Jornada decepcionante
El Campeonato de Parejas alumbró la pasada jornada una gran decepción. En los cuatro partidos programados se sucedieron unos resultados apabullantes e hirientes. Hubo un desequilibrio manifiesto, que llega a poner en tela de juicio la confección de las parejas diseñadas por el sanedrín de técnicos. No hay tuétano. Tampoco igualdad y en la cancha soplaron vientos huracanados.
Bien es verdad que vivimos en unos tiempos convulsos. El deporte, y la pelota en particular, se ha visto sacudido por una pandemia que ha venido a alterar las costumbres de las gentes. Pocos, muy pocos, se han librado de los efectos devastadores del virus. Sin embargo, la vida, a trancas y barrancas, prosigue su andadura.
La primera paliza se tejió en el frontón de Mungia, pintado de un color cielo deslumbrante. Noche fría, desangelada. El invierno dejó su carta de presentación. El partido fue un pasacalles, acorde con el ambiente. Los líderes de la competición, Elezkano II y Zabaleta, dejaron en tres míseros tantos a Artola y Aranguren. La batuta la cogió el zaguero navarro y todos bailaron al son que él impuso. El de Zaratamo aprovechó el dominio de su zaguero para finiquitar los tantos de forma letal. Los derrotados, desnortados.
El sábado el Parejas se trasladó a la bombonera pamplonesa. Peña II y Albisu pasaron por encima, sin contemplación alguna, (22-7) de Ezkurdia y Ladis Galarza. La pareja guipuzcoana no tuvo fisuras y se desenvolvió con autoridad y destreza. Los derrotados estuvieron muy por debajo de su nivel de juego. Chirrió en exceso, como hace tiempo no se le había visto, el delantero de Arbizu. Ladis, ni fu ni fa.
En el Atano III, el templo donde se han oficiado los mejores partidos de la historia -el siglo pasado fue el escenario para las grandes finales manistas- Olaizola II y Rezusta retomaron el camino del triunfo al doblegar (22-6) a Altuna III y Bikuña. No hubo color. El partido se rompió en la zaga y el de Goizueta sacó a relucir su viejo morral, lo mejor de su repertorio. El de Amezketa, el mejor delantero de la pelota actual, estuvo vendido a su suerte. Su compañero de viaje se adentró en un carrusel de errores y fue, más que un compañero, un aliado de sus rivales.
La jornada se cerró el lunes en Etxebarri. Jaka, que dio muestras de haber dejado atrás las crisis después de proclamarse campeón del Manomanista, y Martija, que ha recuperado sensaciones perdidas, superaron con autoridad (22-14) a Urrutikoetxea e Imaz. Tirando de estadísticas, entre el cuarteto dejaron de poner a buena 20 pelotas. Una cifra que viene a ratificar que abonaron la cancha de errores.
'Urruti' poco pudo hacer ante la mala actuación de su guardaespaldas. Se echó el peso del partido, pero tuvo que rendirse a la evidencia. Muy pocas fueron las veces que Imaz fue el amo y señor de su territorio y le salieron excesivas escapadas de su mano derecha. No fue su mejor noche. Otra vez será.