El vasco que bate récords en aguas gélidas entre medusas gigantes
Iskander Sagarminaga se convierte en el primer vasco que completa a nado el Canal del Norte, entre Irlanda y Escocia
Aitor Echevarría
Jueves, 7 de agosto 2025, 00:11
El galdakaotarra Iskander Sagarminaga está acostumbrado a luchar contra viento y marea. Lo suyo son los retos en aguas abiertas y el pasado día 2 ... volvió a demostrarlo al cosechar otro logro de calado. Se convirtió en el primer nadador vasco en cruzar el canal del Norte, uno de los desafíos más exigentes del planeta. 34 kilómetros de recorrido entre Donaghadee (Irlanda del Norte) y Portpatrick (Escocia) por aguas gélidas, condiciones cambiantes y las medusas más grandes del planeta -las cabeza de león- como compañeras de la travesía. Completó la hazaña en 10 horas y 28 minutos y se convirtió en uno de los 176 nadadores a nivel mundial que lo han conseguido.
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«Fue una liberación», confiesa Sagarminaga al recordar la llegada a la costa escocesa. El cruce del canal del Norte no es solo una prueba física, es una lucha contra lo imprevisible. La ventana de tiempo para intentarlo era de apenas siete días -del 31 de julio al 7 de agosto- y, en todo ese periodo, solo se presentaron once horas óptimas para lanzarse al agua. Había que hilar muy fino porque «es un tiempo muy reducido, cuando lo habitual es que se tarde entre trece o catorce en realizarlo», explica.
Así pues, el nadador vizcaíno se zambulló convencido de que «tocaba apretar desde el principio» para tener opciones de éxito. El trabajo físico y mental previo dieron su fruto. Completó la travesía con la decimoséptima mejor marca de la historia, pese a los contratiempos que se cruzaron en su camino. Durante las primeras cuatro horas nadó entre medusas cabeza de león, que «tienen una melena púrpura rojiza que va cambiando con la luz y unos tentáculos que pueden llegar a medir entre 10 y 15 metros», recuerda. Su presencia le obligó a parar la marcha e incluso tener que sumergirse para poder avanzar. «Las picaduras todavía me molestan un poco después de ducharme», apunta sobre sus heridas de guerra. «Si te pican bien, el veneno puede entrar en el sistema nervioso provocando reacciones graves», concluye. Por eso, su equipo llevaba a bordo inyecciones de adrenalina y antihistamínicos con corticoides por si fueran necesarios.
Otra de las principales dificultades, con independencia de la preparación previa y la logística, fue «la gestión de la espera». «Se hizo duro. En esta prueba dependes totalmente del tiempo. En otros lugares, como Catalina, el clima es más estable, pero aquí, entre Escocia e Irlanda, cambia cada hora», resalta. De hecho, Sagarminaga realizó varios viajes en los que se vio obligado a volver a casa con la desazón que ello acarrea. «Cada vez que creía estar listo, el mar decía lo contrario», rememora.
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Con lo justo
En este tipo de retos extremos, la confianza en el capitán es clave. «Tienes que estar tranquilo y confiar. Él conoce el mar y su criterio es el que vale», afirma. A diferencia de otros nadadores que viajan con grandes equipos -fisios, médicos, psicólogos, cámaras....-, el galdakaotarra afronta sus proyectos con lo justo. «Aquí hay dos tipos de nadadores. Los que tienen dinero y patrocinio, y luego estamos nosotros, Eider y yo. Alguna vez nos acompaña algún amigo más, pero preferimos que el equipo sea corto, por presupuesto y por tranquilidad», detalla el nadador.
Eider, además de su pareja, es la responsable del proyecto Kokoak, una web en la que comparten de manera gratuita experiencias, reflexiones y dibujos relacionados con sus viajes. «Sin ella, no habría conseguido ni uno de los retos que he alcanzado», asegura.
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Porque antes de cruzar el canal del Norte, Sagarminaga ya había logrado la Triple Corona de la natación en aguas abiertas, que incluyen el canal de la Mancha, el canal de Catalina y la circunvalación a nado de la isla de Manhattan. De todas ellas, guarda un especial recuerdo del cruce en California. «Fue una locura. Salimos de noche con luna llena. Todo a oscuras, cielo estrellado, el agua brillando por el plancton… Era como estar en otro planeta. Me sentía muy pequeño y muy en contacto con la naturaleza. Estuve nadando encima de una ballena. Parece de cuento», recuerda emocionado.
Pero Sagarminaga no se detiene ahí. Ya tiene un nuevo reto en mente. Su objetivo ahora es completar el desafío de los Siete Océanos. Le faltan el canal de Cook (Nueva Zelanda), el de Tsugaru (Japón), donde se nada sobre una sábana para evitar el ataque de animales marinos, el cruce entre islas de Hawái, y finalmente el estrecho de Gibraltar, que planea hacer en grupo. «Ese es el más corto pero también el único en el que pasas de un continente a otro. Me gustaría terminarlo con amigos, como una celebración», avanza.
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