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Súper sin cajas para pagar, tranvías sin conductor o IA para detectar tumores: en esto trabaja Euskadi con la Inteligencia Artificial

Súper sin cajas para pagar, tranvías sin conductor o IA para detectar tumores: en esto trabaja Euskadi con la Inteligencia Artificial

Uno de cada cuatro desarrollos en España se gesta en el País Vasco. Ya aplicamos la IA en industria, comercio o salud.

Sábado, 18 de noviembre 2023

Solo hay una certeza sobre el mundo de mañana: que será diferente al de hoy. Nada permanece inmutable, y los avances tecnológicos aceleran de forma exponencial la velocidad a la que se producen los cambios. Como sucedió anteriormente con los saltos que propiciaron la máquina de vapor o internet, la era que eclosiona ahora estará marcada por el desarrollo de una tecnología clave: la inteligencia artificial (IA). Impulsada por ámbitos como el 'big data' o la computación cuántica -datos y potencia de computación-, va a tener un profundo impacto en la Humanidad.

«Va a ser la mayor revolución que vivamos», avanza Josu Bilbao, director de Electrónica y Tecnologías de la Información y la Comunicación del centro tecnológico Ikerlan. «La pregunta ya no es qué sectores va a cambiar sino cuál no», añade Laura Marrón, directora general de BAIC, el Centro Vasco de Inteligencia Artificial. La gran incógnita, como sucede con toda tecnología disruptiva, está en si su despliegue va a ser netamente positivo para la humanidad o si, como sostienen algunos científicos, pone en peligro hasta su propia supervivencia.

La mayoría se decanta por la primera opción. Pero nadie oculta que existen riesgos. «¿Qué haremos cuando tengamos entre manos algo que sea mucho más inteligente que el más inteligente de los humanos?», se preguntaba Elon Musk. Ana Herrán, profesora de Derecho Civil de la Universidad de Deusto, está convencida de que cualquier respuesta que se dé tiene que llegar dentro de un marco legal que proteja los derechos y los intereses de la ciudadanía. «Es esencial que la inteligencia artificial tenga un desarrollo ético. Que sea una herramienta al servicio de las personas y no para sustituirlas», analiza, señalando que el mundo debería buscar un consenso en el marco de Naciones Unidas para redactar una convención que evite los desmanes. «Hay que generar confianza en las personas y en las empresas», sentencia.

Euskadi se sube al tren

Otro de los temores más extendidos es que la IA abra una nueva brecha entre los territorios y las empresas que desarrollan sus sistemas y quienes no tienen los recursos materiales y humanos para hacerlo. Porque esta tecnología impulsa un espectacular incremento de variables como la eficiencia y la productividad, ofreciendo una ventaja económica más que relevante. Por eso, diferentes iniciativas públicas y privadas tienen como objetivo que el País Vasco no pierda este tren en el que parece que la locomotora solo puede ser estadounidense o china.

«Desde fuera se nos mira con envidia, sobre todo porque existe una buena colaboración público-privada en la que están involucradas universidades, parques tecnológicos y empresas»

Josu Bilbao

Director de Electrónica y Tecnologías de la Información y la Comunicación de Ikerlan

«Tenemos un ecosistema de gran valor. En torno al 10% del desarrollo de la IA en Europa se da en España, y, de ese porcentaje, Euskadi acapara en torno al 25%. Desde fuera se nos mira con envidia, sobre todo porque existe una buena colaboración público-privada en la que están involucradas universidades, parques tecnológicos y empresas», comenta Bilbao, que ya aprecia 'campeones ocultos' también en el sector de la IA vasca.

Esa colaboración, que nace en el desarrollo teórico y culmina en aplicaciones prácticas, también es clave para Marrón, «porque la IA plantea un reto que nadie puede afrontar solo». No obstante, la responsable de BAIC advierte de que la mayor dificultad no está en la tecnología sino en la adaptación de la ciudadanía. «Vamos a tener que salir de nuestra zona de confort para aprovechar la oportunidad que se presenta, y acostumbrarnos a la formación continua. Tenemos que abrazar los cambios, no resistirnos a ellos», advierte. Las bases para el éxito, subraya Marrón, están puestas, y Euskadi cuenta ya con más de un centenar de proyectos en diferentes ámbitos.

