Los carburantes marcan máximos por la crisis del petróleo en plena operación salida de vacaciones
La inflación será uno de los primeros índices en recoger el elevado nivel de incertidumbre por los conflictos internacionales
La inestabilidad geopolítica en Oriente Medio ha interrumpido en la primera operación salida de vacaciones del verano. El precio del petróleo ha vivido en la ... última semana un viaje de ida y vuelta tras dispararse por encima de los 80 dólares por el temor a un cierre del Estrecho de Ormuz -la vía por la que discurre el 20% del comercio mundial de esta materia prima- a relajarse hasta el entorno de los 67 dólares el barril. «El alto nivel de inventarios a nivel global, los 120 millones de barriles de crudo iraní flotante y la capacidad de reacción de China y Arabia Saudí se han convertido en los principales factores de contención del precio del brent», apunta Antonio Aceituno CEO de Tempos Energía. En opinión de este experto, el precio del barril podría descender hasta la cota de los 60 y 65 dólares ante la distensión del conflicto.
Llenar el depósito se ha encarecido hasta niveles del pasado mes de abril. En concreto, el precio medio del litro de diesel registró esta semana su segunda subida consecutiva tras repuntar un 2,63% hasta los 1,4 euros y el litro de gasolina aumentó un 1,7% hasta 1,488 euros, según los datos del Boletín Petrolero de la Unión Europea que se publican semanalmente. No obstante, estos prelcios se encuentran un 9% y un 6%, respectivamente, por debajo de finales de junio de 2024.
El precio de los carburantes no depende solo del precio del petróleo, sino que está vinculado a su cotización específica en los mercados internacionales (que es independiente de la del 'oro negro'), de los impuestos, del coste de la materia prima y de la logística y los márgenes brutos de las estaciones de servicio. Además de que se suele producir cierto decalaje hasta que los movimientos del petróleo se trasladan al surtidor.
La economía española no es inmune a estos conflictos internacionales. La menor exposición que otros países europeos de las exportaciones españolas a Estados Unidos está amortiguando el primer impacto de los aranceles de Donald Trump, pero la debilidad económica que está provocando esta ola de gravámenes -y la incertidumbre sobre cuáles se comenzarán a aplicar el 9 de julio- afectará inevitablemente también a España.
No solo la guerra comercial tiene un impacto en al economía y la inflación. La guerra armada en Oriente Próximo ha ocasionado unas tensiones en los mercados internacionales de la energía que choca de frente con la moderación de precios que se estaba experimentando en la primera mitad del año. Los efectos inflacionarios de la incertidumbre bélica en Oriente Próximo no afectan tanto a España como a finales de los 90, cuando el 70% de la energía primaria consumida en nuestro país procedía del petróleo. Hoy esa cifra ha caído por debajo del 50%, según explica Omar Rachedi, profesor de Economía y Finanzas de Esade, que asegura que «el motor ya no es el petróleo». «Aún así, seguimos siendo más vulnerables que otros países del euro como Francia o Alemania, cuya dependencia del crudo ya está por debajo del 40%», asegura el experto.
Una economía fragmentada
Pero el verdadero riesgo no está tanto en el precio del barril como en las placas tectónicas del comercio global. El profesor explica que la guerra está «acelerando un cambio de época»: relocalización de las cadenas de suministro, tensiones en el mar Rojo y una posible ola de proteccionismo si Trump regresa con nuevos aranceles. En este sentido, el mapa industrial del mundo se reordenará y generará presiones inflacionistas más persistentes, indica el profesor de Esade, que las vincula no tanto al «shock energético puntual, sino por una economía global que se fragmenta y encarece».
Habrá que esperar a ver cómo se desarrolla el conflicto geopolítico para su impacto en los precios energéticos, si es algo puntual o prolongado en el tiempo. Las miradas están sobre el estrecho de Ormuz, clave para las exportaciones de petróleo al pasar por allí una cuarta parte del crudo que se vende en el mundo. Si Irán termina por cerrar el paso, los flujos comerciales se paralizarían y tendría un gran impacto en los mercados.
De hecho, la inflación repuntó en junio en España al 2,2% después de la moderación del mes de mayo y cuatro meses de caídas debido fundamentalmente a las tensiones internacionales y la incertidumbre de los mercados energéticos. El Instituto Nacional de Estadística (INE) acusa al aumento de los precios de los carburantes al aumento de la tasa de inflación en junio, y el Ministerio de Economía fue un poco más concreto al indicar que «la guerra entre Israel e Irán ha generado una elevada incertidumbre en los mercados energéticos internacionales».
Mientras que la inflación logró alcanzar el objetivo marcado por el Banco Central Europeo (BCE) del 2% en el mes de mayo, con el repunte de junio España vuelve a estar por encima del límite. La tasa de precios de la eurozona por ahora tampoco lo alcanza, con un nivel de 2,2% en mayo que en unos días se actualizará el dato de junio en un contexto de tanta volatilidad que se prevé un nuevo repunte. Aunque la tendencia del BCE está siendo la bajada de tipos, algunas voces apuntan a un posible cambio de rumbo si estas inestabilidades van a más. Aunque el banco central está preparado para recortar los tipos de interés algo más en septiembre, tiene una actitud cautelosa y vigilante a la actualidad diaria sobre inflación y precios energéticos.
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