El renacimiento de Bruno Hortelano: «Llegué a pensar 'hasta aquí he llegado', pero ahora estoy disfrutando con el atletismo»
«Por fin estoy disfrutando del atletismo. He tenido que pasar por mucho, por momentos de querer estar en otro punto, pero me siento un ... privilegiado». El recorrido de Bruno Hortelano hasta este punto donde el velocista de Wollongong se siente feliz y relajado tras ser semifinalista en el Mundial indoor y plata en el relevo 4x400 ha sido largo y muy complicado. «Ha sido mucho aprendizaje en los últimos seis años, desde el momento en el que todo se removió después de Río con el accidente», explica a EL CORREO. Tras aquel incidente de tráfico en 2016, Hortelano trabajó duro para regresar con fuerza en 2018, «pero superé un límite que no debía superar y me hice daño». Llegaron las lesiones, más problemas... Incapaz de encontrar la salida del laberinto, Hortelano estuvo a un paso de dejar el atletismo. «En 2021 llegué a pensar 'hasta aquí he llegado, si esto no tiene que ser no será, me retiro del deporte'». Pero por fortuna la aparición en su vida de Marta Jou, terapeuta, y de Pedro Jiménez, entrenador, han devuelto la alegría a Hortelano. Ahora entrena y vive en Madrid, ha recuperado su cuerpo y la felicidad por el atletismo y a sus 30 años cultiva sueños que poder cumplir en el deporte y la vida.
– ¿Cómo se encuentra tras el Mundial?
– Estoy muy bien, me encuentro en un momento vital muy positivo, en donde todos los elementos para estar en equilibrio se han juntado. No ha sido fácil, pero ha valido la pena, ha sido mucho aprendizaje en los últimos seis años,.
– Toda esta trayectoria se reflejó con sus lágrimas tras la plata de Belgrado.
– Sí, allí fueron muchas emociones, muchos sentimientos abrumadores de golpe, que salieron tras lograr la segunda plaza en el relevo. Creo que vi pasar un resumen rápido de lo que habían sido estos últimos años y esa sensación que siempre tenía de conocer mi potencial, de saber que estaba bien, pero la impotencia de no poder sacarlo a la luz, de expresarlo en la pista. Y ahora por fin ver que eso sale... Ha requerido de muchos cambios que han sido difíciles.
– ¿Esas emociones reflejaban que se quitaba un peso de encima?
– Exacto, solté un lastre. Cerré una puerta a todo este viaje. Ahora que lo pienso, en estos últimos años hablaba de los Juegos de Tokio como la meta final, pero esta medalla y esta experiencia quizás sí marca el final de la etapa.
– ¿Por fin encontró la salida del laberinto?
– Sí, que bonita imagen, así es. Yo sabía que ese potencial estaba, pero hasta no verlo no puedes soltar con las cargas, y cada lágrima fue soltar un lastre. Que no descarto seguir llorando (ríe), pero te puedo asegurar que ahora me siento muy ligero.
– ¿Llegar a semifinales en el individual también ayudó?
– Yo quería estar en la final y me veía capacitado, pero en la primera ronda por centésimas me quedé tercero y todo se complicó. Reconozco ciertos errores, pero después afrontar las semifinales con esa tranquilidad y con el deseo de disfrutar me sorprendió. Me quedé con ganas pero al día siguiente, mi nivel de bienestar seguía exactamente en el mismo sitio. Y el 4x400 fue un subidón impresionante, poder compartir esas emociones, y eso perduró días, pero lo que puedo percibir es que aunque me haya llevado esa medalla, mi nivel de bienestar sigue igual.
– ¿Y cuál es su lectura?
– Me he dado cuenta de que todo lo que pueda llegar fruto del deporte y de mi trabajo profesional ha dejado de definir y decidir mi bienestar. Porque si mi bienestar depende de ser ambicioso y alcanzar esos objetivos, el miedo a no alcanzarlo es una gran carga y presión que acaba frenando. Yo llevaba un ancla que tenía años atrás.
