El crédito en Euskadi sufrió en 2023 un ajuste de 2.900 millones, el mayor de la última década
Los tipos de interés y la desaceleración frenaron inversiones en el País Vasco con el saldo de préstamos más bajo desde 2005
Una economía muy poco endeudada, sí, pero un nivel de incertidumbre y unos tipos de interés que dejaron en la nevera muchos proyectos de inversión. ... Esa es la conclusión que arrojan los datos del Banco de España sobre la concesión de créditos a empresas y particulares en Euskadi durante el pasado 2023. El saldo de los préstamos se redujo en 2.876 millones, el mayor ajuste en un año desde 2014, cuando el tejido empresarial todavía se recobraba del sobreendeudamiento de la crisis financiera de 2008. El volumen total de créditos que la banca tiene concedidos a familias y compañías quedó en 57.656 millones, lo que supone la cifra más baja registrada por la economía vasca desde junio de 2005.
Las causas de este ajuste, que ya habían advertido los grandes bancos comerciales en la presentación de sus resultados de 2023, residieron principalmente en tres elementos. Por un lado, la subida de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE), que alcanzaron el año pasado el 4,5%. Un elemento que busca controlar el ascenso de los precios, pero que también encarece la financiación de hogares y empresas. En segundo lugar, la desaceleración económica. Y es que el frenazo que muchas industrias en países como Alemania, Francia o Reino Unido sufren desde el pasado año genera dudas en las empresas vascas a la hora de invertir. Especialmente es así en aquellas que centran su negocio en la exportación. De hecho, las ventas al exterior el pasado año registraron un enfriamiento con importantes descensos de doble dígito después de un primer trimestre muy fuerte. Organizaciones empresariales como la Cámara de Comercio o la propia patronal vasca, Confebask, ya alertaron en sus indicadores de este parón inversor durante el pasado año.
Y, como tercera causa, unas empresas y familias con niveles de deuda muy bajos. La liquidez de la economía vasca afrontó la pandemia en un buen estado de salud gracias a los ajustes que se arrastran desde 2008. A esto se han añadido las ayudas públicas activadas para hacer frente al covid y un empleo sólido que ha asegurado los ingresos en los hogares. Esta combinación de elementos ha otorgado un buen paraguas financiero en el que esperar a que escampe, bajen los tipos de interés o la incertidumbre se despeje para invertir. Y es que los conflictos como la guerra de Ucrania o el conflicto en Israel y Gaza tampoco ayudan.
Acceso al crédito más difícil
En la economía familiar la hipoteca es el principal recurso al crédito. Y en 2023 la compra de casas se redujo, entre otras cosas, por un euríbor que alcanzó el 4% y que llegó a encarecer hasta en 300 euros el pago mensual de un préstamo vivienda de 150.000, la media en Euskadi.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el País Vasco la firma de hipotecas para adquirir una vivienda se redujo un 17% con un descenso de 3.941 pólizas. Se suscribieron 19.135, una cifra menor incluso que la del año de la pandemia (2020), cuando el confinamiento paralizó la actividad durante más de dos de meses dejando un saldo en Euskadi de 19.252 hipotecas. Pero el descenso en el importe de los créditos fue mucho mayor, hasta un 32% más bajo que en 2022. La cantidad de dinero prestado para comprar una casa fue de 4.954 millones en el último ejercicio frente a los 7.304 millones de 2022.
Solo el importe de las hipotecas se redujo un 32% el pasado año con 2.350 millones menos
En el frenazo de la solicitud de créditos no solo ha pesado el encarecimiento por los tipos de interés y la coyuntura. Las entidades financieras también han endurecido las condiciones de concesión. A pesar de que los ratios de mora en Euskadi siguen muy por debajo de las medias del sector, las advertencias del Banco de España y los reguladores, así como las importantes ganancias cosechadas, han hecho que los bancos puedan ser algo más exigentes antes de prestar dinero.
Las cuentas corrientes acusan también cierto desgaste. Aunque con 85.000 millones el saldo es un 7% mayor que antes de la pandemia, en el último año se ha reducido en 1.900 millones. En parte por el impacto de los precios, pero también porque se ha buscado rentabilidad en fondos de inversión o planes de pensiones y se han duplicado las amortizaciones adelantadas de las hipotecas.
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