Jon Rahm ya puede centrarse en el Masters

Vía libre para pensar en el Masters. Ya lo viene haciendo Jon Rahm desde hace semanas, pero estar en competición le mantenía ocupado, concentrado en este apasionante Mundial Match Play en el que en cuanto te despistas te levantan la cartera. Afrontó la segunda jornada con la presión de necesitar la victoria para llegar a la jornada final de la fase de grupos con opciones de seguir en liza en los cruces directos. No será posible. Hoy jugará ante Aphibarnrat teniendo claro que en cuanto cierre su actuación en Austin viajará a Charlotte para refugiarse en casa de su caddie Adam Hayes, a dos horas y media en coche del Augusta National, en busca de tranquilidad, complicidad y el remate de la preparación física y mental para el primer Major de la temporada.

En su mente no estaba un viaje tan precipitado. Acceder a la final en 2017 resonaba aún en sus pálpitos de mejora, pero dejó que se le torcieran las cosas el miércoles antes de salvar los muebles reventándose los riñones sobre la misma línea de meta. Y ayer hubo algo similar, sólo que no pudo dominar el partido y hacerle pensar más a Chaz Reavie, compañero de tridente en Arizona State aunque en promociones separadas por más de una década. Eso sí, nadie le puede restar a Rahm un ápice de motivación, ambición y lucha. Fueron los nutrientes con los que, contra todo pronóstico, obligó a Dustin Johnson a jugar el último hoyo de la final del año pasado. Y esta vez aportó el mismo condimento a su guiso. Ante Bradley su tenacidad le llevó salvar el medio punto del empate, y contra su vecino en Scottsdale por momentos se barruntó idéntico desenlace cuando cedía tres hoyos a falta de cuatro.

A ritmo de par del campo se personó en el sexto hoyo, en el que firmó su primer birdie del día con el que neutralizó la bandera del 4 que ya obraba en poder de Reavie. Los problemas vinieron en manada desde el 8. No consiguió hacer avanzar la bola en el rough de green y gastó dos golpes para llegar al tapete. Su oponente olió la sangre y tuvo claro que era su momento. En el 9 jugó de manual y en el pulso con el putter el estadounidense embocó para birdie desde tres metros y Rahm no atinó desde un par de pasos más allá. Y la tercera muesca en la penitencia se la fabricó solo el vizcaíno con un segundo golpe en el 10 que se perdió fuera de marcas y provocó un vía crucis de regreso que acabó con la concesión del hoyo.

Parecía que la situación estaba controlada y Rahm se vio con el tramo de vuelta ya iniciado y la necesidad de neutralizar tres hoyos de desventaja. Se ponía a prueba esa capacidad reconocible de salir airoso de entre las cuerdas. Con un par y un birdie en las siguientes etapas no consiguió rebajar la condena. Lo hizo en el 13 y volvió a tropezar en el 14. La misión era ya kamikaze. Se personó en el 16 con la guillotina a punto de bajar, pero surgió su esencia y se embolsó esa bandera y la posterior. Todo a la carta del 18, como la víspera. Se la jugó con el driver buscando llegar a green desde el tee de salida, pero se desvió hacia el rough que compartían los búnquers. Hizo lo que debía y Reavie se alió con la fortuna con un hierrazo que se escapa de la calle y regresó a ella tras un bote favorable. La última bala de Jon fue un putt superior a los siete metros y no entró. Perdió el partido por uno y tras él Aphibarnrat ganaba el suyo a Bradley en ese hoyo 18, en el restante duelo del grupo, dejando al de Barrika sin opciones de pasar a octavos.