La industria vasca cruza los dedos con Trump
El veto a Huawei ha disparado la tensión y persiste el temor a los aranceles a los coches europeos en un momento de debilidad del sector
El veto Huawei ha supuesto un salto en la guerra comercial emprendida por Donald Trump desde que llegó a la Casa Blanca a principios de ... 2017. Su ataque brutal contra el segundo fabricante de móviles del mundo y una de las compañías más importantes de China constituye un punto de inflexión. Ha dejado patente el pulso que enfrenta a EE UU y el gigante asiático por la supremacía tecnológica, con las redes 5G en el punto de mira. Nadie sabe los derroteros que va a tomar este nuevo capítulo, aunque se intuye que es un juego muy peligroso que pilla a Europa en medio.
Hay elementos que alientan cierto optimismo. Ya son numerosos los precedentes en que Trump ha tensado la cuerda al máximo con sus amenazas, para luego aflojar tras lograr alguna mejora. Su decisión de postergar unos meses el veto y de asegurar que la situación con Huawei podría solucionarse dentro de las negociaciones comerciales alimentan esta hipótesis. Pero la tensión se ha disparado y el contexto es difícil, marcado por la ralentización mundial y la preocupación por otras cuestiones como el 'Brexit', que está tomando un cariz muy negro tras la dimisión de May.
Esa incertidumbre es el principal efecto negativo de la guerra comercial sobre la industria vasca, muy abierta al exterior. No es un impacto nada despreciable, pero difícil de medir. Si se analiza lo que se puede cuantificar, se observa que las consecuencias de la guerra comercial de Trump en Euskadi son todavía limitadas. Hay empresas muy perjudicadas, como Tubos Reunidos, pero los aranceles al acero no han supuesto ninguna debacle. Sí que hay temor a que el presidente de EE UU vuelva a la carga con gravar los coches europeos, lo que castigaría a un sector clave para el País Vasco y que atraviesa una etapa de debilidad por la crisis del diésel.
Acero
El golpe a Tubos Reunidos y el contrato de Tubacex
El 1 de junio del año pasado entraron en vigor los aranceles de Trump para el acero y el aluminio, del 25% y del 10%, respectivamente. Había muchos miedos, pero el impacto no ha sido tan negativo como se temía, según asegura Asier San Millán, director del clúster vasco del acero Siderex. «Las exportaciones totales del sector aumentaron un 20% el año pasado hasta los 2.663 millones de euros. Las dirigidas a EE UU lo hicieron en un 11% hasta los 200 millones», explica. En su opinión, han sido eficaces las medidas de salvaguarda que adoptó la UE para frenar la inundación de acero procedente de terceros países que tropezaba con la barrera en Estados Unidos.
Pero dentro del sector hay compañías muy golpeadas por la política de Trump, entre ellas Tubos Reunidos y Tubacex, ambas muy vinculadas al negocio del petróleo y, por tanto, lastradas por el desplome del precio a partir de mediados de 2014. El exmagnate hizo que Tubacex abandonase el mayor contrato de su historia, firmado en Irán en la primavera de 2017. Eran nada menos que 556 millones de euros en una operación a tres años vista. El bloqueo a Irán forzó su cancelación a finales del año pasado. La compañía con sede en Llodio asegura que ya lo está compensando con nuevos contratos y gracias a la reactivación de su mercado por el alza del crudo.
Lo de Tubos Reunidos es más grave. Su exposición a Estados Unidos ronda el 44% y, tal como señala en su último informe de resultados, «el arancel del 25% supone una desventaja competitiva muy importante». Y eso que la compañía trata de minimizar el impacto con la planta de acabados que adquirió en el país. La empresa, que está renegociando su deuda con la banca, achaca en gran medida a Trump sus pérdidas de 34 millones en 2018 y 13 millones en el primer trimestre.
Ve, sin embargo, signos positivos. Sus tubos sin soldadura han sido incluidos desde febrero en las medidas de salvaguarda de la UE y, además, su cartera de pedidos está creciendo por el alza del petróleo y por sus esfuerzos para diversificar.
