Urdaibai espera justicia
A por todas ·
Gorka Aranberri, patrón de la 'Bou Bizkaia', tiene plena confianza en sus hombres para alzarse con la séptima Concha de los 'txos'. Sólo pide una cosa: «Que la mar esté igual para todos»En los ganchos del pabellón de remo de Urdaibai, en Bermeo, cuelga azul y reluciente, pero ociosa, la última trainera comprada por el club. Costó ... 40.000 euros, y no se utiliza. No es un capricho. Navega peor que la vieja 'Bou Bizkaia', en la que se embarcarán los remeros que buscarán el domingo ondear la bandera de La Concha desde el 'Ciudad de San Sebastián'. En los astilleros no hay túnel del viento, ni simulaciones de navegación, pero cuando Iker Zabala y sus remeros la probaron, se dieron cuenta de que los tiempos y las sensaciones eran peores.
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Así que allí cuelga, y bajo ella se colocan los remeros antes del entrenamiento del miércoles, para recibir las consignas de su técnico, que primero les plantea varias cuestiones de orden interno, que va borrando de la pizarra según las expone, -entre ellas el nombre del restaurante de Gernika en el que celebrarán la victoria, o se consolarán de la derrota-, y luego el plan de la sesión.
La mar como un plato
Después enganchan el remolque con la trainera vieja a una furgoneta y salen corriendo hacia la rampa del puerto para embarcar. 700 metros a través de las carpas, las churrerías y las atracciones de feria, que Bermeo se sumerge hoy en las fiestas de Andra Mari. Corre entre ellos el patrón, Gorka Aranberri, alto, delgado, por su posición, siempre mirando al frente, con la vista en el horizonte, en busca de la bandera; la de la ciaboga, la de la meta, la del 'Ciudad de San Sebastián'.
«No espero que tengamos suerte el domingo», confiesa, «sólo espero que haya justicia. Que la mar esté igual para todos, que tengamos condiciones similares en las dos tandas». ¿Es mucho pedir? Quién sabe. Las previsiones no hablan de cambios. Se espera la mar como un plato y algo de viento del sur, calor. Como durante el entrenamiento en dirección a la plataforma Gaviota, varada en medio del Cantábrico.
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Los técnicos se decantan por Urdaibai
«Reglamentación obsoleta»
«Llevo varios reportajes este año llevando periodistas, y siempre hubo temporal», dice Jon Saralegi, uno de los directivos de Urdaibai, que maneja la Zodiac. Esta vez no. La mar está como se espera el domingo. En su bote, Iker Zabala da consignas, pide unidad a los remeros y serpentea por la popa de la trainera, de babor a estribor, buscando debilidades, algún error que corregir, «siete minutos más, y luego trece veces quince», les dice en un lenguaje incomprensible para el profano.
Zabala lleva siete años ejerciendo de entrenador, intentando la perfección, aunque, «la reglamentación no colabora, está obsoleta». Se refiere a la trainera. «Las reglas se hicieron cuando las embarcaciones eran de madera y pesaban muchísimo y ahora podrían ser mucho más ligeras». El peso mínimo son 200 kilos, «y con fibra de carbono podrían tener 50 kilos menos, pero hay que lastrarlas». Un cambio aligeraría las traineras, «y los presupuestos. Con esos kilos menos de un material carísimo, serían mucho más baratas».
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«Un error mío es como encajar un gol. A un delantero se le perdona un fallo, al portero no»
Gorka Aranberri
Patrón
Nada cambia por ahora. A un par de millas de la Gaviota, con la isla de Izaro a estribor, Gorka Aranberri ordena la ciaboga y enfila de nuevo hacia el puerto de Bermeo, donde descansan ya los veinte pesqueros que sobreviven todavía a los nuevos tiempos. Ritmo, solidaridad, y de vez en cuando mucha marcha. «Van ahora en regata», explica Saralegi desde el timón de su motora. A la velocidad que buscarán el domingo la cuadrilla de Iker Zabala, que ya empieza a sentir el peso de la regata. «Hacerlo mejor es casi más una obligación que una responsabilidad para mí», confiesa. «Desde que estoy como preparador ha sido lo que he intentado hacer. No les quiero fallar a mis remeros. En Bermeo tengo a los mejores del Cantábrico».
La Bou Bizkaia enfila la bocana del puerto y acelera en una última serie agotadora, como si el cronómetro apurara los segundos, igual que en el tramo de vuelta fantástico del domingo pasado en el que Urdaibai recortó doce segundos de desventaja, además sin la ayuda del GPS, que, según los organizadores, sufrió un fallo técnico. «Que no haya más», le rezan en Bermeo a la Virgen de Almike. Gorka, el patrón, desembarca, siempre la mirada al frente, como en la trainera, y piensa ya en esas tres millas que les quedan para certificar otra bandera donostiarra. «Los nervios siempre están ahí, incluso con el trabajo del día a día, pero el domingo, cuando estemos embarcando en el Aquarium, tendré más mariposas en el estómago». El patrón se siente como el portero de un equipo de fútbol. «Es una responsabilidad parecida. Un error mío es como encajar un gol. A un delantero se le perdona un fallo, al portero no», reconoce.
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«No les quiero fallar a mis remeros, tengo a los mejores del Cantábrico»
Iker Zabala
Entrenador
«...El mejor es Urdaibai»
Mañana, Urdaibai acudirá a San Sebastián para su último ensayo general, pero regresarán a Bermeo. No habrá concentración. «Antes se hacía», recuerda Iker Zabala. «Nos quedábamos a dormir allí, pero ahora prefiero que cada uno lo haga en su casa, como todos los días, que haga sus rutinas, tranquilamente».
Él cumplirá las suyas. Se levantará muy temprano, de amanecida, se acercará al pabellón de remo, y seguro que se cruzará con los noctámbulos que apuran las fiestas hasta el primer rayo de luz. Abrirá las puertas abatibles de la lonja, inspeccionará el material y todo lo que el equipo vaya a necesitar en la bahía donostiarra, «para que todo esté en orden, me gusta tenerlo todo previsto». Luego esperará a sus remeros para viajar a San Sebastián y asaltar la Concha. «Hemos evolucionado durante la temporada, llegamos en el mejor momento y tenemos a toda la plantilla, sin ningún lesionado». Luego, apunta con deportividad, «que gane el mejor», pero apostilla, «y el mejor es Urdaibai».
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Acaba el entrenamiento, los remeros se duchan rápido y se desperdigan para volver cuanto antes a casa, unos a Castro Urdiales, otros a Lekeitio o a Zarautz, algunos se quedan en Bermeo, aunque tengan vedadas las fiestas, al menos hasta el domingo, en el que sus paisanos esperan que San Sebastián, como su pueblo, se tiña de azul.
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