«La transición energética no se puede parar porque perderíamos oportunidades»
Empresas y centros tecnológicos creen que Euskadi debe aprovechar su potencial para liderar la descarbonización
La transición energética es una de las principales herramientas del ser humano en su lucha contra el cambio climático. Sustituir los combustibles fósiles por energías renovables no sólo ayuda a reducir las emisiones de gases contaminantes, sino que también procura la siempre conveniente independencia energética. Este recorrido hacia un escenario dominado por el sol, el viento o el hidrógeno como fuentes de energía no es fácil. Ni barato. Sin embargo, no sólo es irrenunciable, sino que además supone una oportunidad para el desarrollo tecnológico e industrial que un lugar como Euskadi no debería desaprovechar.
Estas son algunas de las principales ideas expuestas en el Foro Transición Energética, primera entrega del ciclo 'Encuentros Mundo Futuro. Claves para construirlo' que organiza EL CORREO con el patrocinio de Iberdrola, Gobierno vasco, Ayuntamiento de Bilbao, Diputación Foral de Bizkaia y BBK. Este primer encuentrocontó con la participación de Asís Canales, director de compras y servicios de Iberdrola y delegado institucional de la compañía en el País Vasco; José Luis Elejalde, director de transición energética, climática y urbana de Tecnalia; Josu Ibarbia, director de tecnología del Grupo CAF; Carlos López de las Heras, director general de Tubos Reunidos, y Olga Martín, directora general de Aclima, el clúster vasco de empresas de medio ambiente. La dirección del debate corrió a cargo de Lucas Irigoyen, periodista de EL CORREO, quien recordó cómo la pandemia primero y la guerra de Ucrania después nos ha puesto frente a la necesidad de transformar el sistema de generación de energía y la forma en la que la consumimos. Todo un reto.
Hay quien, como es el caso de Tubos Reunidos, tiene que afrontar un doble desafío. Como fabricante de tubos para el declinante sector del 'oil&gas', la compañía alavesa debe adaptarse a los nuevos tiempos, que traen «grandes oportunidades», según su director general, Carlos López de las Heras. «Hemos tenido el primer pedido de tubos para la generación de energía por geotermia», reveló. Además, trabajan en la incipiente tecnología de captura y almacenaje de CO2. «Se trata de hacer tubos, da igual el proyecto», sostiene. Al mismo tiempo el fabricante alavés, como industria energéticamente intensiva, trabaja en la reducción de sus emisiones. El objetivo es eliminar progresivamente el CO2 y utilizar el hidrógeno en el proceso productivo.
Precisamente el hidrógeno es un vector energético en el que están puestas muchas esperanzas. Y dinero. La tecnología para producir este combustible gaseoso es aún inmadura. «Pero de eso va la innovación, de apostar por cosas que no tienen un retorno tan claro», considera Josu Ibarbia, de CAF. El grupo ferroviario, a través de su filial Solaris, se ha colocado en el liderazgo europeo de la movilidad con hidrógeno. Y pese a que aún pelea por licitaciones «con un reducido número de unidades, poco a poco la tecnología se va desarrollando».
Colaboración pública-privada
Otro elemento clave en la transición energética es el papel de las ciudades y su gestión mediante tecnologías digitales ('smart cities'). Porque, como recordó José Luis Elejalde, de Tecnalia, el consumo residencial y de servicios representa el 20% del total. Y de esa parte, en Euskadi un 70% tiene lugar en el ámbito urbano de la movilidad y la industria. «Y eso que sólo ocupan un 3% del territorio», precisa. Elejalde subraya que la transición energética es «una enorme oportunidad para posicionar al país en la cabeza de la descarbonización» gracias a empresas punteras como Iberdrola, a una colaboración público-privada «que ha funcionado», y a una notable red de centros tecnológicos y científicos. Una de esas compañías llamadas a jugar un papel clave es precisamente la multinacional vasca, que analiza la transición energética en tres claves: «La descarbonización contra el cambio climático, la autosuficiencia energética para que la geopolítica no nos estrangule, y la oportunidad de obtener una energía más barata y que además genere empleo y riqueza», apunta Asís Canales.
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El responsable de compras de la multinacional destaca también el protagonismo de las redes de transporte. Que ya no son unidireccionales, sino que conducen la energía desde distintos focos de generación -por ejemplo, las baterías de los coches- y en múltiples direcciones. Lo que requiere «una gestión más compleja de las redes», que tendrán que ser, sí o sí, «inteligentes».
Olga Martín, directora general de Aclima, pone el acento en la economía circular, que en su opinión ayudaría a reducir la emisión de gases contaminantes «en un 45%». Una de las claves está en alargar la vida útil de los materiales y recuperar lo máximo posible de ellos «porque estamos escasos de recursos». O en la fabricación de combustibles a través de residuos industriales.