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Una de las regatas más épicas se tiñe de sangre: dos muertos en la Sydney Hobart

La carrera australiana, que ya registró seis muertes en 1998, se desarrolla en peligrosas condiciones meteorológicas

Sábado, 28 de diciembre 2024, 00:22

La regata Rolex Sydney Hobart, la última competición del año en las grandes citas del mundo de la vela al comenzar el 25 de diciembre, está siendo especialmente trágica en la edición actual. Dos personas han fallecido y una tercera ha sido rescatada in extremis tras haber caído por la borda de su barco. Además, diecisiete yates han abandonado la carrera por accidentes sufridos a causa de las condiciones meteorológicas. Y la prueba continúa.

Esta carrera fue creada en diciembre de 1945 y recorre 637 millas (1.163 kilómetros) entre Sídney y la localidad de Hobart, en Tasmania. El último tramo, tras superar la bahía de las Tormentas, asciende a través del río Derwent, un infierno de corrientes y vientos en calma. Su momento más dramático se produjo en 1998, cuando una tormenta que nadie supo valorar alcanzó a los competidores en el estrecho de Bass, un área de muy difícil navegación. Seis personas fallecieron, cinco barcos se hundieron y Australia tuvo que movilizar a su fuerza aérea para rescatar a 55 náufragos que habían quedado a la deriva.

Las condiciones a las que se enfrentaron en aquellas fechas los navegantes fueron aterradoras. En unas horas, el grueso de la flota se vio vapuleado por olas que alcanzaron, en su pico más alto, los 24 metros de altura. El viento superó los 70 nudos (130 kilómetros por hora), un dato tremendo ya que a partir de los 64 nudos se considera que las condiciones son las de un huracán. Según uno de los supervivientes, su barco consiguió resistir durante tres horas a una sucesión interminable de olas de 15 metros de altura. «Era como caer desde un edificio de cuatro pisos cada 45 segundos. Fue horrible».

Aunque la regata de este año sigue en marcha y todavía se están investigando las causas de los incidentes, una de las sospechas es que los accidentes mortales tuvieron lugar en el momento en el que una tormenta llegó a la zona y comenzó a sacudir los cruceros. Cuando la tripulación intentaba cambiar las velas para aguantar el temporal, las condiciones del mar superaron a los marineros.

Elementos clave de un velero y dimensiones de un 'First 44.7'

El primer accidente mortal lo protagonizó el Flying Fish Arctos, un barco de 16 metros de eslora con diez tripulantes a bordo. En una maniobra que intentaban llevar a cabo en medio de la noche, la botavara -el palo que sujeta la vela al mástil- golpeó en la nuca a Roy Quaden, un tripulante de 55 años. Pese a que sus compañeros intentaron reanimarlo, falleció en la cubierta.

Un leve cambio de viento o de la orientación del barco cuando navega con viento de popa provoca que la botavara barra bruscamente la cubierta

Algo similar le sucedió a Mick Smith, de 65 años, y que navegaba en el Bowline. Al parecer, una escota de la vela mayor le golpeó durante una maniobra y le arrojó de cabeza sobre el winch, el molinete mecánico que se utiliza para manejar las velas. El resto de la tripulación -uno de cuyos miembros había sufrido también una fractura en el hombro- intentó aplicarle los primeros auxilios pero falleció al amanecer, según han relatado los equipos de rescate.

Quien tuvo más suerte fue Luke Watkins, uno de los marineros del Porco Rosso. Una enorme ola de proa le arrastró al mar por la noche. Desde el barco le arrojaron una balsa salvavidas pero, según él mismo ha relatado a los medios de comunicación, quedó atrapado bajo la lancha y estuvo a punto de ahogarse. Consiguió alejarse del salvavidas y activar todos los dispositivos de emergencia que llevaba, desde un chaleco autohinchable a una radiobaliza y una luz estroboscópica. «Las olas no pararon de golpearme y tragué bastante agua. Tuve que esforzarme en mantener mis pensamientos centrados hasta que me rescataron», indicó. Fueron sus propios compañeros los que consiguieron dar media vuelta pese a las condiciones meteorológicas y comenzaron a buscarlo entre las olas. Tardaron 45 minutos en dar con él.

Tripulación entrenada

El equipo de emergencia que salvó la vida de Watkins es una de las exigencias que las organización de la carrera estableció tras la catástrofe de 1988 para evitar más muertes durante la regata. Además, todos los tripulantes de los barcos deben realizar un curso especial de supervivencia si quieren inscribirse en la prueba.

La organización de la Rolex Sydney Hobart no se planteó suspender la regata a pesar de las muertes. Según el vicecomodoro David Jacobs, los competidores «se enfrentaron a condiciones de muy mal tiempo a las que están habituados. Pueden atravesar mares muy difíciles». Un barco ya ha llegado a la meta en Hobart -aunque todavía habrá que esperar a que se resuelvan las distintas categorías para saber quién es el ganador de la copa-. Se trata del Lawconnect, el mismo que venció el año pasado y en el que están enrolados el cántabro Antonio Cuervas-Mons y los canarios Simbad Quiroga y Carlos Hernández.

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