Trump y el jefe negociador chino se verán cara a cara en el Despacho Oval para frenar los aranceles
La Casa Blanca se prepara para dar otra vuelta de tuerca con nuevas medidas de presión al gigante asiático que podrían desestabilizar unos mercados ayer optimistas
Mercedes Gallego
Viernes, 11 de octubre 2019, 00:18
El día había empezado mal, pero un 'tuit' de Donald Trump le dio la vuelta a los mercados. «Gran día para las negociaciones con China. ... Quieren hacer un trato pero, ¿quiero yo? Mañana me reúno con el viceministro en la Casa Blanca». Wall Street lo interpretó con optimismo. Si se leían las hojas del té, o sea, el 'South China Morning Post', la decimotercera ronda de conversaciones que empezó el martes iba tan mal que el viceprimer ministro chino y jefe de los negociadores, Liu He, había decidido volverse a su país antes de tiempo. Pero si lo que se leía eran las redes sociales, el pacto para evitar que el martes entre en vigor la nueva ronda de aranceles estaba tan avanzado que Trump y Liu lo sellarían hoy mismo en el Despacho Oval.
Las dos cosas pueden ser verdad. Liu confirmó a la agencia estatal de su país Xinhua que «el lado chino ha venido con gran sinceridad y está dispuesto a hacer serios intercambios con EE UU en materias de preocupación común como el desequlibrio comercial, la protección a los inversores y el acceso a los mercados, así como promover el avance positivo de las consultas». Una ratificación de que los asiáticos habían llegado en son de paz y dispuestos a comprar tiempo con una nueva prórroga en la implementación de los temidos aranceles con los que Trump amedrenta al mundo.
Por su parte, 'The New York Times' publicaba que la Casa Blanca cree que la amenaza de los aranceles no está resultando tan efectiva como esperaba. Por eso se prepara para aumentar la presión con una serie de medidas que van desde atosigar a las empresas chinas que cotizan en la Bolsa neoyorquina con demandas de transparencia imposibles de cumplir para ellas, hasta interrumpir el flujo de capitales entre Hong Kong y la capital china con la excusa de que no se está respetando su autonomía. Hasta los Institutos Confucio que operan en las universidades estadounidenses podrían sufrir en esa nueva fase.
Una vuelta de tuerca más que, de acuerdo a la política de palos y zanahorias, llega acompañada de una serie de ofertas para tentar a las partes a hacer concesiones. China podría ofrecer lo que Trump más necesita, a poco más de un año de su reelección: la compra de cultivos de soja que agradecerían los agricultores estadounidenses, un sector clave de su electorado. Y éste, a su vez, podría conceder una serie de licencias tecnológicas a gigantes chinos como Huawei, que habían sido vetados en el mercado estadounidense. Si China hiciera suficientes concesiones, sus asesores han recomendado a Trump que revierta una parte de los aranceles impuestos a productos chinos por valor de 360.000 millones de dólares. A final de año, cuando el 15 de diciembre entre en vigor la último ronda anunciada, esta cifra podría alcanzar los 500.000 millones.
Ganar tiempo
Sería un acuerdo de mínimos con el que ganar tiempo, especialmente para China, que no quita ojo al proceso de 'impeachment' abierto a Trump. Un trato de más envergadura tendría que incluir un acuerdo de divisas, salvaguardas de protección intelectual para las empresas estadounidenses y mayor acceso a los mercados chinos, entre otros puntos anquilosados sobre los que no parecía haber aún acercamiento. De ahí que el magnate estadounidense se preguntase públicamente si le conviene aceptar el acuerdo de mínimos que los negociadores chinos parecían ansiosos de cerrar.
La sorpresiva invitación al Despacho Oval que recibió el viceprimer ministro chino podía haberle hecho cancelar el órdago de adelantar la partida hacia su país. No hay duda de que Liu se enfrentará hoy a la cara seductora con la que Trump suele endulzar sus tácticas de matón, pero tampoco se duda de que los chinos conocen el valor de sus propias cartas.
Según el Premio Nobel de Economía Paul Krugman, el nuevo arsenal de armas económicas con las que EE UU quiere presionar podrían desestabilizar unos mercados financieros que ayer se mostraron optimistas con subidas generalizadas, y dañar al propio electorado de Trump, mientras que los chinos tienen suficiente mercado interno y mundial como para contrarrestar su impacto. Algo de lo que Trump puede no ser tan consciente porque «se ha ido deshaciendo de las personas que sabían algo de economía y ni siquiera escucha a la panda de ignorantes que le queda», advirtió Krugman.
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