La Administración también impulsa el trabajo precario
Econfidencial ·
Desde que comenzó la crisis económica las administraciones públicas se emplearon más o menos a fondo en el ajuste de gastos. Fueron los populares «recortes» ... . Y aunque los que más fama alcanzaron fueron los ajustes en algunas áreas como Sanidad, Educación e inversión pública, lo cierto es que afectaron de forma generalizada a todos los gastos. El problema era simple. Como cayeron de forma brusca los ingresos por impuestos, debido a la menor actividad económica, había menos dinero para gastar. Incluso con un recurso al endeudamiento más o menos desaforado, había menos dinero. Ahí, la Administración siguió una senda similar a la de las empresas privadas, atornillando poco a poco a sus proveedores, para sacar rebajas sustanciales en los precios de los suministros, de los servicios que contrataba y de las obras que adjudicaba.
Pero lo cierto es que la Administración no se ha despegado de esta forma de actuar, de tal forma que sigue en su estrategia de estrujar a los proveedores. Claro que si eso se combina al mismo tiempo con una apelación directa a las empresas para que acaben con el trabajo precario, los contratos temporales y los salarios mileuristas, comienza a casar mal.
Esta semana que acaba de concluir, sin ir más lejos, el ayuntamiento de una de las capitales vascas sacaba el pliego de condiciones para una contratación singular: la impresión de las papeletas electorales de los próximos comicios municipales, que se celebrarán en mayo. El presupuesto de referencia es de 38.000 euros. Un rápido vistazo al archivo permite comprobar qué hizo ese mismo ayuntamiento hace ahora cuatro años, a principios de 2015, cuando convocó el concurso para imprimir las papeletas de las Elecciones Municipales de aquel año. Pues también sacó la licitación con un Presupuesto de 38.000 euros. Una visita no menos rápida a la página web del Instituto Nacional de Estadística permite comprobar que entre enero de 2015 y el mismo mes de 2019 el IPC, el índice que marca la evolución de los precios y eso que popularmente se denomina como «carestía de la vida», ha escalado un 3,9%. Y llegados a este punto, ¿qué deben hacer las empresas que se dedican a la impresión y que no atraviesan precisamente su mejor momento? ¿Quizá congelar durante cuatro años los salarios de sus empleados, para que pierdan un 3,9% de poder adquisitivo?
El contrato mencionado no es una anécdota, es lo habitual. Y probablemente la Administración pública hace bien en achuchar en los contratos públicos para probar hasta dónde aguantan sus proveedores, aún a riesgo de que muchos de ellos quiebren. Siempre surgirá alguien dispuesto a hacer lo mismo pero más barato, también a riesgo de dejar luego un reguero de deudas por ahí, incluso a la propia Administración pública, por la vía de los impagos a Hacienda, a la Seguridad Social o incluso a los ayuntamientos. Hasta ahí todo normal. Poco deseable, pero normal como la vida misma. Claro que..... incompatible con los mensajes desde los atriles que piden contratos más estables, salarios más altos e incluso fondos de pensiones con cargo a las empresas, por poner el ejemplo más cercano. Es como un «a Dios rogando y con el mazo dando».
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