IMQ negocia ya la entrada de Adeslas como socio para acabar con su crisis interna
BBK también quiere incorporarse como accionista para garantizar el arraigo del grupo sanitario
Ya hay negociaciones. El objetivo es alcanzar un acuerdo en unos meses, si se puede antes de la Semana Santa y, aseguran fuentes próximas a ... las conversaciones, tienen buena pinta. El objetivo no es otro que terminar con la crisis que afecta al IMQ, el principal grupo asegurador y de prestación de servicios sanitarios en el País Vasco, desde hace ya algún tiempo. Para darle estabilidad accionarial a la compañía y una solución a los numerosos accionistas que quieren vender -también a los que quieran hacerlo en el futuro-, se ha diseñado una fotografía de cómo debe quedar el accionariado.
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En la actualidad, el grupo es propiedad de 1.144 médicos en activo y retirados. Algunas acciones también están en manos de herederos. En el modelo de futuro que ya está sobre la mesa de negociaciones, una parte sería controlada por la aseguradora SegurCaixa Adeslas, que no oculta su gran interés por la operación; otra, por los médicos que deseen permanecer; y la tercera pata, previsiblemente, descansaría sobre BBK. La fundación bancaria ha anunciado recientemente su deseo de comenzar a tomar participaciones en empresas, para buscar ingresos alternativos a los que le proporciona el dividendo de Kutxabank.
Nueva etapa
La salida de Miguel Ángel Lujua, cesado el pasado lunes por el consejo de administración, ha despejado el camino de esas negociaciones. El ya exdirector general se oponía a que Adeslas asumiese una posición relevante en el futuro del IMQ, a pesar de que las relaciones entre ambas compañías vienen de lejos. Adeslas, una firma participada a partes iguales por Mutua Madrileña y el grupo Caixa, es un viejo aliado de la empresa vasca. Entró en su filial de seguros en 2004 con el 45% de las acciones y más tarde en la sociedad que controla la clínica de Zorrozaurre, de la que posee casi el 20%.
El cese de Lujua, además, hay que entenderlo como un golpe sobre la mesa de los médicos que forman parte del consejo de administración del holding. Un golpe con el que tratan de reafirmar, por si a alguien se le había olvidado, que «el grupo IMQ es en estos momentos propiedad de los médicos». Quieren ser ellos los que tomen las decisiones trascendentes sobre el futuro de la compañía de la que son legítimos propietarios.
La fórmula daría una alternativa a los médicos que quieren vender y añadiría estabilidad
El objetivo
En ese contexto, una comisión del consejo de administración inició hace ya un par de meses contactos a varias bandas, con el abogado Pedro Chacón -consejero externo en alguna de las filiales del grupo-, como asesor. Los contactos se han extendido también a la PAI, la plataforma de accionistas que abrió la brecha de la venta de sus títulos, así como a otros colectivos. Entre ellos el que forman los médicos más jóvenes, que no han ocultado sus temores en torno al futuro. La entrada agresiva de un inversor que tome el control del IMQ les aterra, porque su prioridad no es el valor de sus acciones sino mantener una carrera profesional -larga desde la perspectiva de su juventud- ligada a la compañía vasca.
«Adeslas llevaba 15 años esperando este momento, desde que entró en la sociedad de seguros», aseguran fuentes próximas a la cúpula del IMQ. Para esta compañía el puente de plata que le ha ofrecido hasta ahora la relación con el IMQ es claramente beneficioso. No solo ha podido participar en una sociedad rentable -IMQ Seguros-, sino que además ha podido hacer un negocio jugoso y permanente. Adeslas no es un elemento extraño para los clientes del IMQ, porque es precisamente la compañía que respalda el servicio de salud cuando éstos necesitan asistencia fuera del País Vasco.
Todas las fuentes consultadas por EL CORREO coinciden en señalar que la fotografía compartida puede estar clara: un accionariado mezcla de médicos que deseen permanecer en la sociedad con una fuerte presencia de Adeslas, que de momento no sería mayoritario, y con el «anclaje» que puede proporcionar la participación de BBK.
Cuestión de precio
Hasta ahí todo está bastante claro. Los problemas comienzan por el mismo sitio que en cualquier negociación mercantil: el valor de las cosas. Los médicos que quieren vender sus acciones aspiran, con lógica, a obtener el mayor precio posible por sus títulos. En buena parte de los casos esas 1.000 acciones que posee cada uno de la sociedad IMQ son el grueso de su plan de pensiones. O, al menos, del 'colchón' sobre el que descansa la tranquilidad económica de su jubilación.
De otro lado, BBK tampoco está en disposición de hacer grandes desembolsos. Su presidente, Xabier Sagredo, ya ha anunciado que tan solo tienen 100 millones de euros para inversiones en empresas. Y por aquello de la diversificación, tampoco sería lógico que apuesten un elevado porcentaje de ese fondo a una única inversión.
