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Antes de que lo hagan sus actuaciones, las declaraciones de Donald Trump ya han revolcado al mundo y provocado que Europa entre en modo 'pánico'. ... Todavía no somos capaces de visualizar las consecuencias del cambio. Quien fue durante décadas un rival comercial, pero también un amigo político, está a punto de convertirse en un rival político que actúa como un enemigo comercial. Todavía no sabemos como evolucionará la guerra arancelaria, pero sí sabemos que, si no se ataja a tiempo, sus efectos serán dolorosos para la economía mundial y también sabemos que la solución solo será posible si incluye un reequilibrio de la balanza comercial entre ambos lados del Atlántico.
El déficit americano excita sus pretensiones y fortalece su postura, tanto como el superávit europeo debilita la nuestra. Pero es mucho peor el asunto militar. Los líderes europeos corren por los pasillos de la UE y de la OTAN como pollos sin cabeza. Quien mejor reflejó lo sucedido en la Cumbre de Múnich fue el representante de Albania, su primer ministro Edi Rama, quien, con tanta sorna como acierto, dijo que «mientras EE UU tiene un sheriff al mando, Europa es un paciente con 27 médicos» a su alrededor.
Y, podríamos añadir, sin exagerar, que cada uno con su diagnóstico diferente y su terapia particular. El húngaro Víktor Orban ni piensa lo mismo ni desea una solución igual a la deseada por los países bálticos o Polonia. De la misma manera que España, por no irnos lejos, no está dispuesta a asumir los sacrificios que sí consentiría Alemania.
De momento, la Comisión Europea ya ha activado la fase primera del desbroce del camino. Como era de esperar ha empezado por lo fácil, es decir, por el anuncio de su plan de eximir de los rigores de contención del gasto público a todos aquellos que se destinen a incrementar el esfuerzo militar. Total… Pues ni aún así. A nuestro Gobierno le entran sudores fríos solo con pensar en la presentación de unos Presupuestos que lo aumenten y en consecuencia incrementen también el enojo y la oposición del pilar que lo sustenta en el Parlamento. De los 27 doctores solo se escucha un sordo runrún, un lejano coro desafinado. Si de esta tesitura Europa no sale con una voz única y potente y con una dirección firme y decidida, no lo hará nunca. Y si lo hace, habrá que agradecerle a Trump que lo haya hecho posible. A mí no me mire, que eso lo dijo antes Enrico Letta y a él nadie le riñó.
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