Los menores de 35 años solo suponen el 23% de los emprendedores vascos

«Esta realidad es un fiel reflejo de nuestra sociedad. Somos los primeros y los últimos», expone María Saiz, presidenta del Observatorio Vasco del Emprendimiento (EEB-OVE), en una conversación con este periódico con motivo de la Conferencia Global del Emprendimiento GEM, que ha elegido a Bilbao como sede para celebrar su congreso anual, que comenzó ayer y se extenderá hasta mañana, con la participación de más de 300 especialistas de 50 países.

El hecho de que en Euskadi se emprenda a avanzada edad podría estar relacionado con la dificultad de los mayores para encontrar trabajo. El 53,9% de los vascos que se lanzan a la aventura e inician un negocio aseguran que lo hacen para dar respuesta a la falta de oportunidades en el mercado laboral.

Como consecuencia de esta tendencia, la edad promedio para emprender se sitúa en los 44 años (47 para los hombres, 41 para las mujeres). Una situación que tiene dos lecturas diferentes, según Saiz: «La avanzada edad genera mayores expectativas de futuro y emprendimientos más serios, por lo que el éxito es más probable». La parte negativa, sin embargo, es que suelen ser proyectos con menor proyección a largo plazo.

El informe sitúa al País Vasco como la tercera comunidad autónoma con el entorno más favorable para emprender, solo por detrás de Madrid y Cataluña. Esta ventaja se debe en gran parte a la facilidad para acceder a las infraestructuras y a los programas de apoyo del Gobierno vasco. No obstante, la tasa de actividad emprendedora (TEA), que mide el porcentaje de personas entre 18 y 65 años involucrada en la fase central del proceso emprendedor, sigue siendo menor en Euskadi (5,5%) que en España (6,8%). Saiz atribuye esta diferencia a una «debilidad congénita» en la educación emprendedora desde edades tempranas. Según ella, la innovación no se estimula lo suficiente en las aulas, ya que «quien decide hacer algo diferente nunca recibe un sobresaliente».

No obstante, también afirma que ese índice siempre es menor en comunidades que tienen la industria como su principal eje económico, como es el caso de Euskadi, que en aquellas que tienen el turismo o la hostelería como motores.