Marcos Vinagre sueña con llegar a MotoGP. Jesús Andrade

La promesa alavesa a 200 por hora

Marcos Vinagre se enamoró de las motos por el «ruido», con once años ha ganado el Nacional de Moto4 y sueña con ser el primer vitoriano en el Mundial

Viernes, 3 de octubre 2025, 00:18

A Marcos Vinagre las visitas a Barcelona para ver a su familia le encantaban. No sólo por ese reencuentro con sus seres queridos, sino porque ... en la capital catalana podía disfrutar de cerca de algo que entonces, con dos años, le conquistó. «Veía las motos por la calle y me quería subir en ellas. Yo creo que lo que me gustaba era el ruido», recuerda ahora, casi una década después, cuando acaba de proclamarse campeón de España de Moto4 a las puertas de cumplir los doce años.

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El suyo ha sido un certamen casi impoluto, tanto que incluso le ha sobrado una de las pruebas. Nadie diría que era un novato que se saltó por las bravas la adaptación a una nueva montura y a circuitos de adultos. El joven alavés que iba a destinar su primer año en la categoría a «aprender» cuenta ya en su palmarés con otro título más y un sueño cada vez más cercano: «Llegar a MotoGP y ser campeón del Mundo».

Será en noviembre cuando decida si da el salto al siguiente peldaño, ESBK Talent, o si se queda un curso más en Moto4. Su precocidad y ambición sugieren que se lanzará a la aventura. Al fin y al cabo, explica, la diferencia entre ambos niveles es «mínima» a nivel técnico. «Desde la categoría en la que estoy hasta el Mundial las motos son todas del mismo tamaño», comparte. Como si nada. Porque sí, no son ese tipo de bestias con las que Marc Márquez, uno de sus ídolos, se acaba de proclamar campeón de MotoGP; pero tampoco se quedan a la zaga.

Compagina con «buenas notas» el exigente calendario y sus estudios de 1º de ESO

«Las motos que uso yo pesan unos 70 kilos y alcanzan los 200 kilómetros por hora», desvela el joven piloto mientras hace acopio de trofeos para posar en las fotografías. Lo dice sin aires de grandeza, a lo suyo. Porque lo que dejaría a más de uno sin palabras para él es rutina. «Las caídas no te tienen que dar miedo», resume como su filosofía de vida.

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Ese día a día les obliga tanto a él como a sus padres, David y Cristina, a una planificación gestionada al detalle, como esas milésimas que lima su hijo en busca de la pole. Porque Marcos, cuando no recorre España de circuito en circuito, es un aplicado alumno de 1º de ESO en Virgen Niña. «Hay que estudiar, es lo importante. Es difícil, pero tampoco tanto», cuenta el motorista. Su madre da más detalles. «Su padre le ayuda con las motos y yo con los estudios. De momento cumple y saca buenas notas. Cuando tiene competiciones está en el circuito desde el miércoles, así que va lunes y martes a clase y se marcha. Esos días los tiene que recuperar», detalla.

A las siete pruebas que componen el Nacional suma los entrenamientos que realiza por su cuenta. Cada fin de semana él y su padre se embarcan en una particular vuelta a España en busca de circuitos en los que correr. El de Navarra, en Los Arcos, es el que más cerca tiene, pero los mejores están en el Levante. Sobre todo, en Valencia y Murcia. Su madre y sus hermanas, Iria y Noa, esperan en casa, pero tampoco se pierden sus carreras.

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Aunque de momento Marcos es el único de la saga que se sube a una moto. Esa minimoto eléctrica que sus padres le regalaron se ha convertido ya en una brillante montura rotulada con el número '80' e impulsada por la misma gasolina que corre por sus venas. El dorsal es el mismo que luce su amigo y referente David Alonso en el Mundial de Moto2.

«Quiero seguir ganando, subiendo de categorías y llegar hasta MotoGP para ser campeón del Mundo»

Los ídolos se los ha tenido que buscar fuera, pues ni Álava ni Euskadi son territorio motociclista. Herri Torrontegui y Efrén Vázquez –en cuya escuela de Olaberria también suele entrenar– apenas han encontrado relevo. El guipuzcoano Xabi Zurutuza fue el único la temporada pasada en un Mundial huérfano este curso de vascos. A Marcos aún le resta tiempo para poder estrenarse en Moto3, que establece una edad mínima de 17 años, pero no le tiembla el pulso.

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«Quiero seguir ganando, subiendo de categorías y llegar hasta MotoGP para ser campeón del Mundo», recalca. Ese niño que «se volvía loco» con el rugido del motor soplará en unos días las 12 velas. El deseo cuando lo haga se lo guarda para él. Pero no se extrañe si dentro de unos años enciende la tele y ve el '80' de este joven vitoriano cruzar el primero la bandera a cuadros. Él lo tiene claro.

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