La dependencia de China crece y tensiona las cadenas de suministro en la pandemia
La exposición al gigante asiático y su competitividad alejan la posibilidad de relocalizar actividades productivas en Euskadi
Cuando a Rubén Blanco se le pregunta por la dependencia actual de China y la posibilidad de reubicar procesos productivos en España, el cofundador de ... Idrtext responde con un ejemplo práctico del sector en el que desarrolla su actividad, el textil: «Cojamos el tejido de poliéster. Quien lo compre fabricado en España depende de China porque el hilado de poliéster procede de allí. Pero pongamos que ese hilado estuviese fabricado en España: pues bien, también dependería de ese país porque la fibra para fabricar el hilado viene de China. Y si en España hubiese alguna fábrica de fibra de poliéster virgen, también necesitaría importar de China o Corea la materia prima».
El responsable de fabricación de calzado de una importante multinacional de moda española, que pide mantenerse en el anonimato, añade la competitividad como otro de los principales motivos por los que la dependencia de China continúa creciendo y la relocalización en casa es poco factible: «El verano pasado tuvimos que fabricar una alpargata de caballero: en China nos presupuestaron 4 dólares por cada par; en España, el mismo calzado con calidades idénticas nos lo vendían a 13 euros. Y yo lo tenía que poner en tienda a 11,95».
Esta situación no es exclusiva de sectores con mano de obra intensiva. También se extiende a otros de mayor valor añadido. Lo confirma Iñaki González, director de Operaciones de la guipuzcoana HINE, fabricante de sistemas hidráulicos para el sector eólico. «La dependencia de China ha crecido en gran parte porque muchos proveedores de componentes están allí. Los márgenes te estrujan y, debido a su tamaño y a las peculiaridades de su desarrollo, en China se puede encontrar de todo a un precio razonable y con buena calidad. Por si fuese poco, el principal fabricante de aerogeneradores del mundo es chino, Goldwin. Queda bien decir que a corto plazo se puede relocalizar la producción en Euskadi, pero es utópico», opina.
Desde el grupo Mondragon apuntan en la misma dirección. «La salida asimétrica de los países en la crisis sanitaria está provocando algunas tensiones en la cadena de valor, que obligan a las empresas a plantearse la relocalización de algunas actividades, si bien las inversiones requeridas y la competitividad esperada está muy condicionada por los volúmenes de fabricación y las economías de escala que puedan conseguirse», apuntan fuentes del grupo cooperativo.
LA CLAVE
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806,645 millones de euros es el déficit comercial que Euskadi tuvo con China en 2020, casi un 270% más que en 2014.
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10.500 dólares se han llegado a pagar por un flete de Shanghái a Bilbao, más del doble del máximo anterior.
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Giro hacia la innovación China ha dejado de ser la 'fábrica del todo a cien' y es clave en la fabricación de componentes tecnológicos.
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Competitividad Las economías de escala y la concentración de recursos dan a China una ventaja incomparable,
Seguridades y dudas
En sectores que se consideran estratégicos, como salud, suministros básicos y seguridad, Mondragon sostiene que la apuesta de los gobiernos es decidida y que la relocalización es posible. En el resto surgen muchas más dudas, porque «la competitividad es un vector determinante para conseguir productos y servicios».
China, convertida en la segunda potencia mundial, es imbatible en diferentes aspectos: las economías de escala juegan siempre de su parte, el Gobierno ha concentrado todo tipo de sectores en zonas geográficas que se convierten en un potente imán para la industria auxiliar, la mano de obra sigue siendo relativamente económica y muy productiva, y el mercado interno es un goloso caramelo que las políticas decretadas por el Partido Comunista hacen muy difícil disfrutar sin una implantación en el país. Combina así la principal base manufacturera del mundo, que es ya el principal socio comercial de bienes de la Unión Europea, y el mercado que más crece del planeta.
Sin embargo, Ainhoa Ondarzabal, directora general de la Agencia Vasca de Internacionalización, cree que la dependencia del gigante asiático en Euskadi es mucho menor de lo que parece. «Es cierto que China es el principal destino de las implantaciones vascas. Pero hemos diversificado mucho y solo representa el 2% de nuestras exportaciones y el 8% de las importaciones, porcentajes más o menos estables en la última década», explica. El año pasado las importaciones vivieron un crecimiento notable por la pandemia y el aumento de las compras de material médico, pero Ondarzabal considera que es un efecto temporal.
