Borrar
Martín Fiz celebra su oro mundial en maratón en Goteborg 1995.
25 años de 'Fizchoge'
Atletismo

25 años de 'Fizchoge'

El 12 de agosto de 1995, Martín Fiz se proclamó campeón del mundo de maratón en Goteborg y se convirtió, a su vez, en el padre del 'running' en España

miguel olmeda

Madrid

Miércoles, 12 de agosto 2020, 07:40

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Si hubiera que señalar un culpable de la explosión del atletismo popular en España que se perpetúa desde mediados de los 90, ese sería sin duda Martín Fiz. El maratonista vitoriano sirvió de inspiración para que miles de personas olvidasen aquello de que correr es de cobardes, se calzasen las Reebok Inferno e imitasen a su ídolo cruzando triunfante la meta del Ullevi Stadium de Goteborg el 12 de agosto de 1995. El día en que un español se sentó por primera vez en el trono de Filípides.

«Me siento el abanderado del 'boom' del 'running', de las carreras por asfalto; sobre todo porque a mis 57 años la gente me sigue parando por la calle y en las competiciones en las que participo. Me conocen y reconocen mi esfuerzo», desvela con orgullo Fiz ahora que se cumplen 25 años de su oro mundial en maratón. Su corona la heredaría en 1997 Abel Antón, que la revalidaría en 1999, y jamás volvería a llevarla un español.

No porque el nivel de los maratonianos nacionales sea bajo, pues las 2:07:27 de Javi Guerra el pasado 23 de febrero en Sevilla indican lo contrario. Más bien porque en los 90 el Valle del Rift todavía no había explotado todo su potencial en los 42.195 metros. «Los buenos aún no corrían la maratón», explica Fiz. «Y ahora vemos especializarse en la distancia a chavales de 21 o 22 años que ya bajan de 2:05. De golpe y porrazo, los atletas de pista vieron que el maratón era una bicoca, se mueven cifras astronómicas a nivel económico», continúa.

En su momento, Fiz fue al maratón nacional lo que Eliud Kipchoge es ahora en la escena global: un icono casi imposible de derrotar. Así, el pupilo de Sabino Padilla batió el récord de España cuatro años consecutivos: entre 1994 y 1997, de 2:10:21 a 2:08:05 cuando esas marcas estaban reservadas a la superélite. Y en el Europeo de Helsinki 1994 lideró un triplete sin precedentes en el atletismo continental que completaron Diego García y Alberto Juzdado con un abrazo de meta imborrable en el imaginario español.

«Pero un Mundial es otra cosa», reconoce Fiz, que llegaba a Goteborg como candidato número uno. «Venía de ganar en Helsinki el año anterior y también esa misma temporada lideraba el ranking mundial con 2:08:25», recuerda. «Me daba un poco de vértigo el ser favorito porque es una responsabilidad: medios de comunicación, amigos, compañeros, todos están pendientes de lo que vas a hacer. Y aunque a mí siempre me han gustado los retos fuertes y el tener a gente a los dos lados de la carretera, y no tengo miedo a la presión, estábamos hablando de un Mundial».

Llegado el momento definitivo, el vitoriano mantuvo el pulso y unos nervios de acero. «Teníamos que dar tres vueltas a un recorrido bastante sinuoso y a las dos de la tarde había 27 grados, una temperatura adversa para correr maratón», rememora Fiz. De ahí que la carrera, como suele pasar en los grandes campeonatos, fuese lenta. «Hasta el kilómetro 30 no se rompieron las hostilidades y había que mantenerse agazapado, comer y beber y esperar a ver quién era el primero en lanzarse a la aventura».

Ese hombre fue el brasileño Luíz Antonio dos Santos. «Pegó un cambio de ritmo bastante fuerte y se llevó con él al mexicano Dionicio Cerón. Yo también le respondí, pero quedándome más atrás, y al siguiente kilómetro Cerón hizo un cambio brutal para marcharse en solitario con unos 50 metros de diferencia», relata Fiz. El campeón de Europa, consciente de que en un maratón esa diferencia no es insalvable, y menos con siete kilómetros por delante, se mantuvo a una distancia prudencial. «Sinceramente, ya me conformaba con la plata, pero al ver que no se terminaba de escapar empecé a ver la carrera en positivo. Te fijas en que ya no pisa igual, que se va torciendo un poco hacia un lado, empieza a sudar mucho», explica.

Entonces era el momento de atacar: «A un ritmo continuo, un poco más elevado, pero sin dar acelerones, me acerco a él y le asesto un cambio de ritmo para que psicológicamente se venga abajo». El resultado, una escapada definitiva hacia la meta de Fiz y un título para la historia del atletismo español.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios