Hay que descubrirse ante Carlos Alcaraz. Y también ante Sinner. Llevo 50 años en el tenis y la final de Roland Garros de este domingo ... ha sido uno de los tres mejores partidos que he visto en mi vida. Cinco horas y media de vaivenes, remontadas, dominios, magia, lucha, garra, ritmo, velocidad, concentración, altibajos, calidad suprema, emoción, sufrimiento, tenis de altísimo nivel y también fair play por parte de ambos jugadores.
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Ocurrió lo que intuíamos. Alcaraz regalando al principio, Jannik jugando muy sólido y dominando, Alcaraz se inspira y recupera, vuelve a fallar, Sinner sigue a lo suyo, lo tienen ganado primero uno, luego el otro, luego el uno y luego el otro, y al final uno tenía que ganar.
Me llamó la atención lo mal que sacó Alcaraz. Su porcentaje de primeros no fue malo pero se explica porque sacó muchos 'primeros-segundos' buscando llevar la iniciativa. Aún así supo vivir con ello y a base de lucha, físico y calidad sacó adelante un partido increíble.
En los momentos de máxima inspiración sobre la pista el tenis del murciano fue un escándalo
El de El Palmar fue fiel a su esquema de juego y a su forma de ser. Rompió la derecha, pegó reveses fabulosos e hizo dejadas maravillosas. Restó muy bien y no paró de luchar y correr todo el tiempo. Puede parecer que se va de cabeza pero mantiene el control en todo momento.
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Tiene un mérito increíble porque el italiano es una auténtica roca, un gran luchador y posee unos golpes de primer nivel. Realmente Alcaraz tuvo algo de suerte al remontar match balls con 6/4, 7/6, 4/6, 5/3, 0/40, pero es la famosa y verdadera suerte del campeón. Ahora bien, el murciano lo luchó, no falló y no le tembló el pulso. Y hay que valorar que supo subir el nivel a partir de ahí y también que supo creer en la victoria.
Hubo veces que no pudo dominar, porque era imposible hacerlo, con Sinner pegando durísimo, muy largo y fallando poquísimo. Ahora bien, en los momentos de inspiración el tenis de Alcaraz fue un escándalo.
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Fue mágico el super tiebreak a 10 en el quinto set. No se puede jugar mejor al tenis, y eso que habían pasado casi cinco horas y media. El murciano fue a por el partido. Atacó con una fuerza inusitada, no esperó al fallo del italiano y fue a por él. Desarboló por completo a Sinner. Llegó a colocarse 7/0. Limpió las líneas con winners, sirvió algo mejor, sacó el arma de la dejada y no tuvo piedad con el italiano. Un lujo de partido.
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