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J. M. cortizas
Martes, 28 de noviembre 2017
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Escoltado por su padre, Edorta, y José Miguel Barrenechea (Tamoin). Escueta la presentación y primer mensaje de agradecimiento al aceptar las reglas del juego. Barra libre este martes a cambio de tranquilidad el resto de sus vacaciones. Jon Rahm repasó una temporada de ensueño ante medios locales y nacionales. El balance de su cuarto puesto mundial, quinto en el Circuito Americano y tercero en la versión europea del Race to Dubai, más tres victorias y un rosario de actuaciones destacadísimas, forma ya parte de su repertorio mediático. «Empecé queriendo llegar a la final de la FedEx Cup, ojalá ganar un torneo y conseguir la tarjeta del European Tour y mira todo lo que ha pasado. Son tantas cosas que se unen para conseguir un año golfísticamente el mejor de mi vida».
No ha estado solo. También lo recuerda cuando tiene ocasión. Es agradecido. Sus padres siempre al comienzo de la lista. Todos su equipo y, en especial, su caddie, Adam Hayes. «Empecé a principio de año, lo había conocido un par de veces y en el Safeway Open empezamos a trabajar y la verdad es que es todo un profesional. Es su decimoctavo año en el Tour. Es mucha experiencia. Y con todo lo que ha aprendido me ha podido dar apuntes y cosas que aprender. En el campo ayuda muchísimo en la rutina del día a día». Sin ir más lejos, de manera directa y evidente, en el hoyo 18 la tercera jornada en Dubái, cuando Rahm le reclamó tras alejar el putter de la bola y releer la situación con su ayuda para conseguir un birdie que resultó vital para llegar al domingo con todo por ganar, como sucedió.
Ahora que ha vuelto a casa se ha topado con una realidad que le excita, la repercusión de sus logros. «Es un orgullo. Cuando estoy allí estoy al margen de lo que pasa. Es bueno saber que tengo tanto apoyo del público español y de todos los medios por las noticias que hay. Es algo muy importante para mí. Que tenga atención y apoyo es que hay expectativas. Si lo veis vosotros, ¿por qué no voy a creer yo mismo?», se preguntó en voz alta.
Sus metas, mejorar. Hacerlo desde la atalaya que supone tener sólo tres rivales por delante en el concierto mundial impone, pero aquello de ser el número 1 le ronda la cabeza. «Está mucho más cerca que hace diez años. Es un reto no es nada fácil, no sólo hay jugadores por delante si no también por detrás. Todavía queda mucho camino pero lo bueno es que acaba de empezar. Y hay grandes como Mickelson o Sergio que no han llegado y eso dice lo difícil que es».
En el repaso a cómo lleva su vida en los greens, reconoce sentirse a gusto bajo la presión «del que tira el penalti en los últimos minutos, me siento cómodo». Avanza que 2018 será otra historia. «Igual que el primero no va a ser», pero siente su ego protegido cuando recuerda reacciones como la de Phil Mickelson cuando ganó en Torrey Pines. «Sí, dijo que no sé por qué estáis sorprendidos, ya os dije que es material de Top1o del mundo». Desveló, además, que como el genial jugador de San Diego continuará como caddie con su hermano Tim, éste dejará de ser el mánager de Rahm.
De lo menos amable del curso rescató su juego en los Majors,agravados por las altas expectativas provocadas por notables actuaciones justo en los torneos previos. «No lo llevé todo lo bien que pude llevarlo. No es fácil llegar al Masters y ser el segundo favorito».
Hablando en clave de 2018, Jon Rahm arrancará en la cita de campeones de Maui la primera semana del año. «Luego va a ser muy parecido al del año pasado. Jugaré en enero de Palms Springs hasta Pebble Beach. Después México, Austin (dos citas Mundiales), los Grandes, muy pocos cambios. Habrá tres o cuatro torneos diferentes. Todo ello con una cita marcada a fuego en su ADN. Sí, la Ryder, encima la de París. En 2009 Javier Sainz y yo jugamos el European sub 16 y ya estaban puestos los carteles de la de 2018. Yo, en plan muy bilbaíno, dije aquí voy a estar yo en nueve años. Ahora, a diez meses de que sea una posibilidad es algo increíble para mí».
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