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Paquito Jerez, todo un clásico de las canciones dedicadas, en la portada de uno de sus discos.

«Billetes, billetes verdes, ¡pero qué bonitos son!»

El cantante murciano Paquito Jerez triunfó en los años 60 con esta oda irónica al dinero, que más tarde llevaría al extremo Emilio El Moro con su réplica satírica: «Por culpa de uno de ellos tuve yo una indigestión»

CARLOS BENITO

Domingo, 12 de enero 2020, 02:17

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Resultaría tremendamente fácil montar una especie de debate filosófico en torno al dinero utilizando canciones como argumentos. Es verdad que quizá no alcancemos gran hondura en las reflexiones, pero desde luego no nos faltaría material, porque el deseo de enriquecerse y el desprecio por el vil metal son dos asuntos clásicos de la música popular. Lo que se presenta un poco más complicado es realizar esa contraposición utilizando un único tema, pero hoy rizaremos el rizo gracias a las dos versiones de 'Billetes verdes', que afrontan la eterna discusión desde trincheras enfrentadas. Comparten, eso sí, un rasgo fundamental: el humor a prueba de bombas, un tanto caduco cuando se contempla desde nuestros días.

La canción es un 'hit' dentro de la discografía (y casetografía, porque en estos casos hay que destacar siempre el formato cinta) de Paquito Jerez, un cantante de la localidad murciana de Lorca que alcanzó su mayor éxito en la década de los 60. Jerez arrasaba en los espacios radiofónicos dedicados a peticiones de los oyentes: su tema más recordado, 'Cómo se quiere a los hijos', contaba con un hueco garantizado en esas secciones, pero es que además Paquito cuidaba con esmero lo que podríamos llamar canción gremial ('Amigo camionero', 'El camarero', 'Mi modistilla', 'Enfermera buena', 'Yo soy el frutero'...) y las tonadillas idóneas para ocasiones especiales ('Pulsera de pedida', 'Despedida de soltero', 'Madrecita de mi corazón', 'Tu cumpleaños' e incluso una utilísima 'Felicidades con retraso'). Esa versatilidad temática habría de granjearle, décadas después, un estatus de culto entre los estudiosos del frikismo nacional.

En 'Billetes verdes', que abría su álbum de 1966 para el sello Belter, Paquito Jerez y su Ritmo Moderno acometían un elogio del dinero planteado desde la ironía. «Billetes, billetes verdes, ¡pero qué bonitos son! / Esos billetitos verdes siempre dan la salvación», empezaba la letra, dedicada a repasar unas cuantas situaciones que se vuelven mucho más llevaderas con una cartera bien llena. «Si quieres ir al fútbol y se agotan las entradas, / enseña billetes verdes y tendrás a montonadas», reflexiona. No falta, por supuesto, la rentabilidad amorosa de la pasta, con esa dañina misoginia que late en tanto humor de la época: «Si una muchacha te agrada y eres feo y desgarbado, / enseña billetes verdes y te vuelves de su agrado. / Y si tu novia te deja porque no quieres casarte, / enseña billetes verdes y otra vez vuelve a arrimarse».

También azules y lilas

Los billetes de mil pesetas solucionan el transporte («si te cansas de ir andando, en autobús o tranvía, / enseña billetes verdes y en coche irás cada día»), el entretenimiento («si tu radio se para y no tienes distracción, / enseña billetes verdes y tendrás televisión») y hasta las relaciones familiares («por no ser un calzonazos, tu suegra ya no te quiere, / enseña billetes verdes y suegra pa' rato tienes»). Con el paso de los años y la creciente diversidad cromática del papel moneda, Paquito Jerez llegó a esbozar un nuevo estribilllo en un programa de Isabel Gemio: «Billetes, billetes verdes, billetes azules y lilas, / sois la perdición del mundo y sin vosotros qué es la vida».

Pero, para entonces, ya se le había adelantado Emilio El Moro, es decir, el popular humorista melillense Emilio Jiménez Gallego, un auténtico especialista en cantes paródicos de raíz flamenca. En su versión satírica de 'Billetes verdes', la opulencia se vuelve motivo de imprevistas desventuras. «Billetes, billetes verdes, ¡pero qué malitos son! / Por culpa de uno de ellos tuve yo una indigestión», dice uno de sus pareados alternativos. A Emilio, las propuestas de Paquito no acaban de convencerle mucho. «Si quieren ir al fútbol y se agotan las entradas, / te vas derechito al parque y te paseas con la criada», sugiere. ¿Lo del amor? «Conocí a un pobre muchacho que era feo y jorobado, / enseñó billetes verdes y hoy está hospitalizado, / pues se encontró a una muchacha, que hay miles por ahí, / con la tranca de una puerta le reventó la nariz». ¿Lo de los transportes y la diversión? «Si te cansas de ir andando, en bicicleta o en tranvía, / enseña billetes verdes, que te los quitan enseguida. / Si la radio se te para y no tienes distracción, / te vas al bar de la esquina y verás televisión». La adaptación de Emilio El Moro dobla el envite machista y tampoco ve nada claro lo de la suegra: «Pa' qué quiere nuestra suegra esos malditos billetes, / si siempre tienen las hijas que les dan to' lo que quieren. / Y si un día te levantas y te pones a dar gritos, / con tus billetitos verdes serás menos que un mosquito».

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