Los fondos internacionales se adueñan de las grandes empresas vascas
La salida de los bancos del tejido empresarial, unida a la masiva liquidez que llega a las firmas de capital riesgo, está acelerando esta tendencia global
Los megafondos de inversión internacionales, con sede en Nueva York o Londres, están convirtiéndose en los nuevos propietarios de las grandes empresas vascas. Es una ... tendencia global que viene de lejos y va a más, como demuestra la venta esta misma semana de ITP Aero a Bain Capital por 1.700 millones de euros. O la compra por 2.000 millones de una firma tan emblemática como Euskaltel por parte de MásMóvil, un operador que es propiedad de tres gigantes mundiales del capital riesgo: Cinven, KKR y Providence. Y en la misma línea se enmarcaría la venta en junio de Solarpack, la empresa con sede en Getxo creada por la familia Galíndez, al fondo sueco EQT por 881 millones.
La clave
6.275millones fue la inversión del capital riesgo en España el año pasado.
No es un fenómeno nuevo. Hace ya muchos años que en el capital de las grandes multinacionales vascas como Iberdrola o BBVA predominan los fondos internacionales, aunque en esos casos suelen ser gigantes como Blackrock o los soberanos Qatar y Norges, que tiene participaciones pequeñas. Pero en la última década ha crecido la actividad de fondos de capital riesgo que toman el control de grandes empresas con la intención de sacarles mucha rentabilidad en unos pocos años bajo el lema 'entrar, arreglar y salir'. Y de ahí surge la desconfianza porque no tienen vocación de permanencia, ni arraigo, ni más compromiso que retribuir con una alta rentabilidad a sus propios inversores.
Es un salto que da vértigo cuando uno recuerda los accionariados del pasado, plagados de sagas familiares o entidades financieras locales, muy ligadas a la 'tierra'. El de ITP Aero es un ejemplo. Nació en 1989 del impulso de la familia Sendagorta, propietaria de Sener, si bien en 2016 vendió su participación de control a su socio, el grupo británico Rolls Royce, que ahora vende el 100% de la compañía aeronáutica a Bain. «Es un proceso imparable y no hay que verlo como algo negativo», apunta Fernando Cabos, socio de IMAP Albia Capital, una firma dedicada asesorar en compraventa de empresas. «En este mundo globalizado, las empresas necesitan mucho dinero para crecer y no pueden apoyarse solo en crédito bancario, requieren recursos propios. Y las entidades financieras tradicionales como BBVA y Kutxabank, que han ejercido el papel de inversores en el pasado, ya no pueden porque la regulación penaliza a la banca por sus participaciones empresariales», explica Cabos.
ITP Aero, Euskaltel y Solarpack son los últimos ejemplos de un proceso «imparable»
Salida de Kutxabank
De hecho, la salida de Kutxabank del capital ha sido, en gran medida, el detonante de la entrada de fondos en varias compañías. Es el caso de Euskaltel, cuando en 2012 el banco vendió una parte de su participación, junto con otros accionistas, a los fondos Tritlantic e Investindustrial, que después dieron un pelotazo con la salida a Bolsa en 2015. Después, tras la compra de Telecable, entró Zegona en Euskaltel, que hizo sus ajustes y salió con la OPA de MásMóvil.
También ocurrió algo parecido con Ibermática, en la que Kutxabank redujo su posición en 2013 y dio entrada al fondo español ProA Capital.
Por el otro lado, los fondos de capital riesgo o 'private equity', están llenos de dinero, buscando desesperadamente proyectos en los que colocarlo. Según los datos de la asociación sectorial ASCRI, es muy posible que su inversión alcance un récord en España este año. La razón es que los bajos tipos de interés hacen que sea muy difícil sacar ganancias a los ahorros. Y este tipo de fondos ofrecen una alta rentabilidad, aunque con mucho más riesgo.
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Quiénes son los fondos protagonistas de las últimas operaciones
Su funcionamiento es el siguiente. Primero captan el dinero con el lanzamiento de un fondo, que en el caso de las grandes gestoras internacionales pueden ser de 15.000 millones cada uno. «Los inversores son fondos de pensiones y aseguradoras, entre otros, que asumen compromisos de desembolso. El Bain de turno se dedica los tres primeros años a invertir en empresas, en los tres o cuatro siguientes las hacen crecer y luego salen de ellas. Con lo que saquen tiene que remunerar a los inversores», explica Óscar Sánchez, socio director de Norgestión, firma especializada en asesoramiento de fusiones y adquisiciones.
¿Cómo obtienen esas altas rentabilidad? Ahí está el meollo de la cuestión. Uno de los caminos es la compra de rivales para hacer crecer la empresa o la entrada en otros mercados y productos. «Pero, desde luego, son más fríos a la hora de hacer ajustes», reconoce Sánchez. La salida también es clave para el devenir de la compañía y su arraigo. Puede ser la salida a Bolsa, la venta a otro fondo de capital riesgo o a un competidor. «Este último es el peor desenlace porque puede suponer la pérdida del centro de decisión», señala el socio de Norgestión. Este esquema de funcionamiento se repite para grandes y pequeños fondos porque los hay orientados a todo los tamaños. «Pero con la capacidad para comprar un ITP solo hay internacionales. Los españoles no llegan a esa liga», precisa Sánchez.
En el caso de la empresa aeronáutica, parece que la intención de Bain, que ha pagado un precio muy alto, es sacarla a Bolsa en unos años. De ahí que los Gobiernos español y vasco hayan puesto como condición para autorizar la venta -el Ejecutivo de Sánchez tiene capacidad de veto- que un 30% quede en manos de socios industriales nacionales, que ejercerían de núcleo duro. Pero el hecho de que finalmente solo hayan entrado la guipuzcoana SAPA y JB Capital, con apenas un 6%, demuestra las dificultades para levantar capital local. Se trabaja para ampliar la cuota con Indra, Sidenor y el Gobierno vasco.
Puertas al campo
De esas dificultades sabe mucho Iñaki López Gandásegui, presidente de Aernnova, que tuvo que buscar fondos fuera del País Vasco cuando Gamesa vendió su unidad aeronáutica en 2006. Entraron entidades como Caja Castilla- La Mancha, que quebró con la crisis. Fue entonces, en 2014, cuando recurrió al fondo suizo Springwater, que en 2017 fue sustituido por otro, Towerbrook.
¿Cómo conservar el arraigo en este contexto? Los expertos advierten de que «no se puede poner puertas al campo» y que la única forma de mantener el centro de decisión en Euskadi es con un proyecto competitivo... y tamaño. «Ese es el gran punto débil que tenemos. Las empresas son muy pequeñas y es muy fácil que se las lleve cualquiera», coinciden Cabos y Sánchez. Es curioso, pero ambos citan a CIE Automotive como el ejemplo a seguir. Se trata de una multinacional que crece desde Euskadi al exterior. Está en Bolsa pero tiene un accionario estable, en el que destaca la familia Riberas, que es propietaria del 75% del gigante Gestamp, también cotizada. Muchas empresas familiares han seguido este camino de salir a Bolsa y mantener el control, como Arteche recientemente. Aparte de mayor tamaño, dicen otras fuentes consultadas, hace falta un buen marco fiscal y menos conflictividad laboral.
Pero los fondos de capital riesgo pueden ser un gran apoyo para el crecimiento de un proyecto, insisten. «Un ejemplo claro es Angulas Aguinaga. Se reforzó muchísimo con el fondo Portobello -una gestora de capital riesgo española, controlada, entre otros, por Iñigo Sánchez-Asiaín- y ahora la han vendido al fondo francés PAI», apuntan en Norgestión.
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