La crisis de las renovables impacta en el sector eólico vasco, que emplea a 5.000 personas
Las empresas de Euskadi alertan de dos años «flojos» en la cartera de pedidos de componentes para molinos terrestres
La transición energética se ha convertido en una prioridad tras la pandemia que se aceleró con tintes de urgencia por el impacto en el precio ... de la luz de la guerra de Ucrania. Euskadi, España y el conjunto de la Unión Europea han desplegado planes y normativas con unos ambiciosos objetivos para aumentar la generación renovable. Más parques y más inversión. Sin embargo, tras un 'boom' en 2021 y 2022, algunas empresas del sector, especialmente las centradas en energía fotovoltaica, pierden valor en Bolsa o pasan por dificultades de financiación y los grandes fabricantes de aerogeneradores, como Siemens Gamesa, Vestas o Nordex retroceden en sus resultados.
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Un complejo cóctel en el que se mezcla la caída del precio de la luz, la subida de costes financieros, un cuello de botella en la tramitación o falta de desarrollo e inversiones en la red de distribución. El resultado es que, sobre todo en la energía eólica terrestre, «sufrimos con dos años flojos». Así lo explica el director del Clúster de Energía del País Vasco a EL CORREO. José Ignacio Hormaeche advierte de una caída de pedidos en las 150 empresas que en Euskadi elaboran componentes de un aerogenerador terrestre. «Las carteras no están como estaban ni como deberían estar para dar cumplimiento al objetivo que marca el PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima) para llegar al 81% de la generación eléctrica con renovables».
De hecho, según los datos de conexión al sistema de distribución que gestiona la empresa pública Red Eléctrica, la inyección de nueva energía eólica en 2024 fue de 900 MW, un 45% menos que los 1.650 MW de hace dos años. Hay un freno del que, como constata Hormaeche, el sector vasco eólico no escapa. Y es que Euskadi es uno de los líderes, no solo en España sino internacional, de lo que se conoce como energía eólica 'onshore' -la que se instala en tierra-. Una tecnología que nació muy ligada al País Vasco y acoge a unas 150 empresas capaces de diseñar y elaborar todos los componentes de un aerogenerador. Firmas históricas como Ingeteam, Ormazabal o ingenierías como Idom o Sener forman parte de ese bosque del que sobresalen promotores gigantes como Iberdrola o fabricantes como Siemens Gamesa.
Las 150 compañías suman una facturación de 15.700 millones y una inversión en I+D de 46 millones
Solo tres autorizaciones
En el propio País Vasco se dan algunas de las claves que explican la contradicción que atraviesa el sector. Una es la creciente oposición social a los proyectos y una tramitación que se extiende alrededor de 8 años desde la presentación hasta la puesta en funcionamiento de una instalación eólica. En el Gobierno vasco se han registrado 114 iniciativas de generación fotovoltaica o eólica desde 2021. De todas ellas, solo se han autorizado 14. Pero, atendiendo a instalaciones de carácter industrial, con más de 40 MW, la cifra se queda en tres: el parque eólico que promueve Iberdrola en Azáceta, a ampliación del que ya tiene en Labraza -ambos en Álava- y uno de los huertos fotovoltaicos que impulsa Solaria en Vitoria. Las tres iniciativas, además, cuentan con participación del Ejecutivo autonómico. El propio consejero de Industria, Mikel Jauregi, ha reconocido la necesidad de acelerar en este proceso «porque estamos a la cola de Europa en renovables». De hecho, en el País Vasco, el último molino instalado fue hace 18 años, en el parque del Puerto de Bilbao.
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La falta de rentabilidad que ha impactado en el sector es otra de las causas del frenazo en la promoción de instalaciones. El desarrollo de estas infraestructuras requiere un alto volumen de capital que los promotores han financiado con la banca. En España, las principales entidades financieras calculan en 15.000 millones la cantidad apalancada en estos proyectos. Además, se trata de préstamos que se concedieron sobre la garantía de ingresos por la venta de energía. Los cálculos se hicieron cuando la luz se pagaba a una media de en entorno a los 100 euros el MW/h, los precios de 2022. En cambio, este año han llegado a caer hasta 48 euros en abril, aunque ahora fluctúan en los 60.
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Además, la rápida expansión de las renovables ha generado un excedente de elaboración que provoca que haya horas en las que la luz tenga coste cero o incluso negativo, porque no hay demanda. Así lo señalaba el pasado mes de junio un informe de la BBC. El propio jefe de desarrollo de sistemas de Red Eléctrica, Miguel de la Torre, destacaba la paradoja de que el crecimiento del PIB nacional «no se traslada a la demanda de energía».
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Tal y como explica el experto de la consultora energética Grupo ASE Juan Antonio Martínez, se trata de una situación «en la que las compañías que no tengan contratos a largo plazo con un precio fijo para vender energía -los PPA- van a tener problemas». Son casos que se han dado especialmente en fotovoltaicas como Soltec, Solarprofit, Holaluz o Capital Energy, con más exposición a la eólica. Aun así, Martínez recuerda que estas inversiones «tienen una rentabilidad a largo plazo». «La demanda -apostilla- va a crecer y hay oportunidades crecientes como los centros de datos».
La clave
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45% Es el porcentaje de reducción en la cantidad de nueva potencia eólica conectada a la red en España durante el presente ejercicio frente a 2022.
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