El Dakar busca la emoción perdida
La organización diseña en Arabia Saudí una carrera menos predecible, que no sólo premie la velocidad y más segura para los moteros
Suena a eterna cantinela, pero tiene visos de realidad. Quienes ahora manejan las riendas del Dakar hacen equilibrio entre los gustos de las marcas y ... los pilotos estrella y los orígenes de la idea parida por Thierry Sabine a finales de los 70 del pasado siglo. Del resto no es que no se preocupen, pero saben que el eco aventurero del logo del tagelmust llenará sus arcas de inscritos procedentes de los cinco continentes con la única meta de llegar a la casilla final de una pieza. Alejados de África por razones políticas y agotada temporalmente la vía sudamericana, desde el curso pasado las ayudas proporcionadas por Arabia Saudí llevan la carrera a un escenario en el que prevalece su esencia. La arena es la gran protagonista y se pretende que su componente de realidad cambiante contribuya a que los participantes no cuenten con todas las cartas en la mano y deban improvisar llegado el momento.
Se han suprimido prácticamente todas las ayudas que convertían el trazado en una autopista para los equipos profesionales dotados de todas las ventajas tecnológicas imaginables. Así, como gran novedad anual, destaca que los participantes irán más a ciegas que antes. Los coches recibirán el libro de ruta del día 10 minutos antes de la salida y los moteros dispondrán de 20 para adecuarlo al rodillo de su manillar, aunque ya hay versiones electrónicas capadas para que nadie pueda añadir datos. Incluso a los mejores clasificados se les exigirá portar una cámara con el fin de evitar las trampas. No ha habido edición reciente en la que la sombra de la sospecha haya dejado de asomar.
Se busca que el componente humano tenga mayor peso. Habrá que tomar más decisiones a la hora de elegir rumbo entre pistas que se entrelazan, valles que parecen siameses, pasos de dunas que pueden esconder trampas y rodar por zonas rocosas y pedregosas con riesgo real de dejarse la mecánica en el intento. La media de Carlos Sainz el año pasado fue de 116 kilómetros por hora.
Esa barra libre al pisar el acelerador multiplica el riesgo cuando los que son generosos con la maneta avanzan sobre dos ruedas. La muertes en acto de servicio el pasado año de Gonçalves y días después de accidentarse del holandés Straver han llevado a la ASO a trabajar con las marcas para rebajar la potencia de las mecánicas y con los pilotos para poner límite a su pilotaje extremo. Así, verán limitados sus juegos de neumáticos y sólo podrán realizar un cambio de pistón sin penalizar tiempo. Con ello se pretende que necesiten gestionar con mayor mimo su material, sin forzarlo hasta consecuencias letales. También es ya obligatorio para todos los pilotos de motos el uso de chalecos dotados con airbag como los que ya se lleva años usando en el Mundial de Velocidad en circuitos.
La crisis ya se ha dejado notar descendiendo el número de inscritos, cerrado temporalmente en 555 repartidos entre 231 vehículos con representación de 49 nacionalidades, repitiendo Francia y España como las más numerosas. Habrá 144 debutantes y 16 mujeres en liza. Respecto al recorrido, cuenta con 7.646 kilómetros, d los que 4.767 corresponden a las especiales cronometradas. El prólogo se correrá el 2 de enero y llegarán después doce etapas, con una jornada de descanso tras la sexta. La casilla de salida estará en Jeddah para esta vez iniciar un bucle que irá en dirección este, directamente hacia Rub Al-Jali, conocido como 'Empty Quarter', uno de los mayores desiertos de arena en el mundo, y de allí al Mar Rojo. La belleza está asegurada. Ojalá también la emoción perdida.
Defiende título en coches
Carlos Sainz confía en un Mini que casi no ha podido tocar
Carlos Sainz defiende título desde un prisma de moderado optimismo. Confía en lo que le dice su equipo sobre la evolución del Mini que guiará, que sólo ha tocado este año en el Andalucía Rally que ganó su gran oponente dakariano, Al-Attiya (Toyota). «Vamos a estar más tiempo en la zona de la primera semana del año pasado y eso me gusta. Estoy contento con la evolución del coche y lo vamos a poder probar en un par de Bajas allí mismo antes del Dakar». El madrileño, que comparte estructura con Peterhansel, puede tener además huesos duros de roer en la pareja Roma-Loeb de la estructura Prodrive, sinónimo de títulos en el Mundial WRC.
Con un VW iltis como el que ganó en 1980
'Livingstone' Corcuera estrenará la rampa de los Clásicos
Nace una nueva categoría que recupera la esencia dakariana. Los Clásicos, anteriores a 2000, contarán con clasificación, recorrido y normas específicas y le tocará a un vizcaíno ilustre cortar la cinta en la rampa de Jeddah. Ignacio 'Livingstone' Corcuera portará en Wolkswagen Iltis el número 200, que ha bautizado como 'Coyote'. Un coche como el que conduce y ha preparado en Retromobile Erandio hizo casi pleno en la segunda edición del Dakar (1980), con triunfo del finés Kottulinsky y segundo y cuarto puestos para los galos Zaniroli y Ragnotti.
Burbuja total y la apuesta por el hidrógeno en 10 años
La ASO se desmarca de otros eventos del motor en lo referente a las garantías sanitarias. Mientras que en la F1 y MotoGP hay grietas favorecidas para seguir facturando vía invitados VIP o la presencia de familiares en los paddock, el Dakar se cerrará desde el 1 de enero a cal y canto en una burbuja a la que solo accederán los competidores y el personal de organización. La segunda ola de la pandemia ha complicado las cosas, como adentrarse en otros países árabes, algo que se deja para el futuro. La geografía saudí es perfecta y según la organización «nos permitiría hacer cinco Dakar sin repetir recorrido. Además, la incidencia del virus aquí es muy baja». Las pretensiones maridan con el respeto al medio ambiente y se ha marcado 2030 como el año en que todos los autos y camiones participantes serán impulsados por hidrógeno.
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