Este Primero de Mayo, además de reafirmar su radical oposición al belicismo y al creciente gasto militar, ELA emprende una tarea concreta. La lucha contra ... la precariedad continúa estando en el corazón de la estrategia de ELA, y por ello, junto a otros sindicatos, hemos puesto en marcha una dinámica para lograr un Salario Mínimo Interprofesional (SMI) para Euskal Herria.
ELA ha fijado en 1.795 euros el SMI para repartir la riqueza de una forma más equitativa, cifra que proviene del cálculo del 65% del PIB per cápita vasco: es decir, ELA reivindica que al menos dos de cada tres euros de la riqueza que se produce reviertan en un salario mínimo que se acerque a un reparto real de dicha riqueza.
Es evidente, sin embargo, que miles de trabajadores y trabajadoras están lejos de percibir un salario que se acerque a esa cantidad, especialmente en sectores feminizados y racializados, que en muchos casos son esenciales, tal y como se demostró durante la pandemia.
Precisamente porque la prioridad es mejorar el salario de las personas con peores condiciones laborales, se ha planteado a las patronales Confebask y CEN una propuesta de mínimos para establecer, de entrada, un SMI de 1.500 euros en 14 pagas. En Navarra, la CEN, junto a UGT y CC OO, ha decidido no presentarse a la negociación, y la presidenta Chivite ni siquiera ha querido reunirse con los sindicatos que defendemos esta propuesta.
En la CAPV, la respuesta de Confebask ha sido negarse a negociar. El lehendakari Pradales sí que nos ha recibido y escuchó la reivindicación de la mayoría sindical, pero eludió asumir la responsabilidad política que le corresponde para pelear por la competencia de un SMI vasco.
ELA no va a aceptar que la patronal vete la posibilidad de lograr un SMI propio, ni que el Gobierno vasco se ponga de perfil como si esta fuera una cuestión ajena al debate político del reparto de la riqueza. ELA cree, de verdad, que estamos ante una oportunidad. Por eso es importante la implicación colectiva y personal en la recogida de firmas para tramitar la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) y presionar así en favor de un SMI propio: sería un importante logro para la clase trabajadora en Euskal Herria.
Vivimos tiempos convulsos. Tras imponer la globalización neoliberal a sangre y fuego, Estados Unidos ha optado por un golpe de timón para intentar retener la hegemonía frente al auge de China. La Unión Europea, en una posición de debilidad y sin el padrinazgo del «gendarme mundial», opta por el «rearme europeo». Es hora de decir no a las guerras y sí a un cambio de rumbo. Tenemos mimbres para transitar hacia un modelo económico y social más justo, más sostenible, más feminista. Somos una Nación, podemos y debemos ampliar nuestra capacidad de decisión para posibilitar esos cambios.
Entre nuestras prioridades está el desarrollo de los servicios públicos para asegurar el derecho a la sanidad, la educación, los cuidados y la vivienda. El balance del primer año del Gobierno vasco es muy pobre: no ha respondido a las demandas de la Huelga Feminista General por los cuidados; el profesorado de la red pública lleva ya nueve jornadas de huelga; y en la Mesa de Salud sostiene las tesis privatizadoras de sus antecesores.
Como segunda cuestión se encuentra la necesidad de una nueva política industrial. El Gobierno se ha limitado a poner la alfombra roja (infraestructuras, beneficios fiscales, ayudas directas sin condiciones) a empresas que no buscan otra cosa que su lucro. Las consecuencias son nefastas, con pérdida de arraigo y destrucción de empleo industrial. Se debe abordar una reconversión industrial sobre tres premisas: planificación en clave ecosocial; intervención pública directa; y participación de las y los trabajadores.
La tercera prioridad consiste en el establecimiento de una pensión y un salario mínimo propio para garantizar unos ingresos mínimos dignos y reducir las brechas entre la clase trabajadora. Apoyamos la Iniciativa Legislativa Popular del Movimiento de Pensionistas y tenemos dos vías para establecer el Salario Mínimo. Este Primero de Mayo vamos a impulsar ambas vías. Vamos a responder de manera contundente a Confebask por su negativa a conformar la mesa de negociación. Y vamos a poner en marcha la Iniciativa Legislativa Popular para que las instituciones vascas adquieran la capacidad para establecer el salario mínimo por ley.
