Torres pierde la batalla: ¿se verá obligado a dimitir el presidente del BBVA?
La operación le deja tocado, pero el prometido reparto de dividendos también compromete a Josep Oliu
Clara Alba y L. Irigoyen
Viernes, 17 de octubre 2025, 01:34
«No voy a dimitir si no sale la opa». Son las palabras con las que el presidente de BBVA, Carlos Torres, lleva defendiendo desde ... enero que su mandato al frente de la entidad vasca está completamente al margen de la operación bancaria de la década. Sin embargo, el fracaso del resultado final puede dejar debilitada la imagen del banco y, especialmente, la de su presidente, que tropieza con esta dos veces en la misma piedra, tras el anterior intento fallido de fusión con Sabadell en 2020. La propia entidad lo reconocía en uno de los documentos remitidos al supervisor durante el proceso, recordando que la imposibilidad de cerrar sus planes, como finalmente ha sucedido, «podría afectar de forma negativa a la reputación de BBVA y generar reacciones adversas en inversores y clientes, así como afectar negativamente a la relación de BBVA con sus empleados y sus clientes».
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Quienes le conocen bien aseguran que el directivo está dispuesto a mantener la estrategia independiente de BBVA. Y ya ha comenzado a hacerlo, anunciando anoche una «significativa» recompra de acciones adicional. Una fórmula para compensar el tortuoso trayecto que sus accionistas han pasado durante estos casi 18 meses, en el que han intervenido más participantes de lo que Torres hubiese deseado, como el propio Gobierno.
La vía hostil
Pese a todo, tras las negociaciones que no fructificaron en el anterior intento de unión con Sabadell, la vía hostil tampoco ha servido para que el pez grande se coma al chico. Y todas las miradas se centran ahora en la posibilidad de que los accionistas -y el consejo- puedan cuestionar a su presidente, tras todo este tiempo en el que la gestión del banco ha estado centrada en la opa, arriesgándose a una merma de clientes, de millones de euros y también reputacional.
Aunque su gran contribución al banco sigue siendo la digitalización, hacerse con Sabadell se ha convertido en una cruzada casi personal. Toda una declaración de intenciones del poder para redefinir el mapa bancario español, al margen del sentido estratégico de la operación -que todos los análisis avalan- para consolidar su negocio en el país y amortiguar los posibles impactos de su exposición a emergentes. Pero el gigante, Goliat, se encontró en el camino con un David que, a sus 75 años y con 26 a sus espaldas al frente del Sabadell, se ha erigido como vencedor del proceso. El presidente de la catalana, Josep Oliu, ha dirigido estos meses la defensa numantina de la que es la cuarta entidad del país, en un periodo en el que el factor político ha jugado fuerte en la contienda. También las acusaciones de alto voltaje en las que el mercado ha olvidado el buen trato que habían mantenido las partes públicamente, bajando incluso en ocasiones al terreno de lo personal.
Contar con el apoyo 'popular', especialmente de los minoristas con fuerte arraigo a la entidad, ha sido clave para la estrategia de Oliu. Pero la duda ahora es si esta será su última batalla al frente de la entidad, o tiene planeado aprovechar el momento -posiblemente uno de los más satisfactorios para él como líder de un banco- para dar un salto en el mercado nacional, ahora que la entidad ya no tiene presencia en Reino Unido tras la venta de su filial británica TSB. Para ello, Oliu -o quien le suceda, si decide retirarse por la puerta grande- podría abrir la puerta a convertirse en el pez grande que se come al chico, buscando una fusión con competidores de menor tamaño. De momento, cuenta con el megadividendo de 2.500 millones de euros de TSB para mantener la confianza de sus inversores ante la posibilidad de que las acciones del banco sufran una severa corrección, ahora que ya no es objetivo del BBVA.
Mirar al futuro
Carlos Torres sabe que la remuneración al accionista también es clave para apaciguar al mercado. De ahí que anoche la entidad se apresurase a sacar músculo en términos de generosidad con el mercado. «En BBVA miramos al futuro con confianza y entusiasmo, contamos con un banco en su mejor momento, un equipo comprometido y una hoja de ruta clara para seguir creciendo y creando valor para nuestros accionistas, clientes y la sociedad», aseguró ayer el banquero, en la que a buen seguro fue una de sus noches más difíciles de digerir.
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