– ¿Y qué ha cambiado?
– En el fondo no tiene nada que ver con el deporte, es un trabajo interior que llevo dos años haciendo. Primero con la herramienta de la meditación. Empecé en 2019 y hasta ahora no he llegado a donde estoy. Conocer a mi terapeuta y maestra de reiki Marta Jou fue otro paso importante, hace menos de un año me acompañó a dar la vuelta a mi vida interior.
– ¿En qué consiste ese trabajo?
– Es complicado de explicar, pero lo puedo intentar con una metáfora. Hasta el accidente tenía ciertos pilares que sostenían mi templo y después se fueron derrumbando hasta que no hubo nada que soportara mi ser. 2018 fue un intento con cierta urgencia y desesperación de construir al menos el pilar del atletismo, y no sé cómo, pero lo logré. Y estos años han sido de reconstrucción del pilar interno. A comienzos de la temporada pasada me lesioné y tuve otro proceso de un año para sanar el cuerpo. Y ahora que tengo el cuerpo sano y con ese pilar que me sostiene, siento que puede llegar lo que sea que no me va a derrumbar, lo que me ha permitido avanzar siempre con una tendencia positiva además rodeado de gente que me suma. Ese es el resumen.
– Habla de 2018. Parecía que había regresado con más fuerza, ¿pero quizá con demasiada urgencia?
– Exacto. Me hice daño a mí mismo. Salieron resultados, pero di un paso de más, superé un límite que no debía de superar y en 2019 llegaron las lesiones.
– ¿Era un intento de demostrarse que podía volver a su nivel?
– Me lo demostré, en cierto modo sentí que debía demostrarme algo, lo conseguí, pero ahora no vuelvo para demostrar nada, esa es la sutil diferencia.
– ¿Tenía que demostrarse a usted o a la gente?
– Bueno, a la gente también, pero principalmente a mí. Necesitaba porque después del accidente perdí el rumbo y cuando me miraba al espejo no me reconocía, así que por lo menos necesitaba algo a lo que aferrarme, a una faceta de mi identidad y ser yo. Si mejoraba mis marcas, sería una indicación de que había vuelto. Yo imaginaba que eso me daría una cierta seguridad.
– Pero a partir de ahí el cuerpo y la mente dicen basta.
– Y ahí comienza la odisea hasta estos días. Es curioso porque diría que toqué fondo en 2017, el verano en el que no pude competir. Pero 2021 fue un intento desesperado de controlarlo todo. Tenía el cuerpo sano pero los resultados no llegaban y fue una cierta desesperación. Y está el añadido de que después del accidente, me marqué Tokio como meta final y ver que no estaba en condiciones de competir y tener que renunciar fue duro. Pero al final Tokio me sacó de la situación de desesperación en la que estaba al no lograr ir a los Juegos. Ahí solté todo lo que tenía que controlar a nivel deportivo, solté y tomé la decisión de 'hasta aquí he llegado, si esto no tiene que ser no será, me retiro del deporte'. Por fortuna no me dio tiempo a llevarlo a cabo porque al día siguiente conocí a Marta Jou. Quedó claro que tenía que llegar esa decisión, 'no puedo hacerlo solo, necesito ayuda, por favor, y si no tiene que ser no será'. Y al día siguiente me llegó la ayuda.
– Tuvo que ser muy duro decidir dejarlo todo.
– No era tanto una decisión como una aceptación, que incluso es más duro, aceptar que si me tengo que retirar aquí, me retiro. Después de eso llegó el covid y después me vine a Madrid de visita. Ya había renunciado a la temporada y me encontré con Mark Ujakpor, que me habló de un nuevo entrenador que le gustaba y que creía que podría encajar con él. De la forma en la que habló y la sensación que tuve dentro sentí que era mi camino. Tuve dos conversaciones con Pedro Jiménez y en la tercera, a principios de septiembre, le dije que me venía a Madrid. Sentí en mi corazón que era mi camino.