Poner los datos en orden

Big Data

Poner los datos en orden

De momento, los sistemas de inteligencia artificial son, sobre todo, asistentes de los seres humanos en todo tipo de tareas: desde la industria pesada hasta el diagnóstico de pruebas médicas, pasando por el análisis bancario para conceder créditos o la conducción autónoma de vehículos. «La IA debe ser capaz de percibir el entorno -ya sea a través de sensores o de cámaras-, de comunicarse -con cualquier tipo de interfaz, visual o de voz-, y de planificar actuaciones para alcanzar los objetivos que se buscan», explica Jose A. Lozano, director del centro vasco de investigación en matemática aplicada BCAM y catedrático de la UPV/EHU.

Hasta ahora, el punto de partida es la recopilación de multitud de datos que permitan a la IA aprender para realizar predicciones y, en última instancia, prescribir actuaciones. Pero no todas las empresas pueden permitirse desplegar estos sistemas. Sobre todo las pymes, que dibujan la mayor parte del tejido empresarial vasco. «Hace falta que estas tecnologías se democraticen», comenta Alberto Díaz, responsable de Transformación Digital de Euskaltel Empresas.

Con ese fin, la tecnológica ha desarrollado la plataforma Mileva, bautizada en honor de la mujer de Einstein. «Basada en 'software' libre, permite filtrar y limpiar los datos que la empresa recopila para que la IA pueda sacarles partido», explica Díaz, recalcando que Euskaltel no solo ofrece la tecnología, sino también el personal necesario para gestionarla. La clave está en obtener datos, sí, pero es requisito indispensable que sean relevantes y de calidad. Y esa no es una tarea sencilla. «Mileva ayuda», sentencia Díaz. Cadenas como Parfois ya la utilizan «para hacer converger los datos de más de mil tiendas y lograr así hacer predicciones de consumo».

Hacia un 'súper' sin personal

Comercio

Hacia un 'súper' sin personal

Sin duda, uno de los ámbitos en los que más se nota ya el uso de algoritmos es el comercial. «Ya sea para personalizar los anuncios que aparecen en redes sociales, elegidos en base a las búsquedas que realizan los usuarios, o para hacer recomendaciones como las que Netflix o Spotify lanzan en función de los gustos de cada uno. Funcionan muy bien», analiza Iker Pastor, responsable del Máster en Sistemas Inteligentes de la Universidad de Deusto.

Pero no hay que ir hasta Estados Unidos o China para encontrar especialistas diseñando estos algoritmos. Del departamento de Pastor ha salido el que utiliza Uvesco -matriz de los supermercados BM- para segmentar a los clientes según sus compras y ofrecerles ofertas personalizadas. La tarjeta de fidelización permite a la empresa captar los datos que necesita y ofrecer a sus clientes descuentos y vales en campañas promocionales mucho más efectivas. «Y esto se puede integrar en la aplicación móvil», añade el docente de Deusto.

En la UPV trabajan en otro sistema de IA para crear supermercados sin cajas ni personal de atención al cliente. Son establecimientos que ya están abiertos en países como China y que funcionan combinando la visión computarizada -las cámaras detectan lo que cada usuario mete en la cesta- con los pagos electrónicos -el importe se calcula y se deduce directamente del sistema de pago elegido-. «El nuestro aún está en fase de propuesta, pero nos permite ir afinando los métodos de identificación de personas y de defensa ante un hipotético ataque contra el sistema», comenta Lozano.

Clave en la productividad

Industria

Clave en la productividad

En cualquier caso, y como es lógico teniendo en cuenta la tradición de Euskadi, la mayoría de los proyectos de IA vascos se centran en el ámbito industrial. «Tenemos 59 casos de uso ya desplegados en fabricación avanzada», informa Marrón. Los hay de todo tipo, aunque la mayoría se centra en control de calidad y la predicción de errores. «Estamos trabajando en un sistema para clientes como Airbus o ITP capaz de reducir sustancialmente el rechazo y la rectificación de piezas. Teniendo en cuenta que pueden costar hasta medio millón de euros, suponen un gran ahorro», comenta Rafael Lizarralde, director de Tecnología y Transferencia del centro tecnológico Ideko, el brazo de I+D del grupo cooperativo Danobat.

