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Pablo Sanz
Domingo, 22 de diciembre 2024, 00:06
Si se hace referencia al piragüismo, Saúl Craviotto (Lleida, 1984) es uno de los grandes nombres que se vienen automáticamente a la cabeza. Su trabajo ... y humildad le llevaron a conquistar en Pekín 2008 la primera de las seis medallas olímpicas (dos de ellas de oro). Sus éxitos lo convirtieron en el abanderado español en Tokio 2020 junto a Mireia Belmonte. Esta semana ha visitado la Bodega Mayor de Migueloa de Laguardia, donde atendió a EL CORREO tras recoger una botella de vino conmemorativa por su bronce en París 2024, su último logro.
¿Cómo comenzó su pasión por el piragüismo?
Me viene por tradición familiar. Mi padre es piragüista y desde pequeñito lo he practicado. Tengo hasta una foto con un añito subido en una. Nos íbamos siempre de vacaciones en el coche con la piragua en la baca. Allá donde fuéramos tenía que haber agua. Recuerdo todas las vacaciones ir los dos juntos con la piragua navegando por donde fuera. Fue una infancia muy bonita y deportiva.
¿Cómo se siente al ser el deportista español más laureado de los Juegos?
Lo vivo con naturalidad y sin pensar en ello. Es más una percepción de la gente que tiene hacia mí que lo que yo realmente siento. No voy flotando por el aire ni me levanto por la mañana diciéndome que soy el mejor. Tengo una vida muy normal llevando a las niñas al colegio o yendo al supermercado. Solo cuando lo analizo o me lo recuerdan me doy cuenta de ello. Me siento muy orgulloso de lo que he conseguido.
En sus éxitos ha compartido kayak con numerosos piragüistas. ¿Con quién ha disfrutado más?
Quedarse con uno es imposible. Todos son unos genios y cada uno tiene sus peculiaridades, pero su denominador común son lo divertidas y buenas personas que son. Me han hecho disfrutar de una gran carrera deportiva. Si hubiese tenido compañeros insoportables, tóxicos y amargados no tendría una sexta medalla olímpica ni estaría subido a una piragua con 40 años.
De los seis metales olímpicos, ¿cuál destaca más?
Es muy complicado porque todas las medallas han sido muy especiales. Si solo pudiera quedarme con una sería la de París (bronce) por la gran cantidad de españoles que había en la grada apoyándome. Además, se encontraba allí toda mi familia y fue la primera vez que mis hijas me vieron competir en directo. Verlas emocionadas, llorando de emoción, fue algo precioso.
¿Cuál es el secreto para mantener una gran forma física y mental durante tantos años?
Tener la humildad suficiente para saber que no lo vas a conseguir solo. Hay que saber rodearse, tener un equipo y aprender a delegar. Trabajar con personas mejores que tú en parcelas como la nutrición o la fisioterapia es clave. Tengo la fortuna de tener un equipo que ha sabido manejar muy bien mi carrera deportiva.
¿Podremos ver a Saúl Craviotto en los próximos Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 2028?
No lo sé. Al final, por mucho que quiera, hay chavales de 20 años que ya me están apretando las tuercas. Ellos van para arriba y yo, como mucho, peleo para no subir décimas en las pruebas. No tengo lesiones, practico lo que me gusta, me llevo bien con los compañeros y físicamente me encuentro bien. Soy un privilegiado y para mí ir a entrenar de momento no está siendo un dolor. Pero en la selección española, como su propio nombre indica, hay que seleccionar a los mejores. Y si no lo soy no iré.
¿Qué consejo le daría a los jóvenes piragüistas que buscan seguir sus pasos?
Que lo importante es que tengan claros sus propósitos, no solo en el deporte, sino también en los estudios y el trabajo. Es la clave de la felicidad y si ya tienes un lugar al que aspirar estás en la senda del éxito. Lo podrás conseguir o no, pero no hace falta que nadie te ponga una medalla al cuello para sentirte exitoso.
De todos los lugares en los que ha tenido la fortuna de competir, ¿cuál ha sido el que más le ha gustado?
Por ubicación, estética y lo que conllevaba una final olímpica en un lugar así me quedo con Río de Janeiro. El lago donde se competía estaba entre Copacabana y debajo del Cristo del Corcovado. Fue espectacular. París y Tokio también eran muy bonitos, pero no tenían mucho encanto.
Ha hecho un hueco en su apretada agenda para visitar Laguardia. ¿Había estado alguna vez en la villa?
Sí, muchas veces. Últimamente es casi una parada obligatoria en nuestros viajes. Yo vivo en Gijón pero mi familia es de Lleida por lo que solemos pasar muchas veces por aquí como a mitad de camino entre ambos destinos. En esta ocasión he venido a visitar a un viejo amigo de la bodega que me ha hecho una botella por mi sexta medalla olímpica. Es un detalle muy bonito que se entiende mucho más cuando te explican todo el proceso que hay detrás. Al final, el vino es un poco como lo mío, estás cuatro años preparándote para 30 segundos y la gente solamente ve la final olímpica sin pensar en el tiempo de esfuerzo. La elaboración del vino es algo similar.
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