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Hace tres meses Miguel Arias se bajó de un gigante como Telefónica para subir a un barco de rumbo más imprevisible como el fondo de inversión K Fund. Antiguo responsable de emprendimiento global de la gran 'teleco' española, ahora busca 'startups' a las que ayudar en ese momento crítico que es el de la consolidación. Porque, como recuerda, «hay mucho dinero para invertir en las fases tempranas» de este tipo de compañías emergentes. Pero faltan fondos más grandes que las acompañen a la hora de asentarse y de ampliar mercados.
Arias cree que estamos ante «un momento dulce» para el emprendimiento. No está de acuerdo con la afirmación de que 'hay demasiada gallina para poco huevo'. «Sí hay huevos que incubar», defiende el empresario, que lleva 15 años peleando en el ecosistema emprendedor. El panorama actual no resiste comparación con el de entonces. El cambio ha sido «espectacular» y se ha dejado notar en muchos aspectos: el acceso a la financiación e inversión o el grado de sofisticación de los proyectos. El talento, además, está repartido por toda la geografía española más allá de los grandes polos de Madrid y Barcelona.
Eso sí, avisa de que el emprendimiento «no debe ser un divertimento. Es algo difícil. Cuando oigo a gente que quiere montar un bar, a veces no sabe ni lo básico del negocio. Al que quiera montarlo le aconsejo que trabaje en uno antes». Un consejo que extiende a las 'startups'. «La mejor escuela que puedes tener antes de lanzarte es trabajar en una tecnológica durante un par de años. Vete a un Glovo, a un Cabify unos años, y cuando veas cómo funciona, montas tu proyecto», argumenta.
El emprendedor asturiano recuerda cómo tras la crisis de 2008 «las placas tectónicas de la tecnología se movieron» gracias a la combinación de los servicios de geolocalización y la capacidad de computación de los teléfonos inteligentes. Ahora, sostiene, asistimos a un nuevo movimiento de placas. De cuatro concretamente: «Por un lado la inteligencia artificial; en segundo lugar, una capa por encima, como son las cosas conectadas; otra es la conectividad en un sentido más amplio, como el 5G o los servicios en la nube; y la cuarta es la posibilidad de hacer transacciones descentralizadas de cualquier tipo».
El problema del emprendimiento son las «tres grandes barreras» que impiden a las 'startups' escalar. En primer lugar, «la aversión al riesgo» de muchos directivos de corporaciones que deciden invertir en ellas y que ven en peligro sus puestos cuando la apuesta no sale según lo esperado. En segundo, una barrera de «procesos», como las compras, las legales o el 'compliance', «que las grandes pueden gestionar, pero donde mueren muchas 'startups'». Y por último, conseguir la tecnología que permita la integración de servicios.
La aversión al riesgo Muchos directivos no se atreven a invertir en 'startups'.
La tecnología Fundamental para integrar los servicios.
Consolidación «Hay dinero para invertir en las fases tempranas de la empresa, pero no tanto para escalar»
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