La máquina herramienta que comercializa también incorpora sistemas capaces de predecir su evolución y las actuaciones de mantenimiento necesarias para evitar errores que, de otra forma, serán inevitables. «Se trata de optimizar la producción en base a las variables que interesen. De momento, siempre bajo la supervisión de un ser humano», comenta Lizarralde, para quien «la IA es una de las herramientas más importantes en la culminación de la industria 4.0».

En Deusto también se han puesto a trabajar con empresas para buscar soluciones en procesos de control de calidad. «Para la planta de Mercedes en Vitoria desarrollamos un sistema que predice la calidad del esmaltado de las furgonetas. Se le dan todos los parámetros relevantes y avisa de un error que se va a producir y de por qué», cuenta Pastor.

Son avances muy interesantes para las empresas, pero los expertos están divididos en cuanto a su impacto en la mano de obra. Hay quienes sostienen que estos sistemas redundarán en una mayor formación de los trabajadores. Otros, sin embargo, señalan que facilitarán que perfiles menos cualificados lleven a cabo tareas más complejas. «Desarrollamos la interacción natural con las máquinas, por ejemplo a través de comandos de voz, para que un técnico no cualificado pueda utilizar sistemas complicados. Y, para que, en última instancia, los problemas se solucionen de forma autónoma», explica Bilbao.

Los detractores de estos avances consideran que los trabajadores irán perdiendo capacidades y que tendrán problemas para resolver los problemas que surjan. Un ejemplo son los pilotos de avión: cualquiera puede ir al mando si activa el piloto automático, pero si este falla hacen falta competencias que se pueden haber erosionado. Para muchos, la solución pasa por la automatización total, como la de los coches que ya se pueden ver en carreteras de Estados Unidos y China o los ferrocarriles sin conductor cada vez más extendidos. Ikerlan, por ejemplo, trabaja en el desarrollo del tranvía autónomo de Florencia y desarrolla un sistema electrónico para visión artificial de 360 grados a larga distancia, con el objetivo de garantizar la seguridad de los vehículos sin conductor.

IA para detectar tumores

Salud

IA para detectar tumores

Es una coyuntura en la que muchos se preguntan si la IA no acabará siendo más efectiva y precisa que los seres humanos en multitud de labores. Y, sin duda, uno de los sectores en los que más se va a hacer notar es en la salud. De momento, los algoritmos asisten a radiólogos y otros especialistas en el análisis de pruebas diagnósticas por imagen. Y, en muchas ocasiones, su capacidad para acceder a una vasta base de datos hace que sean capaces de ver un tumor donde un ojo experimentado no repara.

«Algunas especialidades van a cambiar por completo», avanza el doctor José Luis Neyro, presidente de la Sociedad Iberoamericana de Osteología y Metabolismo Mineral. «Y la IA va a poner en solfa a todos los médicos que se resistan a formarse constantemente», añade. Porque, en su opinión, estos avances permitirán «la detección temprana de enfermedades prevenibles, como el cáncer de cuello uterino, la personalización de terapias y de fármacos, y el diseño de sistemas de asistencia mucho más eficaces».

Neyro codirige un macroestudio con mayores de 65 años que tiene como objetivo predecir cuál será el mejor planteamiento de asistencia sanitaria en el futuro. «Correlacionamos parámetros bioquímicos con diferentes variables del deterioro del organismo para programar la asistencia sanitaria», explica. La IA puede así acabar determinando cuándo y por qué vamos a morir. «Pero también qué podemos hacer para vivir más y mejor», puntualiza el médico.

Los equipos de Lozano también trabajan en sistemas de salud. Concretamente, en el modelado matemático para predecir lo difícil que será intubar a un paciente partiendo de imágenes de su cara y en sistemas que determinan qué embriones tienen más posibilidades de resultar viables en procesos de reproducción asistida, aunque este es un asunto éticamente peliagudo. Y una doctoranda en el departamento de Pastor busca algoritmos que encuentren los patrones de recombinación del VIH para ver si se pueden generar nuevas secuencias genéticas que sirvan para predecir futuras recombinaciones y ayudar así a la creación de una vacuna.

