«Si no inviertes hoy en digitalización, luego ya no tendrás tiempo»

No obstante, Artigas reconoce que hay asignaturas pendientes. «La falta de digitalización de las pymes y la falta de competencias digitales. El primero es un tema tremendamente urgente por resolver», comenta esta experta catalana en temas de inteligencia artificial que ha visitado los tres territorios históricos esta semana para conocer de primera mano las últimas apuestas vascas en cuestiones como la ciberseguridad, la gestión de los datos aplicada a la industria, la computación cuántica o la propia inteligencia artificial.

Ha regresado a Madrid con una buena impresión y la sensación de que el modelo de colaboración público-privada de Euskadi se puede «exportar» al resto del Estado. «El País Vasco es sin duda uno de los grandes polos de nuestro país. He podido comprobar que la transformación digital está en marcha en todos los sectores», recalca.

No obstante, todo es mejorable. La transformación tecnológica del siglo XXI debe llegar a todo el tejido empresarial. «Si no inviertes hoy en digitalización, inteligencia artificial o computación no podrás hacerlo después. Ya no tendrás tiempo. Habrá otros países que se hayan situado mejor», afirma Artigas, que ve a Euskadi como un territorio capaz de especializarse en IA «o en todo lo relativo a los nuevos materiales, o a la fotónica cuántica».

Pero el éxito no se logra únicamente desarrollando y adoptando la tecnología, porque también hay que formar a quienes la van a utilizar con el fin de evitar la temida brecha digital. «Por eso, el Plan Nacional de Competencias Digitales cuenta con 4.500 millones de euros de los que buena parte va al Ministerio de Educación y, desde allí, a las comunidades autónomas, que son las que tienen la competencia», explica la secretaria de Estado, que considera la reforma de la Formación Profesional «una de las más importantes en el país en los últimos tiempos». El objetivo, sostiene, es «preservar la empleabilidad de las personas».

Para Carme Artigas, la dimensión ética de esta transformación en la que ahora está envuelto el mundo es clave. «Una de mis obsesiones es que la transición no se haga a cualquier precio ni excluyendo a nadie. La gran apuesta es la transformación digital humanista». Y el Viejo Continente «es el único lugar del mundo que está poniendo límites en el desarrollo tecnológico», sentencia.