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Foto de archivo de una plataforma petrolera.
El petróleo y otros nubarrones

El petróleo y otros nubarrones

EDITORIAL ·

El viento de cola que impulsó la recuperación de la economía española cambia de dirección

EL CORREO

Lunes, 21 de mayo 2018, 00:31

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España permanece como la principal locomotora del crecimiento económico de la Eurozona. Una situación que no por repetida en los últimos meses deja de ser envidiable cuando el país viene de una aguda recesión y hace apenas unos años era el gran enfermo de Europa. Su fuerte y continuada expansión, apoyada en la pujanza de las exportaciones y del consumo, contrasta con los síntomas de debilidad que muestran grandes potencias como Alemania o Francia. La espectacular recuperación de la economía española se ha visto beneficiada por un entorno muy favorable. Pero ese viento de cola que ha dado brío a su crecimiento amenaza con cambiar bruscamente de dirección y dibuja nubarrones en el horizonte que oscurecen el clima de optimismo instalado en las instituciones. El principal de ellos es el acelerado encarecimiento del petróleo, hacia el que España es especialmente sensible por su enorme dependencia energética. El crudo cotiza en torno a los 80 dólares el barril -55 a finales del pasado año-, su nivel más alto desde 2014, lo que ya se ha traducido en fuertes subidas de los carburantes. La retirada de EE UU del acuerdo nuclear con Irán ha disparado su cotización, ya tensionada por el recorte de la oferta en una coyuntura de intensa demanda global. Si la escalada persiste, como es de temer a la vista del escenario geopolítico global, tendrá nocivos efectos. España se expone a una notable pérdida de rentas que reduciría el crecimiento, frenaría la creación de empleo y castigaría tanto el déficit como una deuda pública ya al borde de lo insostenible. Una situación agravada por la fortaleza del dólar, que eleva aún más la factura energética, y el repunte de la inflación. El petróleo barato ha sido uno de los impulsores de la recuperación tanto de España como de Euskadi. Su posible desaparición puede coincidir con la de otros factores que han dado alas a la economía. Así, el empuje de las ventas al exterior se verá lastrado por una menor actividad en toda la UE, a lo que se suman los peligros de la agresiva política arancelaria de Donald Trump y los planes del BCE para retirar sus estímulos financieros. Carece de sentido sembrar alarmismos. Pero también dar por sentado que la bonanza actual será indefinida. Pese a su intensidad, la recuperación ni ha llegado aún a algunos colectivos ni ha impedido un aumento de las desigualdades como desagradable resaca de la crisis. Los riesgos que la acechan la harán perder fuelle con consecuencias que en ningún caso serán agradables.

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