«El virus mata, pero una guerra es lo peor»
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Emir Sulejmanovic, del RETAbet, y Kenan Kodro, del Athletic, hablan de bombas y de Covid-19. Pese a su juventud, dan una lección de vida y recetan optimismoAprincipios de los noventa, la casa de los Kodro en San Sebastián era un seguro de vida para familiares y amigos que huían de la muerte. Eran otros tiempos, dolorosos y oscuros, que han dejado una profunda cicatriz en el alma de sus protagonistas. Kenan acababa de nacer, su padre, Meho, era una estrella de la Real Sociedad y del fútbol europeo y todo parecía perfecto, pero no lo era. Hubo semanas en las que llegaron a alojarse más de 20 personas en la vivienda del delantero de Mostar, quien dejó Bosnia-Herzegovina poco antes de que saltara por los aires. Les daban cobijo, ayuda y un punto de apoyo donde tomar impulso y reconstruir sus vidas. «Yo era un bebé y no recuerdo nada, pero luego he ido viendo fotos y escuchado historias», rememora el futbolista del Athletic, quien evita trazar paralelismos entre esta situación de alarma sanitaria y la guerra que asoló el país de sus padres.
Tampoco lo hace Emir Sulejmanovic, jugador del Bilbao Basket, quien tiene una historia vital digna de ser llevada a la gran pantalla y aconseja disfrutar de la seguridad del hogar. Sabe de lo que habla porque él no pudo hacerlo. Nació en un bosque en pleno genocidio de Srebrenica. Pese a su juventud, los dos dan lecciones de vida cuando reflexionan sobre el pasado y el presente.
Sus voces bajan de intensidad cuando se les pregunta por la sangría de Bosnia y por el virus que se lleva a diario cientos de vidas. Entienden que ambas situaciones recrean escenarios distópicos, inusuales por extraordinarios, pero diferencian entre el ruido de las bombas y el silencio de la enfermedad. Son plenamente conscientes de la gravedad de la situación actual, que les provoca dolor, incertidumbre y pena por las muertes causadas por el Covid-19, pero tratan de lanzar mensajes positivos en un momento complicado. «Aquí nadie te dispara, no te echan de tu casa. Tienes la seguridad de tu hogar, estás aislado, dispones de comida, agua, televisión, móvil, internet. La guerra es lo peor. Huyes y no estás a salvo en ningún sitio», argumenta entre casi susurros Sulejmanovic. «Yo no lo viví», añade desde San Sebastián Kenan Kodro, internacional con Bosnia, quien ha construido su conocimiento de los horrores pasados en sus conversaciones con familiares y amigos. «Me recuerdan que cuando se dispara es peor», matiza el delantero.
Decir «te quiero»
La historia del ala-pívot del Bilbao Basket, contada en septiembre de 2019 en este periódico, se remonta al verano de 1995. Vino al mundo en un bosque durante el genocidio de Srebrenica, su padre fue capturado y llevado a un campo de concentración y su madre murió cuatro años después en Finlandia, país que acogió a la familia, le dio una dirección y un pasaporte. Pese a todos estos golpes Sulejmanovic salió adelante. Habla cinco idiomas –finlandés, bosnio, inglés, esloveno y español–, se hizo profesional de baloncesto y ahora, casi un cuarto de siglo después, atraviesa por otra situación difícil en compañía de su padre. Lo encara con perspectiva y optimismo. «Hablamos mucho. Para mi viejo, esto es un balneario. Cuando le cogieron –durante la guerra– sobrevivió en condiciones lamentables. Todos tenemos nuestras penas. Esta pandemia es un aviso. ¿En qué sentido? En que hay que vivir el momento, decir 'te quiero', no dar nada por sentado. De repente pasa algo, se para el mundo y no tienes la oportunidad de volver a ver a tus seres queridos, de despedirte de ellos. Debemos expresar nuestros sentimientos. El virus mata a gente, pero la guerra es lo peor. Esperemos que esto acabe cuanto antes y con menos víctimas posibles».
Kodro confiesa que se siente «raro» y recuerda que el «coronavirus es peligroso para todo el mundo. Es un problema sanitario global, planetario, que solo se puede resolver con arreglo a las leyes y el respeto a lo que digan los expertos. Quedémonos en casa el tiempo que haga falta, seamos serios y responsables», comenta tras un entrenamiento matinal. Ahora toda la familia vuelve a juntarse en su vivienda de San Sebastián, donde hace casi tres décadas los inquilinos se contaban por decenas. «Tenemos tiempo para nosotros, hablamos, estamos. Me recuerda a cuando era pequeño», describe el futbolista rojiblanco. Aprendió todo de la guerra de sus mayores. Llama casi a diario a sus familiares en Bosnia y mantiene contacto con sus amigos. «Todos estamos bien», se felicita. Una tía suya también reside en la capital guipuzcoana y Kenan atiende sus consejos. «Estuvo cuatro años en un sótano cuando caían las bombas. Sabe de lo que habla. Desde entonces no ha visto nada igual. Me dice que respetemos las reglas de juego, que nos cuidemos por nuestro bien y por el de los demás. La guerra y esto no es comparable, salvo que todos estamos metidos en casas. Allí había balas, aquí un virus».
