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El equipo de la 'startup' para aficionados a los videojuegos Streamloots en su oficina de Valencia. Damián Torres
Streamloots: atento a la jugada

Streamloots: atento a la jugada

B-venture ·

Los usuarios de su plataforma pueden pagar a sus 'e-gamers' favoritos por darles clases, retarles en partidas o proponerles desafíos

Iratxe Bernal

Bilbao

Lunes, 15 de octubre 2018, 15:49

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Quien demuestre su valor y consiga los mejores aliados en 'La grieta del invocador' podrá luchar en el campo de batalla de 'El bosque retorcido' o 'El abismo de los lamentos'. Al común de los mortales este recorrido le sonará a serie fantástica de ambientación medieval, una de esas en las que los héroes entran en combate, defienden fortalezas y sortean hechizos para proteger a su rey. Y en algo se parecen. 'League of legends' tiene tan enganchados a sus fieles como 'Juego de tronos' a los suyos. Este videojuego lanzado hace ya casi una década es el máximo representante de un fenómeno, los deportes electrónico -'e-sports'-, que crece imparable y que mueve ya mucho dinero a su alrededor.

Hay 'e-gamers' profesionales, equipos, campeonatos, divisiones, descensos, patrocinadores, apuestas... Y mucho público dispuesto a pagar ya no solo por jugar, sino por ver jugar a otros. Por ver a los mejore 'e-gamers' en acción. De hecho, hay algunos jugadores -los 'streamers'- que retransmiten sus partidas o incluso su sesiones de entrenamiento a través de plataformas como YouTube y tienen miles de seguidores.

«Los jugadores de 'e-sports' han pasado de ser frikis a convertirse en masa y entre ellos hay auténticas estrellas con fans dispuestos a gastar dinero», explica Vicent Martí, uno de los fundadores de Streamloots, una 'startup' valenciana que precisamente permite a esos aficionados comprar interacciones con sus ídolos. «Del mismo modo en que si te gusta el fútbol disfrutas jugando pero también viendo partidos y después incluso te compras la camiseta de tu equipo, los aficionados a los videojuegos son muy fieles a sus 'streamers' favoritos. A mí hay algunos que me parecen portentos. En algunos juegos hay una cantidad increíble de variables que pueden alterar el resultado de una partida. Y que sean capaces de tenerlas todas en la cabeza y tomar decisiones brillantes en milésimas de segundo, me maravilla. En el fútbol, al fin y al cabo, no hay más variable que el balón y mira cuántos aficionados tiene», ríe.

En datos

  • Streamloots . Plataforma para que los aficionados a los juegos electrónicos compren interacciones con jugadores.

Martí conoció a Javier Pastor, José Miguel García y Alberto Martínez, los otros tres promotores de la plataforma, en una aceleradora. Ellos ya tenían predilección por el mundo de los videojuegos y sondeaban sus posibilidades como nicho de negocio y Martí, que pertenecía a otro proyecto, «se dejó liar» para poner en marcha una especie de bolsa de valores para quienes quisieran invertir en el progreso de jugadores o creadores de videojuegos.

«Al cabo de dos meses vimos que era mejor optar por un modelo de negocio que se basara en una interacción con los jugadores mucho más activa», explica Martí. ¿Qué tal, por ejemplo, si diéramos a los aficionados la oportunidad de recibir clases particulares de los mejores? ¿Y si les proponemos que les planteen retos?

Y eso es lo que desde ese año ofrece Streamloots a sus usuarios: la posibilidad de comprar «tarjetas virtuales» que les dan la opción de pedir algo a su jugador favorito. Desde jugar una partida con ellos a prohibirles usar una determinada tecla durante una hora; a jugar con una sola mano o disfrazado de dinosaurio. Una locura, sí, pero medida. Son los propios jugadores los que dicen qué retos o propuestas están dispuestos a aceptar, y sólo esas se pasan a las tarjetas que los seguidores compran en la plataforma de Streamloots como quien adquiere sobres con cromos de fútbol. Sin saber qué hay dentro. La diferencia es que los prosaicos y analógicos sobres han sido sustituidos por misteriosos cofres digitales.

Cada cofre contiene tres cartas y es el 'streamer' quien establece el precio, que nunca baja del euro. «Algunos de los que tenemos en Estados Unidos lo venden a 8 euros y facturan 2.000 euros», subraya Martí. Por su parte, Streamloots se queda con una comisión -de hasta un 20%- de cada cofre vendido. «Ya tenemos un millar de 'streamers' vendiendo tarjetas y 2.300 ultimando su registro y diseño da tarjetas. Pero, además de los ingresos que puedan obtener, les damos la oportunidad de estar en una plataforma que les acerca a sus seguidores y les da la posibilidad de ganar visibilidad y más público», explica Martí.

La 'startup' quiere lanzarse ya a la conquista del mercado estadounidense y buscará financiación los días 16 y 17 en B-Venture, el mayor evento de financiación para 'startups' del norte de España. El encuentro está organizado por EL CORREO con el patrocinio del Gobierno vasco, la Diputación foral de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao, así como con la colaboración de Elkargi, Telefónica, BStartup de Banco Sabadell, Laboral Kutxa, CaixaBank y la Universidad de Deusto.

Un unicornio en Silicon Valley

Los promotores de Streamloots, conscientes del interés en monetizar el fenómeno de los deportes electrónicos, no dudaron en acudir a Silicon Valley a vender su proyecto. Por atreverse, uno de ellos incluso se animó a hacer un 'pich' ante posibles inversores ataviado con un gorrito de lana con forma de unicornio. Una pequeña locura que evidencia que éste es un nuevo tipo de negocio para un nuevo tipo de público. Y la idea gustó; la firma ha conseguido financiación de Adam Draper, inversor en empresas como Skype o Coinbase, y fue admitida en la aceleradora BoostVC en San Mateo, California.

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