La rebelión de los autónomos
Cientos de trabajadores por cuenta propia inician un movimiento para exigir una tributación más ajustada a su realidad
Sergio Llamas
Domingo, 7 de diciembre 2025, 00:40
El número de autónomos va de caída en Euskadi y se encuentra ya en mínimos en lo que va de siglo. Desde el techo alcanzado ... a comienzos de 2008, antes de que la crisis financiera impactara de lleno, se han perdido más de 23.000 trabajadores por cuenta propia (un 14%) hasta los 166.000 actuales. Una racha sin visos de mejorar en un momento de malestar que el pasado domingo se tradujo en una movilización con cientos de personas en Bilbao.
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Aunque el movimiento se da en toda España, en Euskadi la Plataforma por la Dignidad de los Autónomos toma cuerpo con pasos firmes. La protesta ha supuesto el germen de una iniciativa que parece replicar un recorrido similar al del movimiento de pensionistas. Esta semana varios afectados se reunieron para organizar una asamblea que dé voz a quienes quieran sumarse.
Paula Maridueña viene ejerciendo de portavoz con la esperanza de que el colectivo forme su propia junta. Ella se sumó al grupo hace mes y medio. Cuando surgió en Euskadi contaba con 15 personas, pero esta semana rozaba ya las 900. «Cogí el timón porque no podíamos quedarnos parados más tiempo», reconoce la joven que viene de vivir su propio desengaño como autónoma.
A finales de 2023 junto sus ahorros –20.000 euros– para reabrir un antiguo bar de Orozko y contratar a tres personas. Aunque el acogimiento fue bueno –«la gente estaba deseando que lo volviéramos a abrir y teníamos mucha clientela», admite–, tuvo que cerrarlo un año después aconsejada por sus asesores.
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«La inversión fue grandísima y cuando llegó la primera trimestral con el IVA, el IRPF, el gasto en luz, en agua, las basuras... era irrisorio. Me levantaba a las cuatro de la mañana para preparar tortillas y volvía a las siete de la tarde a casa, pero para cuando conseguí ganar algo me quedaban mil euros», detalla la joven, que atribuye parte de ese fracaso a los convenios de Bizkaia, ya que en su familia cuentan con negocios similares en otras comunidades que, con ingresos parecidos, son más rentables. «Es una pena porque la hostelería siempre ha sido mi pasión, pero es demasiado lo que se paga», se duele.
Carga fiscal
La carga fiscal representa la gran demanda de la plataforma, que quiere una rebaja de impuestos ajustada a su realidad. Se trata de una línea que desde hace tiempo viene explorando UPTA (Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos), que esta misma semana anunció la reclamación a las haciendas vascas de una rebaja del 5% en el pago del IPRF, que podría sufragarse a costa de las grandes empresas. Y no son las únicas peticiones. También exigen que se apruebe la exención del IVA para quienes facturen menos de 85.000 euros anuales, una medida que ya recoge la directiva europea desde hace cinco años, pero que sigue sin aplicarse en España.
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En relación a las cuotas a la Seguridad Social piden que sean «proporcionadas» porque no puede ser que «un autónomo pague lo mismo gane o no gane». El Gobierno central ha rectificado recientemente su propuesta de aumento de cuotas para 2026 y ante la falta de acuerdo social es muy posible que se prorroguen.
Y no es el único paso atrás. Esta semana el ministerio de Hacienda decidió retrasar un año la entrada en vigor del Verifactu, el sistema de verificación de facturas (similar en objetivos al Ticket Bai que ya se aplica en Euskadi) en pleno malestar de un colectivo hastiado que genera el 16% de todo el PIB de España.
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En este contexto, la plataforma de autónomos vasca avanza poco a poco, con espíritu asambleario. Para darse a conocer, los propios implicados se han dedicado a recorrer los negocios de su entorno informando de la iniciativa, y el mismo día de la manifestación se organizó una colecta rápida para costear los carteles y comprar un megáfono. Actualmente, su punto de encuentro está en las redes sociales (en Telegram, como @Manifestacion 30N Bilbo). El objetivo es hacer llegar su mensaje sin interferencias políticas, ni ideológicas.
«Llevo 20 años de autónoma con un negocio de estética en María Díaz de Haro y ha habido épocas muy buenas en las que casi ni te enterabas de que te pasaban el IVA, pero desde hace cinco años cuesta cada vez más», admite María Rábago, que este año se ha visto forzada a dejar de tener personas contratadas. Una decisión que, por desgracia, no lamenta. «Es la primera vez que respiro», confiesa tras un periodo en el que tuvo que tirar de familiares para cubrir las bajas de una empleada. El algunos casos, advierte, «son más las cargas que las contraprestaciones». Ahora admite que, aunque les toca meter muchas horas de trabajo, prefiere recibir menos clientes que exponerse a los costes que acarrean los pagos de nóminas a la Seguridad Social. «Es que los impuestos han subido muchísimo», explica, sin contar otros gastos como alquileres y compra de productos para tratamientos que suben «muy por encima» de lo que un negocio pequeño puede repercutir en sus márgenes.
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La trabajadora advierte que la situación de los autónomos viene sufriendo un deterioro continuo. Su padre, con otros dos socios, regentaba hace 40 años un negocio de reparación de electrodomésticos. «Tres familias vivían de aquello y eso ahora me parece imposible», compara.
22 céntimos por euro
El descontento salpica también a Alex Muñoz. En 2014 creó Exel Eventos que se encarga de la iluminación y música en conferencias, celebraciones, bodas... Pese a su experiencia y dar trabajo a varios empleados, sospecha que la mayoría no sabe lo que implica ser autónomo. «Como emprendedor he estado muchas temporadas sin cobrar y eso sin contar las preocupaciones que te llevas a la cama», subraya.
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Y es que, detalla, «de cada euro que ingresas entre impuestos y el gasto en trabajadores al final estás jugando con 22 céntimos para cubrir equipos, pabellones, luz, ordenadores... y de ahí tiene que salir tu propio sueldo», explica no sin admitir que le encantaría ingresar a sus empleados todo lo que paga por sus nóminas y que ellos se arreglaran con Hacienda «para que fueran conscientes de todo».
Conseguir un equilibrio lo paga en horas. En lo que va de año acumula ya 2.800 de trabajo, de lunes a domingo, y «aún falta diciembre, que suele ser un mes fuerte». «Cuando alguien me dice que quiere ser autónomo le digo que haga los cálculos al milímetro, porque en esto los gastos son una espiral en la que cada vez te ves más atrapado», afirma.
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Raúl Álvarez es pintor desde los 17 años. Ahora tiene 40 y cuenta con siete empleados que, como él, se dedican sobre todo a realizar encargos para empresas de decoración. «Cada vez nos lo ponen más difícil. Ya no puedes pagar un mínimo», sentencia, en un momento en el que también tiene que correr con el coste de las EPSV para sus empleados.
Las cargas son muchas, por ejemplo con los certificados. «Cada vez piden más. Aunque sean cursillos que ya hemos hecho los renuevan cada poco», explica. Una dificultad añadida que se suma a otras demandas. «Lo que hace falta es que nos tengan más en consideración y que regularicen los gastos que nos meten», defiende.
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