Un arma contra la polución

Energía y medio ambiente

Un arma contra la polución

Entre los aspectos más positivos de las capacidades que actualmente tiene la Inteligencia Artificial está el impacto que puede tener en los sectores de la energía y del medio ambiente. En el primero, destacan los sistemas predictivos. Ikerlan ha diseñado uno que ofrece «modelos de predicción, basados en factores endógenos y exógenos para predecir, con alta precisión, la energía que se va a generar en cada instante». Se puede combinar con otro proyecto, ganador del Premio Retina Eco, que permite la optimización del almacenamiento en baterías y calcula su degradación.

Por otro lado, la Unidad Analítica del Dato de Iberdrola, dentro del centro mundial de redes inteligentes que la energética vasca tiene en Larraskitu, ha logrado prever con gran exactitud el tiempo que durará una incidencia en la red de distribución. «Se calcula con toda la información disponible durante los primeros 15 minutos desde que se genera la incidencia en nuestro sistema y desde Servicios al Cliente se informa a nuestros clientes de forma proactiva», comenta Javier Ontañón, responsable de Gestión del Dato de i-DE. «Estos modelos se actualizan con las incidencias nuevas semanalmente y gracias a ellos en un porcentaje muy elevado de casos la incidencia se resuelve antes del tiempo notificado a los clientes», añade.

En el ámbito medioambiental, Tecnalia desarrolla con otras instituciones para el Puerto de Bilbao un sistema para reducir el impacto medioambiental que tiene la manipulación de materiales en polvo, como puede ser el cemento. «Por un lado, hace una monitorización constante de datos meteorológicos y de partículas en suspensión que permite analizar quién contamina, cuánto y cuándo. Por otro lado, con las previsiones del tiempo, determina el impacto medioambiental que tendrá la operativa del puerto de las próximas 24 horas para que el gestor pueda decidir qué modificaciones hacer», explica Ales Padró, uno de los responsables de este proyecto que se puede extender por el resto de puertos españoles.

Su compañero en Tecnalia, Ekain Cagigal, está inmerso en otro proyecto que tiene como objetivo impulsar la economía circular facilitando la recuperación de diferentes materiales, sobre todo residuos de construcción y baterías. «Son muy heterogéneos y eso dificulta el reciclado, pero con el uso de sensores fotónicos podemos medir en tiempo real diferentes variables propias de un laboratorio para inferir el tipo de material y su pureza mientras pasa por una cinta en movimiento», cuenta. Así se lográ gestionar mejor los materiales y reducir el consumo de materias primas. «Es un sistema que se puede implementar en otros ámbitos, como el procesado de basura urbana», ejemplifica Cagigal, que prevé desplegar las primeras aplicaciones prácticas en un plazo de dos a cinco años.

¿Y si la IA nos supera?

Creatividad

¿Y si la IA nos supera?

Para el público general, la IA es ahora equivalente a ChatGPT, un servicio que se ha popularizado entre todo tipo de personas, desde estudiantes que cambian 'El rincón del vago' para generar trabajos hasta artistas que retocan fotografías o lo utilizan para impulsar su creatividad. «Cuando empecé a trabajar en este campo, hace 20 años, habría imaginado coches autónomos, pero no algo así», reconoce Bilbao. La evolución de la IA generativa es tan rápida como imparable, y demuestra que incluso las profesiones creativas, en las que no se esperaba que fuese a tener impacto, están en peligro.

«Es evidente que hay que regularla con baremos técnicos y humanísticos, y que debe ser transparente y explicable», demanda Bilbao. «Se tardó mucho en crear la primera bomba atómica, pero ahora los avances en IA se hacen a toda velocidad y mañana ya los puedes poner en marcha», añade Lozano. En el aire flota cada vez más la idea de la singularidad, ese momento en el que la IA trascienda los modelos actuales para ser capaz de relacionar conceptos, sentir y, finalmente, superar al ser humano en todos los ámbitos. Eso de lo que Musk advierte.

Los expertos difieren en el tiempo que se tardará en llegar a ese punto, pero ninguno es capaz de negar que se vaya a alcanzar en algún momento, y no muy lejano. «Espero que no suceda, pero, si continúamos evolucionando, científicamente es posible», sentencia Pastor. La regulación es clave para controlar el rumbo. «La IA debe ser un copiloto, pero no se debe delegar en ella», comenta Marrón. «Debe permitir que nos concentremos en trabajos más satisfactorios y menos repetitivos», añade. El problema, como apunta Pastor, está en que «siempre habrá países o personas que se salten las normas».

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