¿En qué burbuja ha vivido Pedro Azpiazu?
A estas alturas, la polémica suscitada por el consejero de Economía y Hacienda del Gobierno vasco, Pedro Azpiazu, es de sobra conocida. En una reciente ... intervención suya en la Cámara de Comercio de Bilbao, a preguntas de un exdirectivo del banco BBV, Azpiazu aseguró que «el terrorismo fue un drama humano, pero no tuvo influencia alguna en la economía vasca». Vamos, que en su vertiente económica fue neutro para el PIB, para la generación de riqueza de Euskadi. El lehendakari Iñigo Urkullu atribuyó la polémica a una «mala interpretación», aunque debería haber dicho en todo caso que fue una «mala explicación». Claro que si no llega a optar por esta triquiñuela de político que descarga la responsabilidad en otros, los mensajeros, quizá no hubiese tenido otra alternativa que el cese del consejero.
No hubo mala interpretación. Parafraseando a Pedro Sánchez cabe la «ignorancia o mala fe». En el caso de Azpiazu siempre optaré por la primera, aderezada con algunas dosis de tozudez y amnesia selectiva. El consejero había reiterado la frase dos veces, ante la sorpresa de los asistentes -algunos exmiembros del Euskadi Buru Batzar incluidos- y pese a que el exbancario le aseguró que «la entidad en la que yo trabajaba, el Banco de Vizcaya, decidió comenzar a desplazar departamentos enteros del banco el mismo día en que ETA puso una bomba en la sede de Bilbao». Un atentado del que se acaban de cumplir cuarenta años y que segó la vida de tres empleados, además de dejar un reguero de heridos.
¿En qué burbuja de cristal insonorizado vivió aquellos años el consejero Azpiazu? Debió ser una burbuja extraña porque le permitió percibir con nitidez el dolor que ETA causó en la población, el drama de las familias más afectadas por su violencia irracional -en esa parte nadie le interpretó mal sino que fue claro y contundente- pero resultó refractario a su influencia en el desarrollo económico de Euskadi.
Comienza a circular la tesis -mañana se comprobará en su intervención en el Parlamento vasco- que lo que quiso decir el consejero, aunque se explicó mal, es que el esfuerzo del conjunto de la sociedad, de los trabajadores, de los empresarios y también de la Administración pública vasca, consiguió compensar los efectos negativos que causó el terrorismo en el PIB. Incluso en esa tesis endiablada, que los enemigos del Concierto Económico ya han agarrado por la puerta de atrás para asegurar que el régimen financiero y fiscal vasco es una concesión del Estado a modo de compensación por los efectos del terrorismo, hubo un resultado neto negativo. Seguro.
Al consejero Azpiazu no le gusta que le recuerden que Euskadi representaba más del 6,5% del PIB español y que tres décadas después apenas suponemos poco más del 5,8%. Admitirlo -aunque lo diga el Instituto Nacional de Estadística (aunque quizá se rechaza por venir de un institución que se apellida Nacional)- es tanto como aceptar que hay debilidades. Eso de que hay que admitir los problemas como primer paso para resolverlos es para otros. No cabe en 'gure complacencia estiloa'.
Si pese a ETA solo hemos perdido siete décimas de peso relativo en el PIB español, hay que concluir que sin terrorismo, por lo menos, hubiésemos ganado siete décimas adicionales y estaríamos en el 7,2% del PIB 'constitucionalista'. Teníamos la escuela de negocios más prestigiosa de España, una clase empresarial extensa y variopinta, con una curiosa sensibilidad industrial y capaces de generar y defender compañías de gran tamaño o pequeños pero eficaces talleres. Teníamos potencia económica, cultura financiera y tradición en las relaciones y el comercio con otros países. ¿No hizo daño alguno ETA en el debilitamiento de aquellas nuestras fortalezas? ¿De verdad?
Consejero, ¿no ha supuesto una pérdida millonaria los impuestos que han dejado de pagar en Euskadi los más de 100.000 empresarios y profesionales que tuvieron que abandonar el territorio? Son decenas, quizá centenares de millones de euros anuales -eran personas de rentas y patrimonios elevados, muy superiores a la media- que ha perdido la Administración vasca desde entonces. Y el IVA que ahora pagan a la Agencia Tributaria del Estado por su consumo. Suma y sigue.
Pregúntele al diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria, por los esfuerzos que ha hecho en privado para tratar de recuperar para Bizkaia la sede de Elecnor, por ejemplo, que perdió en su día. Esfuerzo no recompensado por el éxito, desgraciadamente. Es solo un ejemplo entre muchos ¿No fue una pérdida para la economía vasca? Rementeria ha ido varias veces a Madrid a tratar de recuperar a los empresarios que se fueron. Si no perdimos nada, ¿qué había que recuperar? ¿Estaba su compañero de partido equivocado en su estrategia?
Un punto de inflexión
Los numerosos empresarios que tuvieron que abandonar Euskadi también decidieron invertir fuera por razones lógicas. Se llama tranquilidad. ¿No hizo daño alguno ese desvío de inversión? Por si fuera poco, puede preguntar a sucesivos consejeros de Industria del Gobierno vasco en torno a las reticencias que encontraban en potenciales inversores extranjeros. También a José Antonio Ardanza puede pedirle que le recuerde el punto de inflexión que supuso en esa materia la decisión de la multinacional coreana Daewoo de invertir en Álava, celebrado entonces como una victoria sobre el miedo y el terror con el que ETA también buscaba la ruina económica del País Vasco. ¿Facilitó o dificultó ETA la inversión extranjera en Euskadi? ¿En serio que fue neutra la repercusión internacional de bombas, asesinatos y extorsión?
Puede también preguntarle a uno de sus antecesores en el cargo, el consejero de Hacienda Alfonso Basagoiti, en torno a su estrategia decidida de aplicar medidas fiscales agresivas para atraer inversiones, precisamente para contrarrestar el daño que ETA hacía al crecimiento económico. ¿Hacía daño o no?
Puede llamar a Josu Jon Imaz, actual consejero delegado de Repsol y entre otras muchas cosas expresidente del PNV, para preguntarle por qué veinticuatro horas antes de su «malinterpretada» declaración en la Cámara de Comercio de Bilbao, él sostuvo la tesis contraria a unos kilómetros de distancia. Fue en una intervención que Imaz tuvo en el Parque Tecnológico de Bizkaia, a la que asistió la consejera de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia, y en la que se refirió, precisamente, al daño que ETA hizo en el desarrollo económico de Euskadi. Su compañera de gabinete puede darle cuenta de los detalles, sin «malas interpretaciones» de periodistas que estuvimos en ambos foros.
Apreciará el lector que he limitado todas las consultas de recuperación de la memoria a personas afiliadas al PNV o que han ostentado cargos por designación de ese partido. Es simple. Es para evitar la 'contaminación' y la intencionalidad política en las respuestas. «A veces los estudios se utilizan con intencionalidad», dijo Pedro Azpiazu en su intervención en la Cámara de Comercio, para sacudirse de un plumazo frívolo la sorpresa del exdirectivo de BBV sobre la negación de los análisis académicos en torno al daño que ETA causó en la economía vasca. Los hay que siempre le ven tetas a las moscas.
¿Hizo o no hizo daño ETA a la economía vasca? Sí, con rotundidad.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión