
«Entre contratar a un mayor de 50 y un joven, me quedo con el primero»
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La entrega y el compromiso del talento sénior cotizan al alza en un mercado laboral en cifras récord y aquejado por un grave déficit de profesionales cualificadosEl mercado laboral vasco discrimina a los mayores. Es lo que se conoce como 'edadismo' y hay múltiples estadísticas que lo evidencian. Para empezar, la ... del paro. Cuando una persona de cierta edad cae en el desempleo es muy difícil que salga. Por eso los mayores de 50 años copan el paro de larga duración, aquel que se prolonga más allá de un año. En concreto, hay más de 47.300 desempleados vascos que rebasan la cincuentena y de ellos 30.000 llevan en esa situación más de doce meses, el 56% del total.
Por mucho que la cifra pueda estar inflada por las prejubilaciones, es un claro ejemplo de la resistencia de las empresas a contratar a mayores. Algo que se vio en un reciente experimento de la Fundación Iseak: se mandaron cientos de solicitudes con dos currículum gemelos, en los que la única diferencia era la edad: el más joven (35 años) recibió el doble de invitaciones que el de 49 años.
Pero esta realidad también convive con otra y es que las empresas cada vez valoran más el talento 'sénior', sobre todo en el actual contexto de falta de profesionales en múltiples sectores. Las empresas advierten una y otra vez de que no encuentran perfiles cualificados para cubrir sus vacantes en un mercado laboral en ebullición que no para de encadenar máximos históricos y se ha asentado ya por encima del millón de cotizantes.
El déficit de trabajadores es un factor que impulsa las contrataciones con todas las franjas de edad, pero además hay un creciente interés por las generaciones mayores y su actitud ante el trabajo. «Si me das a elegir entre contratar a un mayor de 50 años y un chaval joven, me quedo con el primero», dice Iñigo Béjar, fundador de E&M Combustión, que acaba de fichar al venezolano César Flores, que tiene ya 55, según explica en este reportaje de EL CORREO que cuenta otras dos historias similares. Los empresarios valoran la cultura del esfuerzo de los trabajadores de más edad y su mayor nivel de compromiso.
En aras de apoyar la empleabilidad de los parados mayores de 50 años, el Gobierno vasco puso en marcha a mediados de noviembre un programa que subvenciona con hasta 17.000 euros la contratación de estos perfiles, con la condición de que el desempleado lleve menos de un año en esta situación. Desde que se implantó, se han recibido ya 219 solicitudes, 132 en Bizkaia, 53 en Gipuzkoa y 34 en Álava. El 23% de las peticiones vienen de la industria manufacturera y casi un 22% del comercio y la reparación de vehículos.
Buscar una salida a los mayores es crítico en esta Euskadi envejecida en la que la población activa de más de 55 años no ha parado de crecer en los últimos años y ya roza las 250.000 personas, por encima de los menores de 35 años, que solo son 236.000 y bajando.
Óscar Zornoza | Dueño de Bilco Clima y Koldo Orella | Contratado con casi 55 años En la empresa de climatización necesitaban gente y Koldo acaba de formarse en el sector
A Óscar le va muy bien el negocio que montó con un socio el año pasado de sistemas de climatización. «Trabajábamos por cuenta ajena y decidimos dar el salto y abrir nuestra propia empresa. Hay mucho mercado con esto del 'Bilbao tropical' y cada vez más casas demandan ventilación», relata. Clientes no les faltan pero trabajadores sí. «Es muy difícil encontrar gente de confianza, con ganas de trabajar».
En su búsqueda se encontró con Koldo, que este año cumplirá 55 años, y no lo dudaron un momento. Le han contratado. «Luego en la gestoría nos dijeron que entrábamos en el programa de ayudas del Gobierno vasco por incorporar a parados mayores de 50 años, pero eso no ha sido determinante», asegura Óscar. Para él la edad no es un problema sino una ventaja. «Los chavales se te van de repente porque les sale otra cosa. La gente de más edad es más responsable y te da tranquilidad», dice.
Por su parte, Koldo buscaba empleo en Bilbao, su ciudad natal, tras regresar de Pamplona para cuidar a su madre. «Tiene ya 84 años y necesita alguien cerca». Él ha tenido que reinventarse para encontrar trabajo, pero no es la primera vez que lo hace. Tiene mucha vida laboral a sus espaldas.
«Empecé muy joven, con 15 años, mientras hacía FP de electricista y electrónica. Me tocó la reconversión industrial y me metí en el metal, luego en matricería». Llegó a tener su propia empresa, una de transporte de paquetería. «Pero en 2011 se fue todo a pique y tuvimos que cerrar».
Fue entonces cuando se marchó a Pamplona. Allí volvió a trabajar como asalariado, primero en una empresa de estampación para el sector de automoción y luego en una de transportes. Pero por su madre decidió que tenía que volver a Bilbao.
«Pedí una excedencia y vine sin nada. Analicé dónde había trabajo y me informé de que en el sector de climatización necesitaban gente. Me apunté en Lanbide y me formé en el centro de Otxarkoaga. Hice un curso y ahora estoy apuntado en otro de frío».