Este Primero de Mayo hacemos un llamamiento a la movilización en defensa de los derechos sociales y laborales, y en respaldo al proyecto europeo como pilar de democracia social, convivencia y progreso. En un contexto global de profundas transformaciones, reivindicamos el sindicalismo como herramienta esencial para construir sociedades más justas y democráticas.
Pero esta fecha también tiene una enorme dimensión internacionalista porque sirve para seguir denunciando el exterminio del pueblo palestino por parte de Israel. Exigimos el fin de la ocupación israelí y de su proyecto genocida sobre la población civil indefensa en todos los territorios palestinos.
Las extremas derechas están siendo capaces de atraer a importantes segmentos sociales, bajo supuestos enclaves de seguridad formulados como expresiones reaccionarias, y esto ocurre así, porque la desafección, la frustración y la incertidumbre se han extendido entre partes crecientes de la ciudadanía. Es una prioridad para el conjunto de las instituciones que se cubran las necesidades de las mayorías sociales que les permitan crear certidumbres, esperanzas y un futuro.
Frente a los nuevos desafíos, no sirve la inacción. Necesitamos un plan común de inversión, que marque la autonomía estratégica de Europa. En el plano social y de reducción de las desigualdades; en el refuerzo industrial y de transición energética reduciendo la dependencia exterior; en la investigación y la innovación digital; en la protección del desempleo y en la apuesta clara y decidida por el empleo de calidad y con derechos.
Debemos intervenir en el discurso que confronta los modelos de organización social propiciando un cambio de modelo social y económico a través del cual se reconstruya un contrato social adecuado para los trabajadores y trabajadoras y las mayorías sociales.
Por todo esto, hoy más que nunca, es imprescindible proteger lo conquistado para seguir construyendo y ganar un futuro donde la igualdad, la diversidad y la justicia social sean una realidad para todos y todas. Queda un largo camino por recorrer y eso solo puede hacerse con la fuerza y la organización colectiva de las trabajadoras y los trabajadores.
Se cumplen nada menos que 135 años desde que se convocara por primera vez la jornada reivindicativa por antonomasia del movimiento obrero: el Primero de Mayo. Como en otros lugares, en Euskadi ese día tuvo lugar el domingo 4 de mayo, dado que el movimiento obrero apenas echaba a andar (nuestro sindicato, el más antiguo, acababa de nacer en 1888) y querían evitar que se interpretara como una huelga. Sin embargo, esos días prendía en nuestras calles la chispa de una conciencia obrera que ya nada ni nadie lograría extinguir. Con la zona minera como epicentro, tan solo unos días después de ese tardío Primero de Mayo, comenzaron las grandes huelgas que caracterizaron la Euskadi de la última y la primera década de los siglos XIX y XX.
Ha llovido desde aquellas jornadas que forjaron el movimiento obrero, aunque se compartan algunas reivindicaciones como la reducción de la jornada, que de nuevo gracias a la presión sindical, estos días se establecerá el máximo de 37,5 horas semanales, que beneficiará a más de 350.000 personas en Euskadi.
Con todo, si algo caracteriza la efeméride este año, es sin duda el clima internacional de incertidumbre que se cierne sobre la industria afectada por las políticas arancelarias y la inestabilidad. Ya no es un fantasma que acecha, sino una realidad palpable en forma de ERE que afecta a cientos de personas, golpeando a comarcas enteras, como el más reciente de Bridgestone en Basauri.
Y ante todo esto, nos toca ofrecer certezas y ser escudo. Por eso UGT-Euskadi sigue apostando por ser baluarte para la defensa del empleo y los derechos sociales. Debemos proteger al eslabón más débil, las y los trabajadores, de balances empresariales inhumanos y equidistantes, que sin arraigo ni piedad deciden poner fin a los proyectos de vida de tantas personas. De ahí nuestra enérgica exigencia a las administraciones vascas: ni un solo euro en subvenciones para empresas que se establezcan en nuestro entorno sin condicionarlas a su permanencia y al mantenimiento del empleo.
Este 1 de Mayo, no olvidamos el pasado que nos enseñó que la unión hace la fuerza, porque de esa lección depende nuestro futuro.
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