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Manu Alvarez
Bilbao
Miércoles, 19 de abril 2023, 17:24
Un profundo cambio educativo, desde la base, desde los colegios, pero que afecte también al resto de niveles y en especial a la universidad. Esta ... es, en opinión del presidente del Círculo de Empresarios Vasco, Jose Galíndez, la clave fundamental para propiciar un aumento de vocaciones empresariales en Euskadi. Galíndez, que no ahorró críticas a la distancia con la que la universidad -en general, sin nombrar a una institución concreta- contempla desde la atalaya académica el mundo de la empresa, ha lanzado hoy este reto precisamente en un ambiente universitario. Lo ha hecho en el transcurso de una conferencia a la que había sido invitado por la Alumni de la Deusto Business School y que se ha celebrado en el Palacio Euskalduna de Bilbao.
Galíndez ha abogado porque haya un acercamiento y cambios importantes en el modelo de educación, desde las edades más tempranas. Así, ha mencionado la necesidad de que los colegios se abran a la posibilidad de que sus alumnos puedan conocer la realidad de las empresas, su misión, lo que sucede en su interior y puedan escuchar de primera mano las experiencias de los empresarios que las han puesto en marcha o dirigen. También ha reclamado una «educación en valores», que en este ámbito debería centrarse en poner en valor la trayectoria y las características personales de muchos empresarios que han sido referentes en la historia reciente.
El presidente del Círculo ha transmitido la idea de que la universidad debe formar «con la máxima calidad», pero entendiendo que una parte de ese componente tiene que ver con «ser sensibles a las necesidades reales de las empresas». A título anecdótico pero demostrativo y crítico, ha recordado su experiencia en Solarpack, la empresa dedicada a la promoción de parques de generación eléctrica solar en cuya fundación participó, en diferentes etapas de su evolución. «Es una empresa que ya está considerada como un modelo casi a escala mundial y en sus inicios no despertó ninguna inquietud en ámbitos universitarios. Ni siquiera encontramos eco cuando propusimos colaborar para hacer algunos desarrollos tecnológicos. Tampoco nadie se acercó a nosotros desde la universidad para estudiar el proceso de crecimiento y salida a Bolsa. Ahora, que ya tiene unos 500 empleados, tampoco se acerca ninguna universidad para conocer qué es lo que se ha hecho durante estos años», ha comentado.
Ha trasladado un mensaje «optimista» en torno a la capacidad que tiene Euskadi para generar nuevos empresarios y ha aconsejado «no caer en la nostalgia», para evitar que cualquier comparación con el pasado reciente conduzca a una visión negativa. En su opinión la reputación del empresario ha mejorado algo en el País vasco en los últimos años, si bien ha coincidido en la idea muy extendida de que «es muy pobre. La gran empresa se ve como un enemigo social y las medianas y pequeñas como sospechosas», ha apuntado. En la misma línea ha apuntado que es necesario cambiar la cultura social que estigmatiza el fracaso empresarial, poner en marcha un proyecto que sale mal, «porque en otros países es algo que se ve con normalidad».
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