El tiempo presiona a BBVA, que acumulará un retraso de un año sobre sus planes para la compra
De fraguar la venta de TSB, el Sabadell planea una junta de accionistas en pleno proceso de aceptación de la opa que alargaría más los plazos
El tiempo es un factor clave en cualquier operación de compra empresarial. Cada semana que se alarga una adquisición es una oportunidad para que surjan ... dificultades. BBVA está sufriendo esa situación, ya que tras lanzar de modo oficial su oferta por el Sabadell el 9 de mayo de 2024, el calendario de la opa no ha hecho más que estirarse. El plan de la entidad vasca era cerrar la operación en octubre de 2024, pero ya da por seguro que tendrá que conceder cerca de un año más a sus plazos y trabaja con la hipótesis principal de no cerrar la operación antes de este septiembre para, además, gestionar los dos bancos por separado. Y es que la oposición del Gobierno a la fusión comercial, que las fuentes del mercado dan por descontada, retrasaría además la fusión de consejos de administración y las marcas. De hecho, algunos analistas indican que ese veto a la fusión, aunque se ubique procesalmente más adelante, podría adelantarlo ya este martes el Consejo de Ministros.
Lo que sí quiere evitar BBVA es que sea agosto cuando se cierre el periodo de aceptación a su oferta de canje lanzada a los accionistas del Sabadell. Una vez se pronuncie el Gobierno, que podría endurecer las condiciones acordadas con Competencia, el regulador de los mercados (CNMV) deberá validar el folleto de la opa -un trámite que llevará cinco días- y entonces se abriría el plazo para responder a la oferta de BBVA. La entidad presidida por Carlos Torres podrá dar entre 30 y 70 días para esa ventana.
La estrategia del Sabadell ha sido, entre otras, aprovechar el transcurso del tiempo. Así, tras lograr que la CNMC abriera una segunda fase en el análisis de la operación, ganó cinco meses en los que anunció el regreso de su sede a Cataluña, un golpe en el relato sobre la identidad y la cercanía, que ha sido una constante en el proceso. El tiempo ha servido también para que los responsables del banco catalán hayan jugado en el filo del 'deber de pasividad' subiendo la temperatura y oponiéndose a la operación. Además, han elevado su política de remuneraciones a los accionistas hasta llegar a los 1.300 millones en este 2025, como argumento para rechazar la opa de BBVA.
Y, ahora, la venta de TSB, la filial inglesa del Sabadell. El banco vallesano comunicó esta semana que ha recibido muestras de interés de Barclays y Santander para comprar unas siglas que le reportaron 253 millones de ganancias en 2024. Más madera. El banco presidido por Josep Oliu está dispuesto a facilitar una compra rápida, con lo que impactaría de lleno en la opa por dos cosas. Por un lado, afectaría al valor del Sabadell, que sacaría de su balance al TSB al que el mercado valora en el entorno de los 2.000 millones, intentando desincentivar así el interés del banco vasco. Y, de otra parte, en el caso de fraguarse una de las dos ofertas, la entidad catalana debería someter la operación a la aprobación de su junta de accionistas. Un trámite que requiere una convocatoria con una antelación de 30 días, por lo que se celebraría en mitad del periodo de aceptación de la opa de BBVA: intervención del regulador, posible reconfiguración de la oferta de canje y, de nuevo, más tiempo.
Determinación en BBVA
Aun así, la determinación de BBVA se mantiene firme. Los retrasos, así como los compromisos adquiridos con Competencia no merman las sinergias de 850 millones anuales calculadas, o no lo hacen hasta el punto de replantear la operación. Lo que no evita cierto cansancio ante un entorno en el que, como dice un analista del mercado, «todos hablan, el Gobierno, el Sabadell y hasta el PNV, que ha aprovechado la situación para reclamar más presencia en Euskadi». Por ello, las mismas fuentes, señalan la decisión esta semana del presidente de BBVA, Carlos Torres, de salir del silencio para defender la opa en una entrevista en 'Onda Cero' en la que, además, fue un paso más allá al lanzar una advertencia al Gobierno: si endurece las condiciones fijadas por CNMC podría recurrir a los tribunales. Y es que la entidad vasca considera que la Ley de Competencia permite actuar al Gobierno en defensa del «interés general» pero solo para suavizar o eliminar las condiciones, pero no para agravarlas. El banco vasco sigue defendiendo una operación que permitirá aumentar hasta en 5.000 millones anuales la capacidad de crédito alumbrando una entidad más fuerte.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.