Pensar en positivo
Sulejmanovic y Kodro recetan optimismo, mantenerse fuertes y pensar que ya falta menos para la resolución de la crisis. Saben que los muertos no van a volver y que sus familias están destrozadas. Eso les parte el alma. El ala-pívot conoce demasiado bien la sensación de desamparo e impotencia, el significado real de la palabra tristeza. Le ha acompañado durante mucho tiempo y ha conseguido cronificarla, diluirla en una amplia sonrisa que le acompaña dentro y fuera de las canchas. Aun así, vive con ella, acompañante eterna, pero al menos ha aprendido a hacer llevadera la convivencia. «Hay que pensar en positivo. Aprovechemos este tiempo para dedicarnos a nosotros mismos, a nuestra familia. Renunciemos a cosas para que esto acabe antes. No hagamos estupideces», aconseja.
Sulejmanovic está en Bilbao, en Miribilla, y Kodro responde desde San Sebastián. «Si todos remamos en la misma dirección será más fácil». Ambos ríen un poco cuando se les pregunta por sus familiares que están en Bosnia. ¿Por qué? «Porque ahora son ellos los que están preocupados por nosotros. ¡Quién me lo iba decir!», suelta el hombre de negro, quien hace menos de dos meses viajó a su país de nacimiento para jugar con la selección. Allí los telediarios informan sin cesar de los contagios y fallecimientos de Italia y España. Las cifras asustan. «Temen por mí. Pero yo soy joven, me encuentro fuerte y ahora toca cuidar de nuestros mayores. Ellos hicieron mucho por nosotros y ha llegado nuestro turno», argumenta el ala-pívot del RETAbet. «En Bosnia están acostumbrados a las crisis, a las situaciones de emergencia. Nadan bien en esas aguas», tranquiliza el punta rojiblanco.
Los dos echan de menos sus vidas, la normalidad, el balón. Uno sueña con las canastas, otro con las porterías. «Paciencia. Llegará», coinciden. Y piden a la gente que siga luchando. Emir jamás baja la guardia. «Si me veis luchar con un oso, rezad por el oso». Escucharle reír reconforta.
Kenan Kodro
El perfil
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El delantero tiene 26 años y nació en San Sebastián.
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Trayectoria. Categorías inferiores de la Real Sociedad, Lagun Onak, Osasuna, Mainz, Grasshoppers, Copenhague y Athletic.
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En el Athletic. Llegó en enero de 2019. Ibaigane pagó un millón de euros por él. Lleva nueve partidos y tres goles anotados. Tiene contrato hasta 2022 y una cláusula de 80 millones.
Su tía
«Estuvo cuatro años en un sótano cuando caían las bombas. Desde entonces no ha visto nada igual»
Fe en la ciencia
«El virus es un problema global, que solo se puede resolver respetando lo que digan los expertos»
Emir Sulejmanovic
El perfil
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El ala-pívot tiene 24 años y nació en un bosque cercano a Srebrenica (Bosnia).
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Trayectoria. Categorías inferiores del Kaarinan Ura Basket (Finlandia), Olimpija Ljubljana, Barcelona, Orlandina Basket, Cibona, Fuenlabrada, Breogán y RETAbet Bilbao Basket.
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En el Bilbao Basket. Llegó en verano de 2019. Promedia 6,1 puntos y 5,3 rebotes.
Confinamiento por el virus
«Aquí nadie te dispara, no te echan de tu casa. Tienes comida, agua, móvil... La guerra es lo peor»
Vive con su padre
«Soy joven, estoy fuerte y toca cuidar de nuestros mayores. Ellos hicieron mucho por nosotros»
617 positivos en Bosnia, 28 curados y 19 fallecimientos
Si de algo sabe Bosnia-Herzegovina es de crisis. Vive en una permanente, política, económica y social, y ahora se ha añadido la del coronavirus. Las autoridades reaccionaron bastante rápido y, de hecho, en la capital Sarajevo se cerraron los colegios antes de que se diera un solo caso de contagio. Ahora el país está blindado, todo está cerrado y el toque de queda sigue vigente –entre las seis de la tarde y las cinco de la mañana–. De momento, en todo el país, de unos tres millones de habitantes, se han contabilizado 617 positivos, 28 recuperados y 19 fallecimientos. «Allí no se está bien por la situación política, pero España es el cuarto Estado con más contagios en el mundo y por eso mis familiares se preocupan por mí», explica Emir Sulejmanovic. «Reaccionaron antes que aquí, pararon todo. Esperemos que pronto podamos recuperar la normalidad», añade Kenan Kodro. De momento, ninguno de los dos tiene casos del COVID-19 en la familia y solo piensan en derrotar al virus y retomar sus vidas. «Lo lograremos juntos».