Estas son las soluciones que proponen los expertos

El otro factor clave es el desajuste entre la formación y lo que requieren las empresas. Ahí reconoce que la Administración tiene mucho que hacer, un reto que pretende afrontar con la reforma de Lanbide y la Ley Vasca de Empleo. Pero también considera que las compañías tienen que asumir esa formación continua porque las necesidades son cambiantes. «Tienen que comprometerse con el desarrollo de la carrera profesional. Piden ingenieros para todo, pero igual las competencias que necesitan se pueden atender con otras formaciones más cortas».

En el Observatorio Vasco de la Juventud llevan años estudiando la situación y su diagnóstico no es muy alentador. «El alto paro es un problema, pero más grave todavía es la baja calidad del empleo. Entre los jóvenes de 25 a 29 años, que ya tienen los estudios terminados, la temporalidad se mantiene en el 56%. Y un tercio trabaja a tiempo parcial», explica Miren Bilbao, investigadora del organismo.

Aparte de la inestabilidad laboral, añade, los salarios son bajos, sobre todo teniendo en cuenta lo cara que es la vivienda en Euskadi. La media para los menores de 34 años está en los 1.297 euros y encima ha caído en la última década. «Es un problema estructural al que no se da solución. La gran crisis de 2008 sirvió de excusa para deteriorar mucho sus condiciones laborales», asegura.

El resultado, explica, es que la edad de emancipación en Euskadi se ha retrasado a los 30 años y también la maternidad. «Es una bomba demográfica porque estos trabajadores pobres tienen que sostener con sus cotizaciones la generación de los 'baby-boomers', que se va a empezar a jubilar».

Si algo no se puede reprochar a Confebask es que no se esfuerce por exponer lo que necesitan las empresas. Las patronales vascas realizan estudios bianuales para dejarlo bien claro. «El 67% de los estudios universitarios que se demandan son STEM (ingeniería, ciencia, tecnología y matemáticas). Pero todavía hay muchos jóvenes que se dirigen a carreras con poco futuro como la educación», explica Carlos Pereda, responsable de Empleo. A los que piden que sean las empresas las que asuman la formación, responde: «Nosotros podemos darles un giro, pero no convertir a un historiador en ingeniero».

Este desajuste, señala, es la causa de que el 80% de las empresas tengan dificultades para encontrar los perfiles que buscan. Reconoce, no obstante, que hasta ahora los trabajadores de más edad han hecho de tapón y propiciado que las peores condiciones se concentren en los jóvenes. «Aunque el sueldo medio de los universitarios vascos al de tres años de terminar es de 1.600 euro», matiza. Pero recuerda que los 'baby boomers' empiezan a jubilarse y se abren grandes oportunidades para los que estén formados adecuadamente.

Los jóvenes cada vez invierten más en su educación y alargan sus estudios. Eso es porque las empresas les piden más, pero luego les dan menos porque los trabajos son precarios». Este es el diagnóstico que hace Arkaitz Antiza, secretario de Juventud de CC OO-Euskadi. Lo apoya en datos. Según destaca, la tasa de actividad entre los menores de 25 años apenas alcanza el 28% porque en esa franja de edad están formándose: carreras, másteres, idiomas... Sin embargo, dice, los empleos a los que llegan después de tanto esfuerzo son de baja calidad, con un 63% de temporalidad y un 33% de parcialidad.

Por otro lado, señala, en esta crisis del covid se ha puesto en evidencia una vez más la vulnerabilidad de los jóvenes, al tener en su mayoría contratos eventuales. «En cuanto han surgido los problemas, lo primero que han hecho las empresas es quitarse a los temporales y luego ya pedir ERTEs», apunta.

En opinión del sindicato, la solución para los jóvenes pasa por derogar la reforma laboral y acotar la contratación temporal. También por un nuevo Estatuto del Becario.

La Fundación Novia Salcedo lleva 40 años ayudando a los jóvenes a entrar en el mercado laboral. Así que su directora, Begoña Etxebarria, tiene mucho que decir en esta materia. Su primer mensaje es de aliento porque, según recuerda, va a llegar mucho dinero de los fondos europeos para el empleo. «Si se usan bien, van a surgir oportunidades. Nosotros ya estamos en dos programas para crear 1.000 plazas para jóvenes, muy ligadas a las transiciones digital y ecológica», explica.

