietante y obsesivo. «Su tristeza profunda y, finalmente, su muerte no causan ninguna conmoción: se le considera un estorbo para la sociedad, pues el desenlace trágico de su vida apenas interrumpe el tráfico, al público y el sábado», analiza el profesor, que ve en la mítica 'Construção' un reflejo del «mundo urbano moderno en el que los trabajadores están insertos: maquinal, ilógico y destructivo».

El torbellino de la miseria

Veinte años después, en 1991, 'Perra vida' fue el tema con el que se dio a conocer la banda vitoriana Soziedad Alkohólika, un trallazo de metal punkarra e iracundo que sirvió de inmejorable carta de presentación para su álbum de debut. Mientras que en la canción de Chico Buarque no sabíamos nada del protagonista, al que simplemente acompañamos desde su casa hasta la obra en la que trabaja y en la que acaba muriendo, la letra de 'Perra vida' sí nos proporciona algún dato más sobre Luis Marzal, empezando por su nombre: «Siete años que llevaba en paro este hombre, / siete años de girar como un trompo, girar, / girar en el gran torbellino de la miseria. / No sabía cuándo esto podía acabar. / No tenía de na, ni siquiera los recursos necesarios pa / pa alimentar a su familia», contextualiza la primera estrofa.

El desventurado Luis encuentra un trabajo de peón de albañil y se siente tremendamente afortunado («ya era hora de que cambie mi suerte»), pero al día siguiente se precipita desde la novena planta del edificio en construcción. «Perra vida y el trágico fin de Luis Marzal, / cinco hijos, peón de albañil». Frente a la poesía esdrújula y deslumbrante de Buarque, Soziedad Alkohólika optan por un final descarnado, brutal, que contempla la muerte como liberación de una vida de padecimientos: «Con un buen golpe de suerte todo se acabó».

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