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En sus primeras declaraciones públicas desde que el consorcio vasco tomara el control de Talgo el viernes pasado –una operación que llegó a buen puerto ... después de meses de negociaciones a varias bandas y en la que tuvo que intervenir hasta el Gobierno central–, el lehendakari Imanol Pradales se refirió este domingo en Gernika a la importancia simbólica, política y estratégica que tiene que la empresa mantenga su «arraigo» vasco. Pradales precisó que se espera que en las próximas tres semanas se materialice ante la CNMV la compra del 29,7% de las acciones al fondo Trilantic por parte de Sidenor, Finkatuz, BBKy Vital. Será entonces cuando se renueve el Consejo de Administración y empiece a diseñar «un gran plan industrial para la compañía».
La intención del Gobierno vasco, que se ha asegurado capacidad de influencia en Talgo gracias a la participación del fondo Finkatuz en la operación, es relanzar el proyecto de la compañía en Euskadi «para que tenga un impacto económico, industrial y de empleo todavía más grande». En la actualidad, la planta de Rivabellosa –la más grande que tiene el fabricante de trenes en España– supone un impacto de 700 empleos directos, cuenta con 400 proveedores y genera 5.000 empleos indirectos. La intención del Ejecutivo, una vez asegurado que Talgo no cae en manos extranjeras, es consolidar y aumentar esta actividad.
Será el nuevo Consejo de Administración el que, dentro de la elaboración del plan industrial de la compañía que anunció Pradales, deba abordar el regreso de la sede social y fiscal a Álava. Una posibilidad que el lehendakari confía en que vaya a ocurrir. Se trata de una operación de enorme calado simbólico en una comunidad que en los últimos años ha visto salir los centros de decisión de grandes empresas como Gamesa o Euskaltel.
La cuestión es que Talgo tuvo que salir de forma forzada de Euskadi en la década de los 70, como consecuencia de la lacra del terrorismo. La sede ha estado desde entonces en Madrid, aunque su principal centro de operaciones fuera la planta alavesa. El consejero de Industria, Mikel Jauregi, se refirió el viernes a este clima político y social más propicio para el desarrollo empresarial. «Cualquiera que quiera desarrollar su proyecto industrial en Euskadi tiene las puertas abiertas», manifestó.
El traslado de la sede social a Álava, sin embargo, no supondrá un aumento sustancial de la recaudación, pues la compañía tributa en función de sus operaciones en el territorio. Lo que sí será relevante es el traslado de la unidad de I+D+i junto a decenas de profesionales cualificados.
En un momento en el que la industria europea se está viendo amenazada por la guerra comercial emprendida por Donald Trump, Pradales quiso poner en valor la capacidad de «competir en el mercado» que en estos momentos tiene Talgo. «La carga de trabajo es muy relevante», apuntó para después señalar que su cartera de pedidos es superior a los «4.000 millones».
El temor a que las políticas proteccionistas estadounidenses lastren esta capacidad de competir de las empresas vascas ha llevado al Gobierno Pradales a constituir una mesa para la defensa de la actividad industrial, en la que se sienta José Antonio Jainaga, presidente de Sidenor (y ahora socio industrial del fabricante de trenes). Este foro elaborará un plan con el que fortalecer un sector estratégico y reducir la dependencia de fuentes de suministro extracomunitarias.
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