Considera que este maná europeo puede ayudar a las empresas a contratar en un momento todavía difícil, aunque también cree necesario un cambio de mentalidad por su parte. «Hasta ahora se han usado mal los contratos de formación. Se han utilizado como una manera de tener trabajadores más baratos, sin enseñarles. Las compañías tienen que asumir esa responsabilidad», asegura.

Reprocha, asimismo, su obsesión por los títulos tecnológicos, cuando personas con otra formación pueden desempeñar las tareas que necesitan. «Exigen demasiado al candidato cuando lo mejor es enseñarle desde dentro».

Los grupos de recursos humanos como Adecco se dedican a casar las necesidades contratación de las empresas con los perfiles disponibles y tienen una radiografía muy precisa de dónde faltan profesionales. «La lista es larga. En la industria hace tiempo que faltan especialistas de electromecánica, soldadores, carretilleros.. Pero también hay déficit en otros ámbitos como de carniceros y pescateros», explica. Por otro lado, añade, está toda esa demanda creciente vinculada a la digitalización (informáticos, programadores, marketing online) y de sanitarios. «Y siempre hay escasez de comerciales».

La razón de que los jóvenes no cubran estos puestos tiene mucho que ver, afirma, con que se han orientado en exceso hacia las carreras universitarias tradicionales, cuando hay mucha más demanda de perfiles de Formación Profesional (FP). «Son estudios muy orientados al mercado laboral, que encima se pueden complementar con la Universidad. Pero siguen sin tener el éxito que debieran entre los jóvenes, especialmente entre las mujeres. Es una pena». Añade, también, que el inglés es imprescindible.

Los jóvenes salen muy formados de la Universidad. Muchos con uno o dos máster e idiomas. Pero se encuentran con salarios bajos y una alta temporalidad». Es la crítica que hace Idoia Peñacoba, secretaria académica de Mondragon Unibertsitatea. Ella defiende que se está haciendo una gran esfuerzo para adaptar las carreras a lo que demanda el mercado laboral, muy exigente y cambiante. «Es difícil seguir el ritmo, pero nosotros, por ejemplo, ya tenemos un grado de 'business data analitycs' y máster de ciberseguridad y big data. Y también se están adaptando las carreras tradicionales a un nuevo enfoque digital».

Es cada vez más habitual, dice, que los alumnos completen el grado con un máster de especialización. «En Mondragon Unibertsitatea tenemos una empleabilidad muy alta, sobre todo si han hecho formación dual. Pero otra cosa es la calidad del empleo. Según nuestro estudio, al de tres años de graduarse un 45% sigue temporal y con salarios más bien bajos».

¿Y cuando están formados en esas áreas tecnológicas tan demandadas? «Entonces sí se paga muy bien para atraer el talento».

En la Formación Profesional es donde se hace más patente esa paradoja entre el alto paro juvenil y la demanda no cubierta de muchos profesionales, desde fontaneros a programadores informáticos. Lo explica con números el viceconsejero, Jorge Arévalo. «Este año tenemos matriculados 45.310 alumnos y nos harían falta 10.000 más para 2024-2025, cuando se van a disparar las jubilaciones. No damos abasto. En dos o tres años va a haber un grave déficit».

Pero, claro, esa demanda está concentrada en unas ramas y Arévalo advierte del «desajuste que existe entre lo que se estudia y lo que se necesita». Faltan perfiles ligados a la digitalización pero también soldadores, fontaneros, carniceros... Sin embargo, sigue habiendo muchos estudiantes que eligen ramas con pocas salidas.

El viceconsejero anima a los jóvenes a que vean la FP no solo como una buena forma de acceder al mercado laboral, sino como un camino que se puede completar con la Universidad. «Solo con un año más de estudios pueden tener un perfil muy completo». Y otro mensaje para las mujeres: que se animen a estudiar ramas industriales.