– ¿Con él recuperó las ganas de competir?
– Al contrario, llegué y le dije a Pedro que no quería saber nada de competir, solo quería entrenar. 'Quiero que me guíes, quiero disfrutar y sentir mi cuerpo bien. Si no lo siento bien, no compito', le dije, porque ya había aceptado esa renuncia. Así lo afrontamos y él lo asumió perfectamente.
– ¿Y cuál fue entonces el proceso para volver?
– Ha sido la primera vez en mi carrera que he ido día a día. Tengo mis sueños que incluyen medallas y marcas, pero no me condicionan. Pondré de mi parte, pero quedan fuera de mi mano porque no están bajo mi control. Y así he vuelto a disfrutar. Aparecieron las competiciones, en Salamanca hice mínima mundialista que ni se me había pasado por la cabeza... Esa sensación fue increíble, la de ir a un Mundial a disfrutar. No lo había hecho en la vida.
– Pero antes de ir al Mundial fue campeón de España.
– Había mucho nivel de rivales, pero lo hice y gané. Otro peso fuera y más lágrimas. Fue igual de emocionante para mí que el Mundial. El 46.02 fue liberador, igual o más que el Mundial, pero las lágrimas no salieron por la tele, llamé a mis padres y estuve 45 minutos con mis padres hablando y llorando, fue muy chulo. Ese paso fue muy importante para mí.
– ¿Qué supone entrenar con Pedro Jiménez?
– Es trabajar con menos volumen, es trabajo de calidad, con intensidades altas, pocas series pero las que hacemos estamos ahí. Tiene una máxima de menos es más, y eso da una gran ventaja a nuestra preparación, ahí nace nuestro éxito técnico. Y además sabe escuchar. Somos un grupo mayor, tenemos una experiencia y sabemos escuchar nuestro cuerpo y él sabe escuchar lo que sentimos. Como deportista profesional no tengo necesidad de saltarme entrenamientos, si me lo salto es porque mi cuerpo me lo pide, y él lo entiende.
– ¿Y qué aporta tener un grupo de entrenamientos para alguien que entrenaba solo?
– El tener un grupo de entrenamiento me da estabilidad y equilibrio. Además, un día malo no es tan malo cuando estás acompañado.
– ¿Y cuáles son ahora sus objetivos?
– Te voy a contar una especie de ceremonia que hago dos veces al año. Tengo mis objetivos y sueños. Mis sueños eran parte de mis objetivos y por eso eran tanta carga. Ahora voy a la Casa de Campo, un sitio tranquilo, me llevo la libreta, escribo mis sueños, arranco la página, rompo a cachos separando cada sueño en un trozo de papel. Visualizo ese sueño, hago una bola pequeña, y la meto en la tierra como si fuera una semilla, estoy plantando mi sueño para que crezca. Los entierro todos y sé que he de regar esas semillas. Pero ya no es mi responsabilidad, me limpio las manos en cierto modo y no tengo que cargar con ellos. Y es increíble la diferencia que siento después de eso en poder centrarme en lo que puedo controlar. Es sutíl el cambio, pero es muy importante. Estoy muy agradecido por cada paso que he dado y también por todos los tropiezos y errores que he cometido.
– Lo pregunto de otra manera. ¿Cuáles son sus sueños?
– Mis sueños van en la misma línea de siempre, hemos hecho un buen trabajo, hemos dado una serie de pasos pero para nada considero que estamos en el final, al contrario, el mundial de Belgrado cierra la etapa para que comience el florecimiento de otra. Ahora voy a dedicar una pretemporada y empezaré a competir a finales de mayo y probaré donde más a gusto esté.
– Y a seguir disfrutando.
– Por fin estoy disfrutando del atletismo. Soy un privilegiado. Tengo el trabajo de mis sueños. Lo sé y doy gracias todos los días por hacer lo que estoy haciendo, no hay nada que me falte.
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