La responsable del organismo gubernamental, además, incide en que el sector de automoción representa el 43,5% de todas las fábricas vascas en China, «que tienen que ir allí para dar servicio a sus clientes», y que el número de empresas que viajan al país de Mao se ha ralentizado. «En los últimos cinco años solo se han establecido 19», señala. No obstante, Ondarzabal, que residió durante más de una década en Shanghái, reconoce que la influencia china va en aumento. «Es un jugador global muy relevante que apuesta por su expansión en nuevos mercados, una estrategia que tiene un impacto claro. En el plano tecnológico iba por detrás y ahora innova», destaca Ondarzabal. «China nos debe ocupar, no preocupar», sentencia.
LOS PROTAGONISTAS
Agencia Vasca de la Internacionalización
Ainhoa Ondarzaba
«China es un jugador global muy relevante que nos debe ocupar, no preocupar»
Director de operaciones de HINE
Iñaki González
«Tenemos que apostar por crear valor añadido, no por recuperar lo que ya se fue»
Cofundador de Idrtext
Rubén Blanco
«El problema de la dependencia de China reside en la falta de alternativas para diversificar»
Coordinador general de Green Ibérica
Arturo Miguelez
«Los buques llegan de Asia cargados al 100% y regresan al 60% de capacidad»
Analista del Real Instituto Elcano
Mario Esteban
«La Unión Europea está ahora más cohesionada en torno a una política común para China»
Los empresarios coinciden con ella. «Los sectores más maduros no van a volver a Euskadi. Los políticos venden esperanza y manipulan. Nosotros tenemos que apostar por crear valor añadido e innovar, no por recuperar lo que ya se fue», comenta González. «Hay que cambiar de mentalidad y entender que el empleo en casa no se defiende cerrando puertas como piden los sindicatos, sino saliendo al mundo. Vemos a China como una amenaza por su sistema político, pero debemos aprovechar las oportunidades que surgen con su crecimiento. Nadar contracorriente solo logra que acabes deslomado», añade.
Blanco es menos optimista. «La creciente dependencia de China nos debe preocupar por la falta de alternativas», afirma. A ese respecto, ve conveniente buscar bases productivas en otros países, pero considera que «el pequeño tamaño de la pyme vasca lo dificulta». Desde Mondragon admiten que hay sectores como los de bienes de consumo o automoción en los que «se está tensando la cadena de valor debido al desajuste entre la demanda y las capacidades de producción instaladas», pero consideran que «las producciones se reajustarán en los diferentes mercados para satisfacer la demanda existente a través de una potencial relocalización o adaptación de las producciones de algunos productos, con la consiguiente adecuación de los precios adaptándose a cada segmento de mercado, allí donde la producción, bien por volúmenes o economías de escala, tenga sentido empresarial».
En cualquier caso, si hay un sector en el que la preponderancia de China resulta más evidente, ese es el logístico. «Los buques llegan de Asia cargados al 100% y regresan al 60%», explica Arturo Miguelez, coordinador de Green Ibérica y uno de los principales usuarios del Puerto de Bilbao. «Con la pandemia se ha producido la tormenta perfecta. Las navieras habían recortado servicios a través de viajes en blanco para evitar el desplome de los precios al principio, pero ahora, sobre todo en el último trimestre, la actividad ha aumentado y los fletes se han disparado», comenta.

Puertos congestionados
Miguelez, que lleva dos décadas en puestos de gerencia en el sector del transporte marítimo, nunca había visto precios superiores a 4.500 dólares en el transporte de un contenedor de 40 pies entre Shanghái y Bilbao. Sin embargo, hace unas semanas alcanzaron los 10.500 dólares. «Ahora todos los puertos están congestionados y la cadena se ha roto. Es de esperar que los precios bajen algo cuando la situación mejore, pero no se volverá a los de antaño». Y, en su opinión, eso va a tener consecuencias graves en los sectores que más dependan de China. «Algunos negocios no podrán asumir los costes y, finalmente, repercutirá en el precio final que tendrán que pagar los consumidores», vaticina Miguelez.
Esta situación ha afectado incluso a las empresas vascas que tenían que comerciar con otros países, como México. «A las navieras les salía más rentable enviar el contenedor vacío a China que lleno a América», cuenta el gestor logístico, que ha tenido que lidiar con el efecto añadido de la huelga de la estiba. «La lección que tenemos que sacar de esta situación es que debemos diversificar», concluye.
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