La industria renovable vasca se resiente del ataque de Trump a la energía verde y ya frena inversiones
El bloqueo a dos parques eólicos de Iberdrola devuelve el miedo a un sector que confiaba en crecer en Estados Unidos
El 'drill, baby, drill' (perfora, nene, perfora) que catapultó a Donald Trump de regreso a la Casa Blanca ha pasado en apenas unos meses de ... consigna electoral a eje central de su política energética. Con Estados Unidos ya fuera del Acuerdo de París -el pacto climático suscrito por la práctica totalidad de países-, la Administración republicana ha virado con decisión hacia el fracking, el petróleo y el carbón, en detrimento de unas renovables contra las que libra una cruzada. La ofensiva tiene ahora en el punto de mira a Iberdrola, a la que amenaza con bloquear dos parques eólicos en Massachusetts, una maniobra que desata la alarma e introduce nuevas dosis de incertidumbre en un sector ya golpeado por la andanada arancelaria.
Los proyectos que la Casa Blanca ha puesto en la diana son los megaparques eólicos marinos New England 1 y 2, en los que Avangrid, la filial estadounidense de Iberdrola, preveía invertir 6.800 millones de euros. El argumento esgrimido por Washington para justificar su paralización es el presunto daño al ecosistema marino, ya que «los molinos vuelven locas a las ballenas», según justifica el líder republicano de forma reiterada.
El proyecto, en cualquier caso, aún estaba en una fase incipiente, de modo que el impacto de la paralización es limitado. La Bolsa apenas se inmutó ayer: la acción retrocedió un 0,4%, manteniéndose muy cerca de sus máximos históricos. La cuestión es que aunque Estados Unidos figura como la gran palanca de crecimiento en el plan estratégico del grupo, la principal apuesta pasa por destinar 18.500 millones de euros a la expansión y digitalización de las redes, un negocio clave que permanece intacto pese al revés en el área eólica.
La ofensiva trumpista contra estos parques 'offshore', en cualquier caso, ha desatado el desánimo inversor en un campo que en Estados Unidos aún estaba por explorar y para el que la Administración Biden había abierto la puerta con todo tipo de facilidades. La danesa Orsted, que se acogió a estos incentivos, inició hace dos años la construcción del parque Revolution Wind, que pretendía levantar 65 turbinas en el mar de Nueva Inglaterra. Trump paralizó la semana pasada sus obras, ejecutadas al 80%, lo que llevó a la compañía -que ayer recurrió la decisión a los tribunales- a desplomarse un 19,5% en la bolsa de Copenhague.
El sector español de las renovables teme que los golpes a Iberdrola y Orsted sean solo la punta de un iceberg aún por descubrir. La inquietud ya no se limita a la eólica marina y alcanza a todo el mapa energético. El presidente de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), José Donoso, advierte de que los bandazos de Trump en política climática generan recelos entre los inversores a la hora de entrar en Estados Unidos, especialmente en un sector donde las apuestas solo se rentabilizan a largo plazo.
Aunque el sector fotovoltaico, que en Euskadi cuenta con una sólida cadena de producción en torno a empresas como Ingeteam, presume de una presencia consolidada en EE UU para capear la incertidumbre, lo cierto es que los aranceles del 15% suponen un golpe que pone en riesgo los 1.200 millones exportados el año pasado. Por ello, explica Donoso, mantienen conversaciones -con pocas posibilidades de fructificar- con los ministerios de Industria y Economía para reclamar que estos productos sean catalogados como 'material crítico', lo que los excluiría de la barrera aduanera.
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