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Pocos sectores escapan ya en España, y en general en todo el mundo, a la mano alargada de los fondos internacionales de inversión y también del capital riesgo. Uno de ellos era hasta hace poco el del juego, o al menos los dos gigantes tradicionales de este ámbito en el país y que, además, hace tiempo expandieron sus fronteras por otros continentes. Hablamos de la corporación Cirsa y la compañía Codere, que en lo que va de año han perdido a sus accionistas de referencia o, para ser exactos, han tenido que dar un paso a un lado aunque todavía mantienen vínculos.
La entrada del capital extranjero en ambas compañías, que cimentaron su expansión en los años 80 e incluso parte de los 90 con la expansión del juego en el país, desde las populares máquinas tragaperras hasta los bingos y los casinos, ha venido empujada por sus propias necesidades financieras. Y en los dos casos la firma Blackstone, uno de los reyes del capital riesgo a nivel mundial, se antoja el hilo conductor que puede terminar propiciando una fusión entre ellas aunque, por ahora, una y otra niegan que ese objetivo esté encima de la mesa a corto plazo.
Blackstone, que ya viene invirtiendo en España desde hace años en los sectores de ocio y el turismo y en 2017 se consagró como uno de los principales inversores en el 'ladrillo' nacional -además, tiene presentada una OPA sobre Hispania, una sociedad de inversión inmobiliaria especializada en hoteles-, es el nuevo dueño de Cirsa desde finales de abril. Aunque la operación aún no se ha completado -falta algún fleco y también contar con los permisos de los reguladores y las autoridades de competencia en los mercados donde opera-, el acuerdo se da por cerrado. No hay cifras oficiales, si bien en el sector se estima un precio que se acercará a los 2.000 millones de euros, pero de él habría que descontar los 950 millones de deuda de la empresa.
A cambio Manuel Lao, su principal accionista y miembro de la familia que creó el grupo traspasa todo el negocio salvo el que tiene en Argentina, al no haber alcanzado un pacto sobre el valor de sus dos casinos en Buenos Aires y donde aquel ve todavía potencial para crecer. Ese mercado proporciona el 40% de los ingresos anuales de Cirsa, que facturó 1.716 millones de euros en 2017 y tuvo un beneficio operativo de 427 millones, un 7,2% más que el ejercicio anterior. En total, cuenta con 18.000 empleados repartidos por los 147 casinos que gestiona en el mundo, junto a 178 salones, 70 bingos y más de 75.000 máquinas recreativas.
Cuenta, además, con 2.000 puntos de apuestas deportivas en España, Italia y América Latina -también tiene negocio de juego 'online', además del mercado nacional, en Colombia y Panamá-, que es precisamente un mercado muy jugoso para crecer. De hecho, en las últimas fechas se ha alentado la posibilidad de terminar haciendo una fusión a tres bandas con ese horizonte. Eso incluiría a la citada Codere, junto al grupo Luckia –uno de los operadores dominantes del juego en Sudamérica, controlado por la firma gallega Egasa (propiedad de José González Fuentes)-, con presencia especial en Chile, Perú y Colombia -en Europa, además de España, está en Portugal, Croacia y Malta-, y extendiendo sus brazos también a la hostelería y la promoción inmobiliaria, terrenos que no resultan ajenos para el gigante Blackstone.
Pero, ¿qué papel desempeña este fondo de inversión estadounidense respecto a Codere? Pues en términos financieros viene a tener su control al aglutinar buena parte de la deuda senior de la compañía (con un interés anual del 4%) y desempeñar un papel relevante en su última ronda de financiación, que encareció el pasivo del grupo un 40% -se salvó de la quiebra tanto en 2014 como en 2015, pero a cambio tuvo que reconvertir cerca de 1.100 millones de deuda-. Por si fuera poco, desde el sector también se apunta que podría haberse hecho con un paquete significativo de seguros de impago del mismo, que habría ejecutado ante los incumplimientos de la firma.
La gestión de Codere –con una capitalización bursátil cercana a los 1.175 millones de euros y una cifra de negocio anual de 1.630 millones-, sin embargo, está en manos de uno de los conocidos como fondos 'buitre' -en esencia, uno de los actores más duros del capital riesgo-, Silver Point, que controla el 22% del capital, al que se suma otro 18% de fondos norteamericanos como Abrams Capital. Los Martínez Sampedro, la familia fundadora junto a los Franco (a los que compraron su parte en 2006), se quedaron en minoría (19%) tras esa reestructuración y a principios de enero fueron apartados de la dirección aprovechando que el 81% del accionario lo detentan precisamente acreedores de la sociedad.
Su pelea por recuperar el poder ha acabado en los tribunales -aún no hay resolución judicial sobre la impugnación de los acuerdos del consejo de administración que cesó a los entonces presidente y vicepresidente, José Antonio y Luis Javier Martínez Sampedro-, y además han logrado convocar una junta extraordinaria este mes para tratar de cambiar algunos consejeros. Sin embargo, la dirección la llevan desde Silver Point (a través de Norman Sorensen) y sus responsables niegan que una eventual fusión con Cirsa e incluso Luckia esté entre sus planes; dicen estar centrados en adaptarse a los nuevos retos digitales y mejorar el negocio, del que dos tercios (el 68% de los ingresos) viene de Latinoamérica.
En cualquier caso, para Silver Point la experiencia de Codere no es su única incursión en el sector mundial del juego. Junto a la firma de capital riesgo CVC es dueña de la británica Paysafe, una herramienta de pagos para este mercado en fuerte expansión. La mano alargada de los fondos también hace tiempo que está sobre las principales casas de apuestas. Un ejemplo claro es GVC, que controla Bwin, Sportingbet, Gamebookers, Foxy Bingo, Foxy Casino, Gioco Digitales y CasinoClub, entre otras.
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