En el resto del sector del acero, por contra, el panorama se está complicando. Arcelor Mittal, que ha anunciado un ERE en Asturias, advierte de la débil demanda en Europa en sectores como la automoción. Asegura, además, que las medidas de salvaguarda no son suficientes.
Telecomunicaciones
El precedente del veto a ZTE, proveedor de Euskaltel
El conflicto de Huawei no tiene impacto directo en el sector exportador vasco de tecnología, dado que está especializado en equipamiento para la industria e ingeniería, nada que ver con móviles o redes. Es lo que dice el director del clúster Gaia, Tomás Iriondo. «Nos afecta de manera indirecta por la inestabilidad que supone. Ha quedado claro que esto es una guerra por la hegemonía tecnológica. Huawei está liderando el despliegue de las redes 5G y Trump quiere frenarle», apunta.
Pese a los temores, los recuerdos que tiene Euskaltel de un episodio similar al de Huawei, que le tocó muy de cerca, no son nada traumáticos. Y es que no es la primera vez que Trump veta a una compañía china de telecomunicaciones. Aplicó esa misma medida en abril de 2018 a ZTE, a la que condenó a una multa de 1.200 millones de dólares y la prohibición de contratar con proveedores norteamericanos durante siete años. ZTE era en esa época (y lo sigue siendo) proveedor de Euskaltel y, en virtud de ese pacto, se estableció en el Parque Tecnológico de Bizkaia. En dos meses la cosa estaba resuelta. Trump levantó el veto tras aceptar ZTE pagar la multa e incorporar un equipo de supervisión estadounidense.
Automóvil
El miedo a un arancel en plena crisis por el diésel
En su afán por impulsar la industria manufacturera de EE UU, Trump lleva mucho tiempo amenazando con poner un arancel del 25% a los coches europeos. En febrero dio un paso más al anunciar que un informe del Departamento de Comercio le avalaba y puso mayo como fecha de aplicación. Finalmente ha dado una prórroga de seis meses hasta noviembre. Parece que por ahora tiene suficiente con China y Huawei.
Sin embargo, la espada de Damocles sigue ahí y el sector de automoción, con gran peso en Euskadi, no está para más meneos. Desde finales de 2018 sufre un grave parón debido a la nueva normativa sobre emisiones, los objetivos de Bruselas para su reducción y la crisis del diésel. También le afecta la incertidumbre del 'Brexit'. Sin ir más lejos, las exportaciones de Mercedes han caído un 24% en turismos y un 18% en vehículos de mercancías, según datos del Eustat del primer trimestre. «La causa es la incertidumbre. El cliente no sabe qué comprar», apuntan fuentes de la empresa.
El sector, sin embargo, se muestra bastante confiado en que finalmente Trump no cumplirá con su amenaza de imponer aranceles a los coches europeos. Su optimismo se asienta en lo ocurrido con NAFTA, que regula el comercio de EE UU con México y Canadá. «Fue uno de los tratados más amenazados y finalmente ha sido renegociado en condiciones razonables», señalan en el clúster Acicae, que aglutina a grupos como Gestamp o Cie. En ese mismo sentido, el presidente de Mondragón Internacional, Oskar Goitia, apunta que el acuerdo sellado en Norte América «ha traído estabilidad a la zona por lo que las cooperativas de la Corporación están incrementando su actividad en México». Eso sí, la guerra comercial les está obligando a redistribuir sus capacidades entre EE UU y China.
Pero si, en contra de las previsiones, Trump impone los aranceles las consecuencias serían muy negativa. EE UU es el principal mercado para Europa, donde vende más de un millón de coches al año, un 29% del total. Fabricantes como Daimler o BMW se verían muy afectados. Mercedes, que exporta 6.800 vehículos a EE UU y de ellos 3.200 desmontados para evitar el arancel, podría esquivar el efecto directo, pero no el indirecto.
La incertidumbre es alta aunque no se pierde la esperanza de que Trump se frene. «Más aranceles pueden llevar a una recesión que nadie quiere. Lo más probable es que EE UU y China lleguen a un acuerdo», defiende Arantza San Salvador del Valle, del área de Internacionalización de la Cámara de Bilbao.
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