Adeslas no quiere una participación mayoritaria para evitar el rechazo que puede provocar
Los problemas
Para cerrar el círculo, Adeslas no está dispuesto a comprar caro, porque cree que tampoco necesita hacer esfuerzos extraordinarios en el País Vasco. ¿La clave? Quizá impedir que el matrimonio provechoso que mantenía hasta ahora con IMQ pueda romperse y, también, tapar los deseos de entrada de otros competidores. Si hay accionistas del IMQ dispuestos a vender, siempre existirá el riesgo de que sea un competidor quien lo compre. Hay que tener en cuenta que IMQ tiene una posición de mercado privilegiada, con un 84% de cuota en Bizkaia, en torno al 75% en Álava y alrededor del 20% en Gipuzkoa.
El líder nacional
En la actualidad, Adeslas es el líder indiscutible en España de las compañías de seguros de salud, con una facturación que es 14 veces superior a la del IMQ. Tiene un volumen anual de primas de 3.709 millones de euros -el doble que el 'número dos' del sector, Sanitas- y su beneficio se elevó a 350 millones de euros en 2018.
Junto a los aspectos puramente económicos, también están ya presentes en la negociación los matices emocionales. El País Vasco vive en los últimos años una especie de síndrome de ventas de empresas -los casos Euskaltel y Gamesa son el exponente principal de ese fenómeno-, que ha extremado la sensibilidad hacia los riesgos de deslocalización. Esto es, a profundizar en una especie de 'provincianismo económico', con la pérdida de los centros de decisión de compañías importantes que tienen una influencia innegable en la generación de riqueza y empleo del País Vasco. De ahí que todas las alarmas están disparadas, ante el riesgo de que cualquier operación ligada al IMQ genere un efecto similar.
La negociación sobre el valor de la compañía ocupará el trabajo de los próximos meses
La primera clave
Adeslas -aseguran fuentes próximas a esa compañía- «no tiene ninguna intención de tomar el IMQ al asalto. No va con la forma de actuar de la empresa». De ahí que todo apunta a que, en el caso de fructificar el acuerdo, Adeslas asumiría en una primera fase un papel de accionista minoritario, pero con las bases para tener una clara mayoría en el futuro. La vía, al parecer, puede ser un doble acuerdo. De un lado, un compromiso de estabilidad como proveedores para los médicos que deseen permanecer como accionistas; junto a otra oferta permanente de adquisición de acciones, para garantizar a quien se quede que podrá vender, si así lo desea en el futuro.
Otra pieza de la negociación va a estar en los intereses comerciales del tándem Kutxabank-BBK, porque la entidad financiera vasca actúa como comercializador de los productos de salud de IMQ. El banco que preside Gregorio Villalabeitia alcanzó un acuerdo con la aseguradora a finales de 2015. Algunas fuentes aseguran que lo hizo presionado por el PNV -instigado a su vez por la cúpula del IMQ-, después de que el banco hubiese alcanzado ya un principio de acuerdo para comercializar productos de Sanitas.
En el seno del IMQ, sin embargo, algunos sectores piensan que ese acuerdo tampoco ha arrojado resultados extraordinarios y es «prescindible». Así, aseguran que IMQ tuvo que realizar un descuento muy importante en las pólizas de los empleados del banco para obtener muy poco a cambio. «Perdimos 600.000 euros de ingresos y Kutxabank tan solo ha sido capaz de vender 1.000 pólizas a nuevos asegurados», puntualizan las mismas fuentes.
Bancos y aseguradoras
Todas las entidades financieras han establecido alianzas con compañías aseguradoras. Una consecuencia lógica al considerar que la red de la banca es un espacio privilegiado para comercializar seguros. El acuerdo que tiene Kutxabank con IMQ en el País Vasco se enmarca en ese contexto y es una réplica de lo que sucede en el mercado nacional. CaixaBank tiene su propia compañía, VidaCaixa, para los seguros de vida y su participada Adeslas en Salud. Santander mantiene una alianza con Aegon; Bankinter y Bankia con Mapfre, mientras que BBVA lo hace con Sanitas.
En su contexto
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1.144 accionistas tiene el grupo. Participan en la Sociedad de Médicos, que actúa como cúpula del conglomerado.
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45% posee ya Adeslas de la filial IMQ Seguros, la sociedad que concentra el grueso de la actividad económica de la compañía.
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El consejo. La sociedad que actúa como cúpula del holding del grupo tiene un consejo de administración compuesto por once personas. Todos ellos son médicos y accionistas.
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La salida. Un importante colectivo de médicos ha planteado la necesidad de permir la venta libre de sus acciones. Hay profesionales que también se oponen a la entrada de socios no médicos.
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