A través de un compañero que conoció en la formación contactó con Bilco Clima. Considera que «el que se esfuerza encuentra empleo», pero «tienes que ser tú el que te busques la vida porque nadie te orienta hacia dónde tienes que ir». Koldo ha encontrado una salida y Óscar un trabajador de confianza.
Iñigo Béjar | Fundador de E&M Combustión y César Flores |Contratado con 55 años César, ingeniero venezolano, tuvo que dejar su país y ha sido fichado por E&M Combustión
En la sala de reuniones de E&M Combustión hay un mapamundi lleno de chinchetas con las delegaciones que tiene por los cinco continentes. Su fundador, Iñigo Béjar, lo muestra orgulloso para ilustrar lo lejos que ha llegado su empresa de quemadores industriales de alta tecnología en sus dos décadas de vida. Anda, sin embargo, desesperado en los últimos años por las dificultades para encontrar profesionales.
«Faltan electricistas, ingenieros, soldadores y los caldereros son como los 'koalas', una especie en extinción», se lamenta. «También hay una escasez crítica de técnicos de mantenimiento, que requieren formación, aprendizaje y disponibilidad para viajar».
Se queja de que los jóvenes tienen una actitud muy diferente ante el trabajo y «priorizan vivir bien», con lo que muestran rechazo a viajar. «No tenemos capacidad de elegir y si encontramos un perfil que encaja, le contratamos. Pero si me das a elegir entre un mayor de 50 y un chaval, me quedo con el primero», asegura.
Cuando le pusieron en contacto con César Flores, de 55 años, le contrató inmediatamente. «Llegó por la Federación Vizcaína del Metal (FVEM), que tiene un servicio de empleo muy eficaz», explica Iñigo. Para César también fue providencial la ayuda de la patronal. «En ese momento me estaba quedando sin dinero. Me asesoraron y me buscaron este trabajo, que me salvó la vida».
Está lleno de agradecimiento por todo el apoyo recibido desde que llegó a Euskadi a finales de 2022. Tuvo que marcharse de Venezuela por la caótica situación del país y dejar atrás todo lo que había logrado, que era mucho. Formado como ingeniero electrónico y con una maestría en gerencia, trabajó en multinacionales como Procter&Gamble y Heinz. Después creó su propia empresa de embutidos. «Pero no funcionaba nada y te cobraban mordidas por todo».
Cuando vino a Euskadi tuvo que empezar de cero, sin papeles. Asesorado por una asociación pidió asilo político, lo que le dio acceso a un permiso de trabajo al cabo de un año. En ese tiempo buscó ocupaciones en 'negro'. «Estoy agradecido a ese abogado y también a Lanbide. Me permitieron hacer un curso de alto nivel de 600 horas en Mondragón de gestión de proyectos de automatización industrial a coste cero. Me sorprendió que muchos de los que lo empezaron no lo acabaron. Viniendo de Venezuela, me impresiona lo bien que funciona todo aquí».
Marcos González | Dueño de Oreka Logística y Joserra Atxutegi | Contratado con 51 años Oreka Logística se ve frenada para captar nuevos clientes por la falta de camioneros
«No encontramos chóferes y eso nos frena para coger nuevos clientes y crecer más», dice Marcos González, dueño y gerente de Oreka Logística, una empresa de distribución y almacenaje de alimentación seca ubicada en Amorebieta. La compañía marcha muy bien tras haber superado crisis como la de 2012, cuando estuvieron en la cuerda floja. «Pero entonces nos entraron dos clientes potentes, Berlys y Montfrisa, y eso nos permitió salir adelante». Ahora, como en otros muchos sectores, el principal problema es la falta de profesionales.
«Tenemos una plantilla de 41 chóferes. Es un trabajo relativamente cómodo en el sentido de que la ruta de más distancia es a Madrid. Se pasan pocas noches fuera. La gente que está con nosotros no se nos va, pero es difícil encontrar nuevos trabajadores», explica González. Señala que tienen una competencia muy fuerte en las empresas públicas, que ofrecen salarios y condiciones mejores que en el ámbito privado.
Hace dos meses contrataron a Joserra, que a sus 51 años se ha reinventado y ha pasado de un trabajo de oficina en una consultora a conductor de furgoneta y próximamente de camión. «Tengo una vida laboral muy movida pero en los últimos 13 años he estado en una consultora en Madrid trabajando en un proyecto para una multinacional de telecomunicaciones. Pero por motivos personales regresé a Bilbao con mi pareja», explica.
Tras su retorno al País Vasco buscó trabajo en diferentes sectores, pero solo encontró ocupaciones temporales. «Con esta edad no es fácil conseguir un contrato en condiciones. He pasado hasta por una compañía de explosivos», dice. A través de un conocido se puso en contacto con Oreka Logística y por fin atisba la estabilidad que quería.
Como no tenía permiso de camión ahora distribuye con una furgoneta. «Hago rutas a Zaragoza, Valladolid y Asturias. Allí tengo como mucho uno o dos clientes con lo que llego, descargo y vuelvo. Si me organizo bien puedo regresar para la hora de comer», dice.
Al ver la demanda de conductores de camión se está sacando el carné. «El curso de capacitación (CAP) son dos meses. En breve me voy a examinar», apunta satisfecho de haber encontrado su camino.
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